El 5 de octubre de 2011, la inigualable aristócrata -que murió el 20 de noviembre de 2014- se casaba por tercera vez con un hombre veinticuatro años menor en el Palacio de Dueñas, en Sevilla
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Este 5 de octubre se cumplieron diez años de la boda del siglo, la tercera de la inolvidable Cayetana de Alba, quien murió el 20 de noviembre de 2014. Ese día, a sus 85 años, la duquesa de Alba le decía “sí, quiero” por amor a Alfonso Díez, veinticuatro años más joven que ella. Y a la una de la tarde, la aristócrata festejaba ante España y el mundo su alegría al son de unas sevillanas de Siempre así.
Tras la ceremonia, oficiada por el sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, Cayetana salió del palacio de Las Dueñas para agradecer el cariño del público que se había congregado en la puerta. La novia, radiante del brazo de su tercer marido y, sobre la alfombra roja, no tuvo pudor para deshacerse de sus ballerinas y marcarse una rumba ante un público alegre y animado. Para un día tan importante, después de cuatro años de consolidada relación, Cayetana lució un diseño muy coherente a su estilo, salpicado con ese toque tan español y barroco de Victorio & Lucchino: un vestido de estilo romántico, realizado en gasa de seda natural de color rosa coquillage y encaje Valencie del mismo tono. Incorporaba un escote bote con puntas de encaje entoladas en la gasa que se iba confundiendo con la piel, y mangas abullonadas a mitad del brazo, salpicadas de pequeños jazmines en organza de distintas gamas de rosas y grises rematadas con pequeñas perlas al tono. El cuerpo y la cadera eran de encaje entolado y la falda, algo fruncida, acababa en pequeños volados de gasa que dejaban entrever otros de organza plisada de un color más subido de tono. La cintura se ajustaba con un lazo de terciopelo de seda color verde. Complementó el conjunto con unas ballerinas de encaje y gasa al tono del vestido, con jazmines igual que en las mangas. Las únicas joyas que usó eran un brazalete de brillantes, regalo de su madrina, la reina Victoria Eugenia, una pulsera de brillantes que le regaló su primer marido, Luis Martínez de Irujo, y unos pendientes de dobles lágrimas de brillantes.
El primer baile como casada –en terceras nupcias– de Cayetana de Alba resumió bien cómo se había organizado aquella boda con la novia luchando hasta conseguir su objetivo. Casi nadie respaldaba su decisión de casarse con Alfonso Díez hasta que, tal como aseguraba en una entrevista previa, “se han dado cuenta del calibre de hombre que es”. “Que sea sincero”. Esa era la condición que la duquesa exigía para ser feliz al lado de un hombre. La boda se celebró en la capilla del Palacio de Dueñas, donde apenas entraban los contrayentes, los padrinos y cerca de cuarenta invitados. Ni Jacobo, molesto con las declaraciones que su madre había hecho sobre su mujer Inka Martí, ni Eugenia Martínez de Irujo asistieron al enlace (ella estaba internada con varicela). Tampoco estuvieron tres de los seis hermanos del novio. Sí asistieron rostros tan conocidos como Francisco Rivera, ex marido de Eugenia, su hermano, el torero Cayetano Rivera junto a Eva Gónzalez, su íntima y madrina de la boda Carmen Tello, mujer del maestro Curro Romero, María de Hohenloe, ex mujer del duque de Aliaga, Genoveva Casanova, ex nuera de la duquesa y el doctor Trujillo, neurocirujano que la había operado en el año 2009.
Para celebrar, los recién casados y sus invitados disfrutaron de un banquete compuesto por entradas frías como gazpacho rebujito con hierbabuena, tortilla y ensalada de Nuyes con angulas y caviar, y platos calientes como arroz a la provenzal acompañado con gambas blancas de Huelva y langosta en salsa americana, tournedó de ternera con salsa bearnesa con guarnición de pimientos de padrón, cebollitas francesas y patatas estilo Ducal, ave al limón en su jugo con verdura variada a la plancha y ensalada mimosa. De postres: tocino de coco, pastel de almendras con salsa de leche condensada y bomba de chocolate con salsa de turrón caliente. Hasta su muerte, Cayetana de Alba disfrutó de un matrimonio por el que se enfrentó a sus hijos y que llegó a contar con sus propios souvenirs, como si de una boda real se tratase. Una fecha, el 5 de octubre de 2011, que fue uno de los décimos más demandados aquel año para la Lotería de Navidad. No salió premiado porque ya saben lo que dicen: afortunado en el amor...
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