La conductora admite cuánto deseó y trabajó para volver a la televisión abierta, cómo logró dejar atrás las miradas ajenas y cuáles son las claves de su relación de dieciséis años con Omar El Bacha
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Es sincera al hablar. Karina Mazzocco (51) ya no le teme al qué dirán. En su adolescencia comenzó a trabajar como modelo, luego lo hizo como actriz y finalmente pisó fuerte como conductora de televisión. Hace menos de un mes volvió a estar al frente de un programa de aire, lo que la hizo alcanzar su máxima plenitud. En una charla íntima con ¡HOLA! Argentina, se sincera y habla sobre su fabuloso presente: como mamá de Malek (14), como pareja de Omar El Bacha (49) y como cabeza del equipo de A la tarde, por América.
–Se te ve radiante, ¿cómo es este momento de tu vida?
–Me siento en total plenitud. Estudio la filosofía de vida budista desde hace dieciocho años y hoy todo eso ya es parte de mi vida. Me da muchas herramientas que me hacen sentir muy bien.
–¿Cuándo descubriste esas herramientas?
–Como pasa con las grandes cosas, las descubrís cuando atravesás las crisis más fuertes de la vida. En los momentos de adversidad. A mí me pasó cuando llegué a los 30 y sentía que tenía todo y que, a la vez, no tenía nada. No me faltaba nada, pero me sentía muy vacía. Por suerte, encontré esta filosofía y me dio nuevos ojos para poder mirar el mundo.
–¿En algún momento sentiste un peso por cumplir con el rótulo de “bomba sexy”?
–De joven lo padecía, porque en ese momento había mucha mirada puesta sobre la mujer y una pretensión de perfección absurda. Ahora, gracias a Dios, estamos viviendo otro momento, de mucha liberación y diversidad, con más lugar para todos. Adoro este presente y, de alguna manera, me siento protagonista por haber irrumpido en los medios de comunicación con un programa que desestructuró todo y propuso inclusión y diversidad al hablar de sexualidad (se refiere a De a dos, el ciclo sobre sexo que le dio popularidad a fines de los 90). Hoy vivo mi madurez con mucha más libertad. A veces uno proyecta en los demás sus obsesiones y pretensión de perfección, pero la verdad es que es algo propio y de acuerdo a cómo uno se sienta y emita desde su lugar hacia el mundo. A mí la madurez me dio un permiso total para ser feliz, para ser quien soy en plenitud, y eso vino con los años y lo celebro. Me siento muy plena y satisfecha en este momento. Sumado a lo personal, ahora estoy de regreso en la televisión de aire y eso también es algo que deseé profundamente por mucho tiempo.
–¿En algún momento te angustió ver que esa propuesta no llegaba?
–Lo extrañaba muchísimo. Si bien nunca dejé de trabajar, con pequeñas intermitencias, lo deseé y trabajé mucho para que eso se hiciera realidad. Enfoqué mi energía hacia ahí e hice todo lo que había que hacer para que sucediera.
–¿Pensaste en dedicarte a otra cosa?
–Claro que sí, no entendía si tenía que ponerme un negocio completamente diferente a lo mío, no sabía qué hacer con la energía que tenía. No entendía por qué no llegaba la propuesta que yo esperaba. Estaba convencida de que estaba preparada a todo nivel. Soy superagradecida a los programas que me surgieron para la televisión por cable, pero yo me sentía lista para más. Pensé en volver a actuar, pero con la pandemia no había muchas posibilidades, el negocio de la televisión se está cerrando cada vez más… Pero nunca abandoné mi objetivo, tuve que esperar un montón, pero con mis altibajos emocionales, logré llegar. En otro momento, no me animaba a contar lo que me pasaba internamente, pero ahora estoy vivenciando mi rol de comunicadora en la mayor profundidad, y la verdad es que, sí, tuve mis momentos de no poder creer lo que me pasaba, pero no bajé los brazos y seguí con mi objetivo.
–¿Hiciste terapia?
–Tengo una guía en la filosofía de vida budista. Durante muchos años fue una consulta semanal, y ahora es un encuentro virtual quincenal, de una hora y media, en el que voy aprendiendo herramientas y conceptos. Ya no me pesa lo que piensan los demás, como me pasó en otro momento de mi vida. Es un ejercicio diario para que las voces exteriores no interfieran en mi camino. Pueden sonar, puedo escucharlas, pero no me engancho y no cambian mi ánimo.
–Hace dieciséis años que estás en pareja con Omar El Bacha, ¿cuáles son las claves de esa unión?
–Si miro el tiempo atrás, ¡no puedo creer todo lo que pasó! Es el socio perfecto para mi vida. Mi compañero ideal que elijo una y un millón de veces más. Fue todo muy rápido desde que nos conocimos hasta que nos convertimos en padres, pero evidentemente hubo una mano sagrada que nos unió y era nuestro momento para encontrarnos. Yo estaba divorciada recientemente, con 36 años, él 34, pero fue un momento fabuloso para conocernos porque cada uno ya tenía sus experiencias, sabíamos qué queríamos y qué no.
–¿Pensaron en casarse?
–Esa es la clave de nuestro éxito. [Se ríe]. Tenemos el compromiso más fuerte que podemos tener, que es el amor incondicional hacia nuestro hijo Malek, así que nada nos puede unir más que eso. Estamos muy enamorados. Y otro de nuestros secretos es que cada uno tiene su espacio. Él es un apasionado de los autos de carrera, es ex piloto, y tiene sus momentos en la semana en los que se dedica a eso. Y a mí nada me hace más feliz que verlo y vibrar en esa energía de alegría conjunta. Ya no soy una mujer celosa, lo fui de más joven, cuando era más insegura y no tenía definidos mis propios intereses. En cambio, ahora me ocupo de desarrollar una vida propia, una vida espiritual, un camino de autoconocimiento. Todo lo que me llena de felicidad lo hago y eso me hace luego encontrarme con mi pareja completamente nutrida, satisfecha de mi vida afectiva, social y profesional. Llego completa al encuentro con el otro. Y con Omar eso es recíproco.
–¿Alguna vez buscaste la felicidad en el otro?
–Claro que sí. En otro momento de mi vida, hasta que hice un clic y me di cuenta de que no era por ahí. Es una de las cosas que vienen con la madurez, y me encanta hacerle buen marketing a la madurez, porque hay mucho autobombo de lo felices que somos en la juventud, y no es tan real eso. Con los años vienen un montón de satisfacciones personales, de solidez, estructura. Algunas personas tienen la desgracia de no poder desarrollarlo en ningún momento de su vida, pero yo soy una buscadora constante; por suerte soy curiosa desde muy chica y, a pesar de haber tenido una familia contenedora y una buena educación, siempre se me dio por buscar.
–¿Qué te queda por hacer?
–Todo. Estoy viviendo un nuevo punto de partida en mi vida profesional, estoy dispuesta a que pase lo que tenga que pasar. Espero poder dar todo lo que tengo para dar, hacer todo lo que tenga que hacer y recibir todo lo que tenga que recibir. Lo que más quiero es ser quien soy y comunicar desde ahí. Eso es pura autenticidad y, si hay errores, se cometen desde la mejor intención.
Maquillaje y peinado: Soledad Vergara
Agradecimientos: Celina González Balcarce por la producción, Totallook, Ménage à Trois, María de los Reyes Tejidos, Odraz
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