A los 52, se anima a todo en su búsqueda por romper el molde. “Tengo ganas de incursionar en cosas nuevas”, confiesa
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Para Julieta Kemble (52), los 50 llegaron con profundos cambios a nivel personal y un ferviente deseo por romper patrones y reinventarse. En 2021 se distanció de Justo Saavedra, el padre de sus hijos Octavio, Tazio y Amalia, tras veinticinco años de relación. “Mi separación estuvo causada por una necesidad mía, muy personal”, contó en marzo de 2022 a ¡HOLA! Argentina, aunque aclaró que lo sentía como algo transitorio. Dos años después, en una nueva entrevista, prefiere no dar definiciones sobre su situación sentimental (aunque en eventos y cumpleaños se la ve acompañada por Saavedra), sino enfocarse en el proyecto que la tiene tan entusiasmada. Se trata de Pólvora, una comunidad de mujeres –donde los hombres también son bienvenidos– en la que indaga en temas de placer y bienestar. “La filosofía de Pólvora es lo femenino, el disfrute, la libertad, el despertar, lo lúdico y la osadía. Fuimos educados en el sacrificio, la culpa y la vergüenza, por eso el disfrute se convierte en algo revolucionario”, asegura Julieta después de una espectacular producción de fotos en el Hotel Emperador, en la que despliega su sensualidad. El proyecto incluye una cuenta de Instagram (@getpolvora), un podcast con entrevistas a médicos, psicólogos y sexólogos, y un sitio web –próximo a lanzarse– donde comercializará productos relacionados con el cuidado del cuerpo, así como talleres de tarot, numerología, astrología y sexualidad.
–¿Cómo nació Pólvora?
–Después de un viaje a Islandia post pandemia, hice escala en Londres y fui a Selfridges, una tienda departamental que me encanta. Me llamó mucho la atención que, en un sector bastante grande, donde antes estaba Gucci, ahora había un lugar llamado Sex and Sleep. Averigüé todo, saqué fotos… Cuando llegué a la Argentina se lo comenté a una amiga nutricionista con la que venía trabajando el tema de la sexualidad. Ese tema ya me interpelaba de antes. Me acababa de separar, había un montón de cosas nuevas y cuestiones que quizás en una situación más convencional no te las preguntás. De golpe, empezás a mirarte a vos y a tu entorno de otra manera. Venía con todo eso en mente y dije: “Quiero hacer esto”.
–¿Y cómo se hizo realidad?
–Le presenté la idea a mi abogado y empecé a trabajar con el estudio de diseño gráfico Shakespear. Lorenzo Shakespear fue mi primer novio y siempre tuvo una cuestión cultural, estética, ética e intelectual similar a la mía. Lo llamé y empecé a pensar en algo más grande, crear una marca ligada a mi búsqueda interna. Y no tenía que ver exclusivamente con una cuestión sexual, sino con una búsqueda de sentido, de estar mejor, de poder disfrutar el momento, estar más conectada con el entorno. Básicamente, estar más liviana mentalmente. Y eso se relaciona con el cuerpo, con los sentidos y con la sexualidad. No es que pensé en hacer un sex shop. Pólvora es muy sexual, pero no le interesa el sexo como una práctica en sí, le interesan los vínculos.
–¿Cómo cambió tu vida desde que empezaste a indagar en estos temas?
–Siento un cambio tremendo en mí, estoy mucho más segura, soy un ser más integrado que antes. Tuve muchas parejas, yo necesito al hombre, me gusta estar en pareja. Está bueno compartir, pero no como nos han dicho, que tiene que ser todo el día y bajo las condiciones del hombre. Yo comparto lo que me parece interesante, lo que me suma, por eso es fundamental cultivar nuestras individualidades. Cambié muchísimo en que ya no quiero desperdiciar tiempo en cosas que no me suman. En un momento viví en un ambiente, que no era mío, de mucha frivolidad, que me hizo perder un poco el tiempo o distraerme bastante. Ahora prefiero quedarme en mi casa tomando sol o escribiendo.
–¿Con tus padres hablabas de sexo?
–Mi padre (Kenneth Kemble, artista plástico) era un señor muy formal, recontra educado, elegante, que hablaba abiertamente de esos temas con mucho respeto. Eso sí, él conmigo tenía pruritos y era vergonzoso, no hablábamos de eso. Por eso te digo que recién ahora, con la adultez, viene esto de conocer y preguntarse lo que uno realmente quiere. De joven nunca hice nada muy fuera de lo convencional. Ahora sí estoy dispuesta a hacerlo porque tengo ganas de incursionar en cosas nuevas.
–¿Con tu mamá tampoco tenías esa confianza?
