Tras casi cuatro años de noviazgo le dijo “sí, quiero” al IV marqués de Cubas en el Palacio de Mirabel, en Plasencia, Cáceres
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Fue un “sí, quiero” esperadísimo, no sólo por sus protagonistas, sino por el imponente escenario elegido. El fin de semana, tras casi cuatro años de relación, Isabelle Junot –hija de Phillipe Junot, primer marido de la princesa Carolina de Mónaco, y de Nina Wendelboe-Larsen– y Álvaro Falcó –hijo de Fernando Falcó y Marta Chávarri– pusieron broche de oro a su amor.
Cumpliendo con la tradición de la familia del novio, se casaron en el Palacio del Marqués de Mirabel, en Plasencia, Cáceres, un edificio con más de 500 años. La coach de nutrición pasó a formar parte de la historia de una de las grandes dinastías españolas, la de los Fernández de Córdoba, un linaje que se remonta hasta el Gran Capitán, que estuvo al servicio de los Reyes Católicos.
UN ESCENARIO DE ENSUEÑO
La pequeña capilla, ubicada en el segundo piso –en su origen fue el oratorio del palacio–, estaba decorada con hojas verdes y flores blancas silvestres, y es la misma donde se casaron los padres de Álvaro el 2 de junio de 1982, por lo que el escenario tuvo un valor sentimental extra para los novios.
Isabelle caminó hacia el altar junto a su padre, que fue compartiendo confidencias con ella durante el recorrido. El inversor se mostró muy emocionado durante toda la ceremonia, que fue muy distendida y en la que, por el tamaño reducido del lugar, varios de los doscientos invitados llegados de todas partes del mundo siguieron desde unos salones contiguos.
Convertidos en marido y mujer, los novios saludaron en el patio de estilo neoclásico, formado por arcos de medio punto, y en el que todavía se pueden ver huellas de su glorioso pasado, con los blasones de la casa nobiliaria Zúñiga-Mirabel.
LOS VESTIDOS DE LA NOVIA
Isabelle estaba espectacular con un vestido de princesa con escote balconette y cola de dos metros y medio, de Pronovias. Lo complementó con un velo de tul ilusión con capelina y una diadema de diamantes y perlas, del siglo XIX, que pertenece a la familia Falcó y que también usó Xandra Falcó, marquesa de Mirabel y prima de su marido, el día de su boda.
Al llegar la noche, la novia cambió su vestido por un sofisticado traje de dos piezas, también de Pronovias, para bailar.
EL BANQUETE Y LA FIESTA
Los recién casados no hicieron una espectacular entrada en el banquete, tampoco hubo discursos ni canción: prefirieron que sus invitados disfrutaran del menú, que incluía trufa, lubina salvaje del Mediterráneo, cochinillo lacado y lemon pie con chocolate, preparados por los hermanos Sandoval que, de manera excepcional, cerraron el fin de semana su popular restaurante, Coque –sólo lo habían hecho para la boda de los reyes de España, y la de Ana Patricia Botín– y trasladaron sus dos estrellas Michelin a Plasencia.
El seating plan fue todo un guiño a los protagonistas del día: cada mesa tenía el nombre de uno de los lugares que habían visitado juntos, como Ronda, Cannes, Marbella, Gstaad, Copenhague (el de ellos fue Lamu). El broche final lo puso la vajilla de la Cartuja de Sevilla: azul Ceilán y en los salones extras que se habilitaron, color rosa.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando Isabelle y su padre por un lado, y Álvaro y su madre, por el otro, bailaron el tema “Formidable”, de Charles Aznavour. Mientras la pareja disfrutaba de su primer baile como recién casados, Xandra y Tamara Falcó lanzaban flores a la pista. Además, Los del Río pusieron su música e hicieron bailar a todos al ritmo de “La macarena”, donde Philippe Junot se consagró como el auténtico rey de la pista.
LOS NUEVOS MARQUESES DE CUBAS
Tiempo atrás, Álvaro solicitó formalmente el marquesado de Cubas, el preciado título que ostentó su padre, Fernando Falcó, que murió en octubre de 2020, apenas meses después de la muerte de su hermano, Carlos Falcó, marqués de Griñón -su hija Tamara, prima de Álvaro, es quien lleva el título en la actualidad–.
De esta manera, pasó a ser el cuarto marqués de Cubas, un título que, como explicó su tío en su libro La buena vida, nació en el 1862. La reina Isabel II se lo concedió a María Blanca Fernández de Córdoba, hija de Joaquín Fernández de Córdoba y Pacheco, duque de Arión.
No obstante, Isabelle, flamante marquesa de Cubas, puede presumir de pertenecer a otra importante familia, en este caso, del país vecino, puesto que los Junot cuentan con antepasados como Jean-Andoche Junot, duque de Abrantes, un general que luchó junto a Napoleón.
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