La empresaria, que se prepara para pasar una Navidad especial tras su separación con el futbolista del Galatasaray, se anima a un balance de su presente
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Fue durante su luna de miel cuando Andrés Nara (65) y Nora Colosimo (54) empezaron a pensar en el nombre de su primera hija. Tenía que ser único, con algo de vena artística y tan potente que, con tan solo decirlo, no hiciera falta agregar nada. Wanda –que nació el 10 de diciembre de 1986– se llama así por un lugar particular ubicado en Misiones: un yacimiento a cielo abierto de piedras preciosas. Mientras avanzamos hacia donde está ella ahora, tirada en una colchoneta, en la galería de su casa en el barrio privado Santa Bárbara, es imposible no pensar en esa “mina” de creatividad, de proyectos sin fin y de secretos insondables que es Wanda. “Wanda es mi mejor proyecto. Fui haciendo lo que quise acomodándolo según el momento de la vida en la que estuve. Cuando estaba soltera, fui vedette e hice desfiles en Punta del Este y en Pinamar. Hoy, que no lo puedo hacer –un poco porque el cuerpo ya no me da y otro poco porque tengo cinco hijos– me considero una empresaria. Como el Iphone, que se renueva cada año, yo me reinventé. Hice una empresa de mí misma”, dirá ella a ¡HOLA! Argentina. Pero, en este momento, enfundada en un vestido de algodón que marca bien sus curvas, unas sandalias animal print de Dior y sin una gota de maquillaje, Wanda confiesa que querría dormir una siesta.
Desde que llegó a la Argentina, a fines de noviembre, no paró ni un segundo. Muy Wanda style. En tiempos navideños, además de atender sus negocios [tiene una línea de cosméticos y otra de lencería y de trajes de baño], le puso el cuerpo a varias publicidades y, en medio de un mar de rumores sobre una nueva reconciliación con el futbolista Mauro Icardi y el supuesto romance con L-Gante, celebró su cumpleaños número 36 rodeada de su círculo más íntimo: Valentino (13), Constantino (11) y Benedicto (10) –los tres hijos que tuvo con Maxi López–, Francesca (7) e Isabella (6) –que tuvo con Icardi–, su hermana Zaira y su estilista y confidente Kennys Palacios, entre otros.
–Tu papá, Andrés, cuando habla de vos, dice que fuiste una rebelde. Ahora, que cumpliste 36, ¿te calmaste un poco?
–[Se ríe]. Te aclaro que, desde que iba al colegio [fue al Instituto Pedro Poveda y al Colegio Stella Maris, los dos en Vicente López], mis padres me dejaron ser así. A mis viejos, cuando los llamaban del colegio, ellos respondían que me dejaran nomás, que preferían una hija diferente de los demás. Pero ahora, estoy en un momento de balance. Quiero estar en paz.
–¿En qué sentido?
–Y, por ejemplo, en el trabajo. Estoy tratando de filtrar más. Siento que trabajé sin parar y que es momento de relajar. La semana pasada le dije a Zaira: “Paremos un poco. Empecemos a disfrutar más”. Nosotras trabajamos desde los 3 o 4 años; ¡ni siquiera íbamos a los cumpleaños de nuestras amiguitas! Fue una mezcla de juego, de competencia… y también porque nos gustaba. Lo tomamos con mucha responsabilidad. Evidentemente, también teníamos una gran ambición, que no veo en mis hijos. Yo, en cambio, decía que sí a cualquier propuesta laboral. Creo que le tenía mucho respeto al dinero. Que veía cada propuesta como una oportunidad. Supongo que siempre pensé eso de “hoy hay, pero, quizás, mañana no”. Se ve que es algo que tengo desde chica.
–¿Tu familia la pasó mal en algún momento?
