Herederos de un legado familiar de varias generaciones, madre e hijo nos abren las puertas de su casa, en Palermo
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A las seis de la mañana, lo primero que hace Marisa Andino (58) al levantarse es encender el televisor y poner Amanece, el noticiero que conduce su hijo mayor, Juan Ignacio “Juani” Velcoff [por Canal 9 y por IP]. “Me encanta ver a Juani. Varias veces, a través de la pantalla del noticiero, le dice a Salvador, mi hijo menor, que se levante para ir al colegio”, cuenta divertida. Marisa y Juani comparten profesión: el periodismo, una pasión familiar que se remonta a generaciones anteriores. El primer Andino periodista se llamaba Omar y dirigió un diario entre 1930 y 1940. Su hijo, Ramón, dejó una gran huella en la televisión: apasionado por la información y querido por la gente, murió el 6 de marzo de 1987 tras un infarto frente a las cámaras de Realidad ‘87, el noticiero central de Canal 13. Al poco tiempo, fueron los hijos de Ramón –Guillermo y Marisa– quienes continuaron con ese legado. Mientras Guillermo está en el noticiero del mediodía de América, Marisa conduce Telenueve en la misma franja horaria, pero en Canal 9. Hoy, además de ser el dueño de la primerísima mañana del 9, Juani Velcoff conduce el streaming de 13 a 15 de Olé y, por Televisión Pública, Altavoz, un programa con Cata de Elía que este año le valió un Martín Fierro. “Es un gran orgullo. Sabía que le iba a ir bien”, dice Marisa.
–Es que Juani ya venía con coronita…
Marisa: ¡Juro que no hice nada! Hizo todo solo. En la secundaria, él vendía rifas para alquilar espacios en la radio.
Juani: Fui adquiriendo experiencia, pero no podía mantenerme solo [hoy vive con Johanna Leiva, su novia desde hace cinco años]. Pasé mucha angustia; pensé en irme al exterior. Mi primer trabajo llegó de casualidad, en Cómo hacen los que hacen, en A24. Después, conduje por la Televisión Pública Ambiente y medio.
–¿Les pedías consejos a los Andino?
Juani: Estaba atento a los comentarios de mamá. Guillermo también me dio un gran empujón. Cuando tenía 18 años, él me dijo: “Te ayudo, pero, después, depende de vos”. No me lo olvido más: me lo dijo antes de salir al aire. Es así: la oportunidad y el contacto no son suficientes.
Marisa: Hay que sostenerse con esfuerzo y profesionalismo. La primera propuesta de trabajo me llegó justo después de la muerte de mi papá. A Guillermo le pasó lo mismo. Yo era locutora, pero estaba trabajando como modelo cuando me llamaron para hacer la voz en off del programa de Mirtha Legrand. Entonces, yo era “la hija de”. El apellido ayuda, pero después tenés que ganarte tu lugar.
–El gran debut de Juani fue con Telenueve, el noticiero donde trabaja Marisa.
Juani: Sí. Fue en 2017 y supuso un gran desafío: era en vivo en el noticiero del mediodía, con muchísimo rating. Trabajar juntos fue espectacular: siempre fui consciente de que se trataba de una situación poco habitual. Salvo excepciones, no es frecuente que, en este medio, madre e hijo trabajen así. Marisa: Cuando me contó que lo habían llamado de Canal 9, me emocioné muchísimo. A la gente le encantó la dinámica que había entre nosotros. Juani tiene un carisma especial. Todos me decían que se parece a mi papá.
Juani: No conocí a mi abuelo, pero muchos me dicen que tenemos los mismos movimientos, los gestos, la forma de caminar. Era muy querido por todos.
–¿El apellido les pesa?
Juani: Cuando empecé, me dije: “Voy a hacer la mía; no voy pensar en lo que haya atrás y ojalá que me vaya bien”. Claro que era consciente del apellido; de mi mamá, de Guillermo, de Ramón. Pero no sentí que debía superarlos.
Marisa: La primera vez que conduje un noticiero al mediodía sentí un gran impacto: era el mismo horario que hacía papá, en Canal 13. Me invadió una gran responsabilidad, pero no fue un peso.
–Frente a cámaras, Marisa, sos muy espontánea: te animás a hacer coreografías e, incluso, a llorar, como cuando Juani anunció que se iba del noticiero…
Marisa: La manera desestructurada y distendida que tengo al conducir es herencia de mi papá, que era muy de hablarle a “doña Rosa”. La admiración que yo tenía por él me llevó a hacer lo mismo. No por imitación, sino por admiración. Lo tengo en la sangre: cuando doy una noticia, también transmito mis sentimientos.
–Hace poco, dijeron en los programas de espectáculos que vos y tu hermano Guillermo estaban distanciados...
Marisa: ¡Sí, y no sé por qué! Tenemos una relación normal de hermanos, pero, desde que alguien hizo ese comentario, no paran de preguntarnos eso. Ninguno entiende por qué.
–El periodismo puede ser algo esclavizante. ¿Logran desconectarse?
Marisa: Cuando mis hijos eran chiquitos, elegí conducir sólo el noticiero del mediodía y, a la noche, estar con ellos para bañarlos, darles la comida, acostarlos. Y hace poco decidí solo hacer el noticiero del mediodía: me agotaba estar en el canal desde la mañana hasta la noche. A partir de la pandemia, empecé a disfrutar de estar en casa. El cáncer de mama que tuve también significó un quiebre [fue en 2012; tuvo tres operaciones y, en la adenomastectomía, le pusieron una prótesis]. Al principio, me pregunté “¿por qué a mí?” y, después entendí que, en la vida, todo te puede tocar.
Juani: Tuve un pico de estrés por trabajar de lunes a lunes. Un día, llegué al canal y sentí que me moría: “No podés estar así; tenés menos de 30 años”, me dijo el médico. Ahí bajé un cambio.
–También los une la pasión por Racing.
Marisa: Si bien mi papá era de Huracán, mi hermano y yo heredamos la pasión por Racing de mi madre [Blanca]. Acá, somos todos muy fanáticos. Yo soy muy varonera. [Se ríe]. O sea… vos ves a Marisa Andino, la que presenta noticias con tacos, pero en la cancha, soy capaz de subirme a las butacas y gritar las peores barbaridades.
–Tu mamá fue modelo. ¿Heredaste algo de su veta glam, Juani?
Juani: [Se ríe]. ¡No! Mamá es la reina y la fashion de la casa. Si bien formo parte de la agencia Multitalent [su dueño, Paul García Navarro, lo asesora con su carrera], no tengo nada que ver con el modelaje.
–En tu DNI no figura “Andino”.
Juani: Hasta el día de hoy mamá le reclama a mi papá que me haya anotado con su apellido sin incluir “Andino”. [Se ríe]. Sin dudas, mi abuelo, mi mamá y mi tío influyeron para que yo sea lo que soy. Pero no importa lo que diga el documento: yo siento a los dos.
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