Amalia de Holanda, Elizabeth de Bélgica y Estelle de Suecia acompañaron a la princesa. Todas serán reinas algún día
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En una jornada inolvidable e histórica para la familia real noruega, la princesa Ingrid Alexandra, segunda en la línea de sucesión al trono, celebró su mayoría de edad. El Palacio Real de Oslo abrió sus salones para acoger una cita royal como no se recuerda. La gran cena de gala que los reyes Harald y Sonia celebraron en honor a su nieta, hija mayor de los príncipe Haakon y Mette-Marit, fue el mayor encuentro intergeneracional de miembros de la realeza del siglo con representantes de hasta nueve Casas Reales.
Además de la familia real noruega al completo, el rey Felipe de España (ni la reina Letizia ni la princesa Leonor pudieron acompañarlo), Matilde de Bélgica, con su hija, la princesa Elisabeth; los reyes Guillermo y Máxima de Países Bajos, con la princesa Amalia; Federico y Mary de Dinamarca, Victoria y Daniel de Suecia, con los príncipes Estelle y Oscar; los grandes duques herederos de Luxemburgo, Guillermo y Stéphanie, con el príncipe Charles, de sólo 2 años; y otros royals, se dieron cita en una fiesta que unió a reyes y príncipes de todas las edades, que enlazó el presente y el futuro de las monarquías del Viejo Continente y que contó por primera vez con representantes de la generación alfa –nacidos a partir de la década de 2010–, en un evento cargado de pompa y protocolo.
OSLO FUE UNA FIESTA
Desde las primeras horas de la tarde, Oslo se convirtió en el centro royal del mundo con la llegada de los primeros invitados a esta fiesta que se retrasó medio año debido a las restricciones sanitarias. El día frío y lluvioso pasó casi desapercibido ante la calidez de la familia real que dio muestras, una vez más, de su gran unión. Los reyes Harald y Sonia, los príncipes Haakon y Mette-Marit, la princesa Ingrid Alexandra, Marius Borg –hijo que la princesa heredera tuvo antes de casarse, y que vuelve a tener el corazón libre después de romper con su novia en marzo–; el príncipe Sverre Magnus, el otro hermano de Ingrid; las primas de la cumpleañera, Maud Angelica, Leah Isadora y Emma Tallulah; la princesa Astrid –hermana del Rey–; y Marit Tjessem –abuela materna de la homenajeada– recibieron a los invitados.
REGALOS ESPECIALES
Aunque Margarita de Dinamarca, de 82 años, no se desplazó hasta Noruega para la gran fiesta, siempre apreció especialmente a Ingrid, por lo que quiso hacerle un regalo importante: la distinguió con su primera condecoración extranjera. La princesa recibió la Orden del Elefante, la más antigua y noble de Dinamarca, de manos del príncipe heredero danés, Federico (es uno de sus padrinos), y su mujer, la princesa Mary.
Pero no fue el único regalo con un significado especial. Sus abuelos le hicieron entrega de dos alhajas familiares: Harald le dio un brazalete de brillantes que había pertenecido a su hermana, la princesa Ragnhild, y que llevó en la velada; y la reina Sonia le entregó un anillo que recibió de sus padres en 1954 con motivo de su confirmación. Es de oro blanco y destaca por un gran diamante central, rodeado por otros de diferentes quilates, según informa la revista Svensk Dam.
PRINCESAS CORONADAS
La gala pasará a la historia, además, por haber sido el escenario perfecto para que tres futuras reinas abrieran por primera vez el joyero real. Ingrid, que llevó para su gran día un traje de gala que su madre estrenó en 2005, se “coronó” con la tiara Boucheron, una pieza de diamantes y perlas que perteneció a la princesa Ingeborg de Suecia, abuela del rey Harald y, por consiguiente, su tatarabuela. Esta joya lleva muchos años en la Casa Real y no se cedió ni a la princesa Mette-Marit ni a la princesa Marta Luisa, ya que estaba reservada para el futuro: para la mujer que está llamada a convertirse en la primera soberana por derecho propio del país en seis siglos.
También se coronaron la princesa heredera de los Países Bajos, Amalia –eligió la tiara con la que se casó su madre, la reina Máxima–; y Elisabeth de Bélgica, que estrenó la tiara que sus padres, los reyes Felipe y Matilde de los belgas, le regalaron por sus 18 años. De momento no trascendieron más detalles, sólo lo que publicó el reportero belga Wim Dehandschutter, que confirmó que era una nueva adquisición que se quedaría dentro de la familia real para el futuro. Hay que tener en cuenta que el cofre belga, aunque valioso, es de los más pequeños de Europa, y que ella es la primera soberana por herencia directa, es decir, las cuatro reinas anteriores fueron consortes y empezaron a llevar tiaras cuando se casaron, no al cumplir los 18 años.
DISCURSOS REALES
Una vez dentro, comenzó el desfile hacia el salón de baile amenizado por sesenta miembros de la Guardia Real que interpretaron “La marcha nupcial” de Lødingen y Seljord. En parejas fueron entrando los reyes y príncipes que ocuparon sus lugares en el salón decorado con flores y velas. Ingrid lo hizo del brazo de su abuelo bajo los acordes de la canción “Felicitaciones”, a cargo de la banda militar noruega de la Guardia Real.
Después, los Reyes dieron sendos discursos, en los que destacaron: “El destino te dio grandes tareas, querida Ingrid. Pero en el camino debes aprovechar las oportunidades que se presentan, para poder crear una plataforma sólida”. Y le recomendaron: “Sé vos misma. Y confiá en que es suficiente”. Muy emocionada, la cumpleañera también tomó la palabra. “Mamá, podemos hablar de cualquier cosa. Gracias por recostarnos juntas en el sofá y ver series como Sexo en Nueva York. Realmente aprecio todo lo que hacés por mí. Papá, estoy muy agradecida de que me apoyes y sé que siempre lo harás. Te tengo mucho cariño”. Y siguió: “Querido abuelo, gracias por tener siempre una buena broma cuando mi estado de ánimo es un poco bajo. Querida abuela, gracias por ofrecerte siempre como niñera y por todas las tardes agradables en las que nos sentamos a charlar”.
EL MENÚ
Los invitados disfrutaron de un menú compuesto por pastel de zanahoria con es - tragón, mayonesa, rábano picante y manzanas; espárragos y vieiras con jengibre en escabeche, flor de sauco, frambuesa y ciboulette; papas fritas con hongos y puré de petit pois con salsa de manteca y, de postre, frutillas noruegas silvestres con helado de vainilla.
Los príncipes Haakon y Mette-Marit también hicieron pública su emoción. “Sos una joven bella, lista para dar el paso hacia el futuro. Una joven sabia, fuerte y clara. Papá y yo estamos infinitamente orgullosos de vos y enamorados de vos. (...) Una de las cosas que apreciamos, Ingrid, es la alegría que tenés y toda la vida con la que llenás nuestro hogar. Con amigos, risas y música a todo volumen. Ahora esperamos celebrarlo con familiares, amigos, muchas risas y tal vez también música a todo volumen”, finalizó Mette-Marit, y los tres se fundieron en un abrazo.
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