–No. Pero quizás hay algo ahí vinculado a mi papá, a quien le gustaba jugar; a veces, quemaba la plata y mi mamá se ponía muy mal. Tal vez por eso yo he cuidado mucho el dinero, y les inculqué eso a mis hijos. Soy muy planificadora. Mis hijos ya tienen su herencia si me voy de este mundo. Mientras tanto, estoy enfocada en estar mejor y en pasar tiempo con mi familia. El año pasado, un club europeo quiso convocar a Valentino para jugar el fútbol y ahí caí en la cuenta de que ya no son más chiquitos.
–Dedicarle más tiempo con ellos ¿supone reducir un poco el tiempo que pasás en las redes sociales?
–Estoy mucho menos, eh. [Se ríe]. Pero lo cierto es que tengo mi empresa y las redes ahora te exigen métricas y todo eso...
–En estos meses, que se habla de la separación con Mauro como un hecho, ¿tenés propuestas amorosas a través de tu cuenta?
–¡Obvio! Me mandan muchos mensajitos. Hay candidatos, sí. Muchos. Y algunos son famosos [dice, con una risita misteriosa], pero, la verdad es que me da mucha fiaca.
–¿Y qué es lo que pasa con L-Gante?
–Tengo muy buena onda con Elián. Él tiene 22 y yo, 36. No te puedo decir que no vaya a pasar nada con él el día de mañana. No tengo prejuicios. Como te digo…, muchos hombres se me han acercado en este último tiempo, y puedo decirte que si hay algo que tiene Elián es que es auténtico. Yo, quizás, vivo en un mundo artificial, más careta, y, encontrarme con una persona tan frontal como él me ha hecho pensar bastante… Por ejemplo, ¿para qué tengo todo lo que tengo si, quizás, con menos soy feliz?
–Pero cada vez que aparecés, hay un ejército que se pone a sacar cuentas de lo que gastás en ropa, accesorios, hoteles de lujo…
–A veces, mis hijos me dicen: “¿Y vos, mamá, qué te hacés?”. Yo les respondo que empecé con la guía Filcar, yendo a miles de castings. Soy sagitario, cero enroscada, pero esos comentarios son bastante molestos. Cuando me pongo un vestido, no ando con la etiqueta colgada con el precio. El problema lo tiene aquel que se pone a buscarlo. Yo gano muchísimo más de lo que gasto. Siempre me preocupé porque mi cuenta bancaria subiera; que el patrimonio creciera. Cuando estaba con Maxi, mientras él compraba autos, yo invertía en departamentos de pozo. Tenía otra visión. Cuando me separé, tenía quince departamentos. “La mitad es mía”, me dijo él cuando firmamos el divorcio. Sí, claro, pero eso lo había hecho yo. Ese es mi costado empresario.
–¿Tus hijos podrían vivir sin trabajar?
–Ciento por ciento. Y yo también podría vivir sin trabajar. Pero quiero demostrarles que trabajar te mantiene vivo, es lo que te llena de proyectos y de ganas de levantarte cada día. Podría comprarles una bicicleta todos los días si quisiera, pero quiero que, si es Navidad, esperen esa bicicleta como cualquier chico.
–Volvamos a L-Gante...
–Elián me respeta; sin embargo, tiene otra política: yo no tomo alcohol, no fumo cigarrillos. Somos el agua y el aceite.
–Esas mezclas, a veces, funcionan.
–[Se ríe]. Puede ser.
–Estás dejando una puerta abierta...
–Pasé muchos años casada: siete con Maxi y diez años con Mauro. Pero no le cierro la puerta a nadie. Nunca diría “Con esta persona no voy a estar”. Si hay alguien que me pueda hacer feliz, que me tenga respeto y que sepa que soy una madre, bienvenido sea… Quien se enamore de mí debe saber que mi prioridad son mis cinco hijos. A mí me tenés que querer con el combo completo.
–Hace poco, en una entrevista que le hicieron, Claudia Valenzuela, la mamá de L-Gante, pidió que no ilusionaras a su hijo.
–La verdad es que suelo ser bastante clara con quién estoy y con quién no.
