La artista plástica descubrió su pasión hace quince años y desde entonces participa en muestras compartiendo sus creaciones
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En un rincón de la primera planta de su casa de zona norte, Jessica Geneux (42) armó su refugio más personal. “Es el corazón de este lugar”, cuenta entusiasmada la artista plástica y mujer de Martín Palermo (49). En el ambiente enseguida se destaca una enorme mesa invadida momentáneamente por un lienzo en blanco listo para ser intervenido, junto a un puñado de brochas, pinceles, trapos y tarros de pintura. Y si bien las paredes están decoradas con sus últimos cuadros, el espacio también da cuenta de la presencia de Gianluca (7), el hijo de la artista y el ex goleador de Boca Jrs. “Me gusta la idea de conjugar un mismo lugar con más de una funcionalidad. Yo pinto y Gian hace lo mismo, pero en su mesita”, dice mientras acomoda los lápices de colores infantiles.
–¿Cómo surgió tu pasión por la pintura?
–En realidad, siempre me sentí atraída por todo lo que tuviese que ver con lo artístico. De chica estudié dibujo, pintura, canto, baile, teatro… ese era un mundo en el que yo me sentía muy cómoda. Creo que por eso fue casi inevitable que terminara eligiendo este camino. Y la plástica surgió como una necesidad orgánica… Algo dentro de mí se despertó y me atravesó el cuerpo hasta que dije en voz alta: “Necesito pintar”. Empecé hace quince años, tomando clases de realismo y grabado. Aprendí técnicas de luces, sombras, uso de la paleta de colores, escultura. Fue tal el flechazo que terminé incluyendo mis clases de pintura en cada uno de los lugares en los que vivimos con Martín. Cuando a él le tocó dirigir Godoy Cruz, en Mendoza, me anoté en un taller, y lo mismo hice cuando nos fuimos a vivir a México mientras era el entrenador del equipo C.F Pachuca. Siempre me gustó explorar, seguir descubriendo cosas nuevas.
–¿Qué es lo que más disfrutás del proceso artístico?
–[Lo piensa unos segundos]. Una de las cosas que más me gustan es despertarme de un sueño y enseguida querer plasmarlo en un lienzo. La idea de tirar la pintura en el lienzo y dejarte sorprender por lo que suceda en ese momento es una de las instancias más lindas del proceso creativo, porque te permite conectarte con una libertad increíble. Algo que también me gusta mucho es que mis cuadros tengan un mensaje, visible o escondido. Me divierte jugar con ese recurso, que la gente cuando vea mis obras encuentre palabras, cosas… No todos ven lo mismo y eso es lo mágico.
–Gianluca también tiene su lugar dentro de tu estudio…
–Sí. Amo ser mamá y quiero estar presente en su vida todo lo que pueda, pero por otro lado necesito sentirme libre de hacer lo que más me gusta. Creo que en este espacio encontré el equilibrio justo. Al principio, me costó organizarme, pero cuando me relajé y dejé que las cosas fluyeran, logré encontrar el momento para cada cosa y estoy feliz.
–¿Qué es lo que pintás y cuáles son tus técnicas?
–Por lo general, pinto abstracto y uso todo tipo de materiales que me llamen la atención. Hoy, por ejemplo, en mis cuadros predominan los acrílicos, aunque también uso pintura asfáltica. Me encanta jugar con la paleta de los colores dorados, tierra, naranjas y azules, las tonalidades que amo.
–¿Qué quisiste contar en tu última muestra, “Pasos, Camino y Empatía”?
–Quise abordar el camino recorrido del alma. Es una muestra que tenía armada en mi cabeza desde hace años, incluso antes que naciera Gianluca. A medida que iba haciendo los cuadros, de algún modo me fui redescubriendo. A veces en estados más melancólicos y otros más alegres. Siento que mi camino recorrido fue una evolución, en la que atravesé distintas etapas y viví un gran crecimiento espiritual.
–¿Cómo es ese costado espiritual tuyo?
–Hace cuatro años voy a un taller de meditación y es algo que me cambió la vida. Surgió como una búsqueda de querer fortalecer mi desarrollo personal y enriquecerme interiormente. Disfruto el silencio y hoy hago ejerci - cios para estar más conectada con el presente y mis pensamientos. Tengo una vida más plena y en parte creo que es porque todas mis decisiones fueron tomadas desde el corazón.
–¿Qué heredó tu hijo de vos?
–La curiosidad, sin duda. Después hay un montón de cosas que se nota copió de nosotros, sus padres. [Se ríe]. La verdad es que lo veo y sólo deseo que aprenda a ser feliz.
–¿Martín te acompaña en tu carrera artística?
–Sí, un montón. Si bien soy yo la que más acompaña de la pareja porque lo elijo así y amo estar presente en su vida, él también me contiene mucho. A veces sube al taller y se va a un costado del lugar para jugar con Gian mientras yo pinto. Y todo el tiempo se muestra interesado en lo que estoy haciendo, es maravilloso. Cuando viajamos me acompaña a las galerías y a los museos, se la re banca. Se nota que le pone garra. [Se ríe]. Se involucra y eso suma mucho a la pareja.
–Hace casi dieciséis años que están juntos. ¿Qué es lo que admirás de él?
–Admiro su corazón y su tenacidad. Al igual que Gian, no se rinde enseguida. Siempre busca todos los medios para lograr lo que se propone, hasta encontrarle la vuelta. Amo su resiliencia, su generosidad, lo buena persona que es. Tiene una luz especial. •
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