–Mi madre siempre fue mucho más vergonzosa y reservada, aunque era bailarina. Se separó de mi padre y le conocí un solo novio. Creo que fue una madre que se quedó apegada a cierto enojo, así lo percibí y es lo que tuve y tengo que trabajar, porque queda como en el linaje femenino. Sé que mi padre disfrutó de las mujeres y la sexualidad, del baile, de la música, pero en mi madre todo ese aspecto no lo vi, ni tampoco compartí mucho en el sentido de contarle cosas de mi vida íntima.
–¿Qué dicen tus hijos de este proyecto?
–Mi hija Amalia, que tiene 17 años, está bastante más de acuerdo, pero mis dos varones no quieren saber nada. “Todas esas cosas asquerosas, ¿qué, vas a estar desnuda?”, me plantean. Justo [Saavedra], el padre de mis hijos, sabe que a veces me voy un poco de mambo, pero es un tipo muy feminista. Creo que a veces se acuerda que tendría que ser más formal y estricto por su crianza, pero por dentro, en su génesis, tiene una libertad increíble. Si no, no se podría haber casado conmigo, porque siempre fui así. Hay que tener la masculinidad e integridad muy segura para bancarse a una mina como yo. Evidentemente él la tuvo; después, en cierto momento se cansó y me empezó a bajar un poco de línea. Cada uno con su desarrollo personal, yo crecí y él hizo y hace sus cosas.
–Mencionaste talleres de numerología y astrología. ¿Sos de las terapias alternativas?
–A mí me sirvió mucho mi trabajo interior, hacer terapia tanto tiempo y la escuela de coaching. También intento meditar, aunque no me resulta fácil. En un momento dado estuve en una situación complicada, me separé y empecé a pensar: “¿Qué hago, para dónde voy, qué me pasa, qué quiero como mujer?”. Lo que me ayudó mucho en este proceso fue recurrir a todas las mancias: astrología, numerología, biodecodificación, constelaciones. Hoy las incorporo a Pólvora porque para mí son códigos, son formas de acercarse al conocimiento.
–También hablás de bienestar general. ¿Qué cosas hacés para cuidarte?
–Trato de cumplir con mi rutina de ejercicio, a cargo de Fernando Rolla, cinco veces por semana. Me hace tan bien a la cabeza, me da alegría y me cambia el humor. Aparte, el trabajo muscular a cierta edad es esencial no sólo por una cuestión física, sino que también beneficia los neurotransmisores, las neuronas, las hormonas. En relación a la alimentación, hace treinta y cinco años empecé con una dieta vegetariana, y después pescetariana. Nunca más probé ni carne ni pollo, y compro verdura orgánica. Tengo mi dermatóloga que me atiende hace muchos años y me dice qué ponerme y qué no en la cara. Claro que me retoco alguna que otra cosa, me he puesto bótox y hialurónico, soy re pro de todo lo que haga bien en manos de un buen profesional. Nunca me operé, ni siquiera los pechos, porque me da miedo meterme en un quirófano. Cuido mucho mis horas de sueño; a mí no me hagan dormir cuatro o cinco horas porque mato a alguien. [Se ríe].
–¿Cómo te llevás con los prejuicios de cómo debería vestirse una mujer después de determinada edad?
–Es un nivel de pavada y mediocridad en el que no voy a entrar. ¡Es tan retrógrado! Lo único que pasa es que cuando uno tiene hijos, a veces les molesta cómo te vestís. Yo les doy bola hasta cierto punto y después les digo que si no les gusta miren para otro lado. ¡Que se hagan de abajo y después opinen! Están curados de espanto.
–¿Estuviste o estás en alguna aplicación de citas?
–Es raro, no lo termino de captar. Me metí en una que se llama Inner Circle porque me decían que estaba buena, pero a las 24 horas dije “esto no es para mí”. No tengo paciencia. Aparte, ¿voy a juntarme con alguien por la cara? No creo nada, yo tengo que ver cómo se mueve, si me gusta. De todas formas, más allá de las aplicaciones de citas, también están las redes sociales.
–¿Te llegó algún que otro mensaje privado de conquista por Instagram?
–¡Todo el tiempo, obviamente! Es una especie de Tinder.
–¿Creés en el sexo casual?
–No es que no creo, pero nunca me convenció, ni cuando era joven. No juzgo a quien lo hace, pero a mí no me cierra porque tengo la Luna en Cáncer y siempre fui más romántica, me encariño y me cuesta soltar, me cuesta dejar de querer, dejar de cuidar. Tengo esa cosa muy a flor de piel y lo único que hay que hacer es aceptarlo.
Producción: Paola Reyes Andaur
Maquillaje y peinado: Natali para SC Estudio
Agradecimientos: Hotel Emperador y Adrián Brown
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