–¿Por qué, entonces, Mauro habla de reconciliación? Lo del viaje a las islas Maldivas se entendió como un operativo retorno. Él, incluso, dejó entrever la posibilidad de otro hijo.
–Eso fue un manotazo de ahogado. Obviamente, en una pareja de tantos años, tenés proyectos y sueños y querés concretarlos. Pero, cuando se está tomando distancia, no tiene nada que ver. Cuando se te termina la paz en la pareja, para mí, las cosas no van.
–Tu amiga y abogada Ana Rosenfeld contó que vos y Mauro ya hicieron separación de bienes.
–La hicimos después de la gran crisis que tuvimos el año pasado [se refiere al affaire de Mauro con China Suárez, en octubre de 2021]. Sentí que era lo mejor.
–¿Es verdad que a Mauro le está costando mucho la separación?
–Es verdad. Mauro no quiere separarse. Pero lo cierto es que, desde octubre, decidí poner distancia. Las cosas no fluían. Nos peleábamos Hay situaciones en las que es mejor separarse para que continúe la paz familiar. Veo muchísima gente que llega a grande con un matrimonio horrible y eso ¿de qué te sirve? No hay un premio por aguantar. Quiero alguien que me haga feliz y que dure lo que dure la felicidad y la tranquilidad. Si tuviera un novio, los primeros en enterarse serían mis hijos, que son muy pegados a mí.
–¿Qué es poner distancia para vos?
–Si bien creo que sólo el tiempo dirá qué pasará, es un impasse. Ciento por ciento. Pero es una distancia que tiene mi colaboración porque Mauro tiene un contrato en Estambul hasta mayo. Entonces, lo que hice fue alquilar un departamento en la misma torre en la que está él. Armé mi mundo cerca de Mauro para que esté con los chicos. Él es un padre excelente.
–¿Te mudás a la Argentina en 2023?
–Eso no es posible hoy. Si bien yo amo a la Argentina, mis hijos acá son un poco extranjeros. El plan es venir más seguido. Y lo más probable es que yo siga haciendo “los chinos” que he estado haciendo todos estos años, tomando aviones para llevar a los chicos de un lado a otro. Los padres hacemos muchos sacrificios por nuestros hijos, y la que ha sacrificado su carrera, en general, siempre he sido yo.
–Ser botinera te hace perder un montón de cosas, como dijo una vez tu papá.
–Es que, por un lado, te llenás de muchas cosas materiales; pero, por el otro, perdés tu vida privada. Vivís la vida del otro: si el equipo de tu marido gana, está todo bien; si perdió, todo se cancela. Tengo amigas del mundo del fútbol que han suspendido cumpleaños de sus hijos porque perdieron un partido. En el fondo, es una vida infeliz. Le tenés la vela al amor de tu vida… pero hay que ver si la otra persona haría por vos lo mismo que vos hacés por él. Dejar tu vida de lado tiene un precio muy alto.
–Mauro todavía está acá, en Buenos Aires. ¿Van a pasar la Navidad juntos?
–No tengo problemas con nadie ni con nada. Si mañana viene mi ex, Maxi, a esta casa, está todo bien. Tener la relación que hoy tenemos con él me hizo muy bien a mí y a mis hijos, que son felices con esta forma de relacionarnos. Lo mismo pasa con Mauro. Soy sagitario, como Gachi y Pachi [se ríe], muy positiva y, como te dije, cero enroscada. Si pudiera, invitaría a mi primer novio. Pero, en la vida, también hay que tener en cuenta a los otros.
Producción: Paola Reyes
Estilismo: Anita Korman
Maquillaje: Carol Hartridge @carolhmakeup
Peinado: Kennys Palacios
Agradecimientos: Lucía Sabatté de LS ambientaciones con objetos de Rancho Deco y flores de Lady Pía, Cheeky, Flor Boskis, Basset, Gabriella Capucci, Petit Garcon, Renner.
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