La actriz y conductora abre su corazón y habla de su nueva apuesta al amor con el empresario Luis Alberto De Stefano: “Durante mucho tiempo pedí que no me presentaran a nadie porque no quería pasar por otro fracaso”
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Para Iliana Calabró (58), la cocina es el lugar predilecto de su casa, ese punto de reunión que le permite conectar con sus íntimos y agasajarlos. “Cocinar es un acto de entrega y de amor”, asegura la actriz y conductora en diálogo con ¡HOLA! Argentina en su departamento del barrio de Palermo, que tiene una espectacular vista al Jardín Botánico. “La reina del tiramisú”, como fue bautizada allá por el año 2006, durante su participación en el reality Cantando por un sueño, acaba de renovar su cocina por completo con la ayuda de su pareja, el empresario marmolero Luis Alberto De Stefano (64), a quien conoció en abril del año pasado por insistencia de dos amigos en común, la abogada Ana Rosenfeld y el joyero Jorge Smok, que estaban convencidos de que Luis era el hombre ideal para Iliana. “El nuestro es un amor puro y sano. Es raro porque es una etapa de la vida en la que uno está lleno de mañas, pero creo que se trata de respetar al otro”, reflexiona la hija de Juan Carlos Calabró sobre su presente sentimental.
–¿Fue un amor inesperado?
–Estuve bastante tiempo sola y creo que recién me permití empezar una relación cuando la otra estuvo cerrada. Hice bien los duelos [el de su matrimonio con Fabián Rossi, el padre de sus hijos Nicolás (31) y Stefano (25), como el de su relación con el empresario italiano Antonello Gandolfo], sin expectativas de volver a enamorarme. Yo siempre disfruté mucho de mis espacios y mis tiempos y creo que es fundamental no perderlos, porque hay gente que se pone en pareja y se olvida de que tiene amigos y familia. De hecho, me gusta que Luis salga con sus amigos porque eso también enriquece la relación.
–¿Te costó aceptar que te presentaran a un candidato?
–Por mucho tiempo no quise conocer y pedí que no me presentaran a nadie porque no quería pasar por otro fracaso. Fue así hasta que estuve bien y muy segura de mí misma, y encontré en la otra persona muchos puntos en común a pesar de que somos de mundos muy distintos. Luis es diurno y yo soy muy nocturna; es difícil congeniar porque cuando yo estoy con todas las pilas, él se duerme. ¡Ver una película juntos a la noche es casi una hazaña! Pero eso también hace al éxito de la relación: poder complementarse y que las diferencias te enriquezcan.
–¿Y cómo llegó la convivencia?
–Creo que al mes de empezar a salir vino a mi departamento y se quedó. Me encanta porque la casa empezó a tener la dinámica de la pareja. Luis es un amor y es muy generoso, aunque a veces le digo que pare porque enseguida quiere remodelar todo. Pero me encanta porque tiene que ver con esto de sentir propio el espacio y de encontrar el latido de nuestra familia. También compartimos con los chicos [su hijo menor, Stefano, y la hija de Luis, Antonella], que a veces vienen por separado y en otras ocasiones, todos juntos. El otro día hablábamos con Stefano y me dijo que para la próxima juntada que estemos todos me va a ayudar a amasar las pastas.
–Además de este gran momento en lo sentimental estás viviendo uno excelente en lo artístico con la gira de Perdida mente...
–Desde lo actoral, está bueno porque me permite mostrarme en cosas distintas a las que la gente está acostumbrada a verme, y es maravilloso trabajar con actrices del prestigio y la envergadura de mis compañeras [Leonor Benedetto, Ana María Picchio, Emilia Mazer y Mirta Wons]. A veces, cuando estoy medio bajoneada, las veo a Leonor y a Anita que están con todas las pilas y siento que no tengo derecho a bajar la guardia. Me gusta mucho Perdida mente, es una comedia con un lindo mensaje con el que la gente se identifica, y en esa vuelta de rosca que tiene al final cada uno cierra la historia de la obra con su propia historia personal.
–A vos, ¿en qué punto te toca esa temática?
–No quiero hablar mucho de eso, pero me toca porque mi mamá está grande y me identifico con eso de transformarse en padre de los propios padres. Durante mis vacaciones estuve dedicada a que mi mamá hiciera todo lo que fuera necesario por su salud y se operó de la vista. Ahora está todo encaminado y, como vivo cerca, en la semana la voy a ver. También tengo gente que se queda con ella todo el tiempo, además de Luis, que a veces vela por mi mamá más que yo misma. Siempre me pregunta “¿Hoy la fuiste a visitar?”, y le compra una tortita cuando no tengo tiempo para cocinar. Luis no tiene a sus padres, por eso creo que mima tanto a mi mamá, es como su referente más grande, es nuestra matriarca.
–¿Cómo están las cosas con tu hermana Marina después del distanciamiento y el enfrentamiento mediático por el cuidado de tu mamá?
–Bien. Después de tantas idas y vueltas, todo nos ayudó a reencontrarnos. Lo que pasa es que se tergiversaron las cosas: yo nunca le hice un reclamo o un pase de factura, sólo fue un pedido para que estuviera más presente en la familia. Fue un pedido mío y doy fe de que mi madre pensaba como yo. Pero finalmente todo eso nos acercó.
–¿Pudieron tener esa charla pendiente que vos le pedías?
–Sí, y mucho más que eso: hemos compartido varias cosas. Cuando lo necesitó, ella también tuvo la posibilidad de venir a buscar consejos, alguien que la escuchara y le diera una mano en un momento malo como el que le tocó [se refiere a la separación de Marina del periodista Rolando Barbano]. Sobre todo, desde que no está papá, cuando hubo alguna crisis, ella vino a expresarme lo que le pasaba y yo siempre estuve. Ahora la veo bien, más tranquila, ya el hecho de que se haya dado un espacio para pensar qué es lo que quiere y bajarse de la vorágine laboral es positivo. Cuando no tenés tiempo para vivir es inevitable que surja algún problema de estrés, depresión, lo que sea. En algún momento necesitás soltar, vivir la vida y tener contacto con la familia y los amigos, que hacen bien. Así que ella se dio esos tiempos, más allá de que uno la quería más cerca y que estuviera, está bueno que se los haya tomado para ella.
–Entre el trabajo, tu pareja, la familia y el cuidado de tu mamá, ¿tenés esos momentos para vos?
–Yo soy medio zen y todos los días me tomo mis tiempos. A veces, medito a la mañana cuando Luis se va temprano, y a la noche cierro el día con una meditación y una maratón de Netflix. Siempre me hizo bien; lo necesito. Por eso, trato de aconsejar al otro a partir de mi propia experiencia, y mal no me ha ido. Además, a esta altura de la vida hay que empezar a disfrutar estando sano. Como digo siempre, yo entreno para poder seguir viajando y caminar y caminar.
–¿Qué tipo de entrenamiento hacés?
–Tengo una bicicleta fija, remo, escalador y algunas pesas. Entreno dos horas todos los días y camino mucho. A la gira me llevo las pesitas y las bandas, y en una época me llevaba el contractor muscular. Me hace muy bien, hace muchos años que ejercito y cuando dejo de hacerlo empiezo con problemas y duermo mal. Prefiero los dolores musculares a los dolores de la vejez.
Producción: Paola Reyes Andaur
Maquillaje: Luana Clemente para Sebastián Correa
Agradecimientos: Luis Agliuzzo para Hair Experience, @bravashops, @approfessionalmakeup, @nantyr_argentina, @berniecatoira y @agenciaab
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