Se retiró del rubgy hace tres años y, desde entonces, está enfocado en sus herederos y en sus proyectos de innovación tecnológica
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Para muchos, Juan Martín Hernández (38) está entre los mejores jugadores de la historia de los Pumas, en un top five que comparte con Hugo Porta, Héctor Silva, Martín Sansot y Agustín Pichot. El crack que a los 19 años debutó con la camiseta celeste y blanca en el seleccionado mayor y se ganó el apodo de “Mago” –Le Magicien para la prensa de Francia, donde jugó en Stade FranÇais, Racing Metro y Toulon– dejó el profesionalismo empujado por una lesión en la rodilla tras quince temporadas en el más alto nivel. En pareja desde hace quince años con María Emilia Brochard, es papá de tres varones [Beltrán (12), Joaquín (6) y Tomás (5)], que heredaron su pasión por el deporte, ahora su vida pasa más por su familia y sus proyectos de innovación tecnológica enfocados al marketing deportivo que por el rugby.
–A casi tres años de tu retiro, ¿cómo es tu vida hoy?
–¡Casi tres años ya pasaron, es un montón! Y encima con la pandemia en el medio. Esos últimos años fueron de aprendizaje, de nuevas cosas, de descubrimientos, de capacitarme mucho, de leer y aprender. Además, paso más tiempo en casa, y no sólo por la pandemia: antes viajaba constantemente, tenía concentraciones, giras mundiales... Ahora, en cambio, dedico mucho tiempo a mi familia.
–¿Cómo sos como papá?
–Soy un papá cariñoso, que pasa mucho tiempo con sus hijos. Los acompaño, los llevo al colegio y a sus diferentes actividades. Y soy de bañarlos, de irme a dormir con ellos. Obviamente, trato de administrar el tiempo que necesita cada uno, porque son tres varones de 5, 6 y 12 años. Me gusta ver cómo se desenvuelven en las actividades que van eligiendo: fútbol, rugby, golf, natación. Me gusta estar, acompañarlos, ver cómo evolucionan, ayudarlos en lo que puedo, pero dejándoles espacio para su desarrollo personal.
–¿Te hubiera gustado tener una hija mujer? ¿Te tienta buscar la nena?
–Sí, creo que me hubiera gustado, sobre todo por lo que me dicen mis amigos que son padres de hijas mujeres, que hay una conexión distinta, ni mejor ni peor, pero diferente. Hubiera estado bueno poder experimentar eso. No sé si ahora estoy para seguir teniendo hijos. Por ahora diría que no, que no me tienta, me hubiere gustado antes, pero ya estoy en otra etapa.
–¿Qué cosas tuyas o aspectos de tu personalidad ves reflejados en tus hijos?
–Mis hijos son bastante firmes en sus pensamientos, en lo que sienten, van convencidos hacia lo que quieren, y en eso me veo bastante reflejado. Después veremos qué pasa cuando crecen, porque son chicos todavía, pero los veo bastante seguros de ellos mismos. Y otro aspecto en el que me veo reflejado es que son ubicados y educados en cómo se desenvuelven con su entorno, en los grupos, con sus familiares, con sus maestras y compañeros. Son muy respetuosos, que es algo que tratamos de transmitirles desde chiquitos.
–¿Te gustaría que sigan vinculados a la práctica de algún deporte?
–Sí, me gustaría que sigan vinculados a algún deporte, el que ellos elijan. Tienen un montón de variedad en lo que están practicando hoy en día. No sé si vinculados de una manera profesional como estuve yo o como estuvo mi hermana, pero sí que tengan pasión por el deporte que practiquen, que tengan ese compromiso y disfruten de compartir, de ir todos por un objetivo en común cuando se trata de un deporte en equipo. Me gustarían que sigan experimentando eso: tener compañeros, ir todos juntos tirando para el mismo lado. Me parece que eso es muy importante para su educación y formación.
–Siempre tuviste bajo perfil, ¿fue una decisión o tiene que ver con tu timidez?
–Tiene que ver con mi educación y mi forma de ser. Yo creo que no porque alguien sobresalga en alguna actividad es mejor o peor que otra persona. Y no creo que esa persona que sobresale tenga que actuar distinto a alguien que por ahí no tuvo éxito en la misma actividad. Es una cuestión de educación, de pensamientos y sentimientos, de mantener los pies siempre sobre la tierra. Creo que pasa más por ahí. Seguro que mi timidez habrá colaborado bastante, pero tiene más que ver con mi forma de ser y con la educación que recibí de mi familia. Creo que es un estilo de vida.
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