Puertas adentro de su búnker de La Paternal, Julián y Joaquín Baglietto se entregan a una charla relajada y divertida
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Veintiún años atrás, cuando Julián (33) y Joaquín Baglietto (27) tenían 12 y 6 años, respectivamente, no se perdían una sola función de El Principito. Tras bambalinas, espiaban y aplaudían a su papá, Juan Carlos, que debutaba como actor en el rol del Aviador. Músicos multiinstrumentistas y cantantes, con carreras propias y enorme talento, no imaginaban que algún día serían parte de la gran vuelta del clásico de Antoine de Saint-Exupéry al teatro Opera, en una nueva y lindísima versión donde el líder de la trova rosarina vuelve a ponerse en el mismo rol mientras Julián está a cargo de la composición y dirección musical y Joaquín interpreta al Hombre de Negocios.
En su búnker en La Paternal (donde funciona Doble TT, el estudio de grabación que armaron con su padre, además de la empresa familiar de producción de eventos y el depósito de la escenografía de treinta años de trayectoria de Juan), los hermanos se entregan a una charla relajada al ritmo de los recuerdos, el respeto y la pasión por lo que hacen.
–¿Cómo surgió trabajar juntos?
Julián: Nosotros somos mejores amigos, nos llevamos muy bien y trabajamos juntos en el estudio, pero también armamos telonería, luces, sonido para eventos, cantamos. Mi viejo hizo muchísimo por tener todo esto y ahora con Joaco tomamos un poco la posta del lugar, así que te diría que todos los días trabajamos juntos en algo, somos un equipo. En el caso puntual de la obra, fue mi viejo quien puso la primera moneda en la máquina para que arrancara. Por suerte José Luis Massa, dueño de Club Media, que también fue el productor en la otra versión, quiso hacerla.
Joaquín: Nos conoce de chiquitos, y salió este concepto de trabajar en familia, porque hasta este momento habíamos hecho cosas más chicas, en especial Juli.
Julián: Hace doce años toco la batería con mi viejo, pero en septiembre voy a hacer un parate. Yo también tengo mi proyecto y ellos están con muchísimo trabajo, entonces me anula todos los fines de semana. Antes tuve una banda, Huevo, hicimos tres discos, ganamos un Gardel, pero ahora soy solista. Canto, toco la guitarra, el piano, soy muy inquieto, no es que soy virtuoso de cada cosa, pero me gusta aprender.
–¿Tenerlo a Juan sobre el escenario les genera presión?
Joaquín: No, para nada. No me tocan escenas con él, pero puedo ver todo su proceso. Admiro ver cómo se supera todo el tiempo, me agarra esa emoción de hijo que me hace lagrimear mucho. Es hermoso compartir este proyecto.
–Ustedes eran sus fans la primera vez que hizo El Principito. ¿Qué recuerdan?
Julián: Era una época revoltosa para nuestra familia, mamá y papá se estaban separando. Era ir a las funciones en plan de acompañar a mi papá soltero, y a mi viejo la obra le vino muy bien porque fue un cable a tierra, lo acomodó, le dio horarios.
Joaquín: Me acuerdo cuánto lloraba al final de la obra. Y me impacta ver que veinte años después me sigue pasando, me moviliza de la misma manera. Es que es una obra muy atravesada por la emoción. Está bueno que te movilice, que te pase algo con lo que ves.
–Vos, Joaquín, actuaste de tu papá en la serie de Fito Páez y estabas igual.
–Y me ves así y nada que ver, ¿viste? Recién el día que me puse el jardinero, la boina y la peluca pensé: “Me parezco”. En cuanto a la voz, hubo un laburo, tuve que cantar como él. Tenía la ventaja, en comparación al que hizo de Fito, que yo crecí con él en el cuarto de al lado. Sin embargo, yo no conocí a ese Baglietto, porque nací en los 90.
Julián: A mí la serie me ayudó a entender más quién fue y quién es mi viejo.
–Pero ustedes imagino que ya lo tenían claro, ¿no?
Julián: Sí, pero cuando era chico no sabía por qué se le acercaba la gente en la calle. Era un niño al que le querían robar a su papá. Mi viejo siempre nos subía al escenario en el último tema. En algún punto, eso era natural para nosotros.
–¿Cómo fue esa infancia?
Julián: A los quince días de nacer me fui de gira. Papá viajaba muchísimo, era muy reconocido. Y con mamá [Jorgela Argañaras, entonces jefa de prensa de grandes figuras del rock y hoy artista plástica] decidieron que nos sumáramos para poder estar juntos. Siempre estuvimos de gira, o en los teatros, o en las casas de los artistas. Quizás por eso, aunque admiro a muchos de ellos, me choluleo más con verlo a Gallardo. Sabina, por ejemplo, es el padrino de Joaco.
Joaquín: No teníamos conciencia de todo lo que vivíamos. Lo naturalizamos. Joaquín es un padrino muy presente. Terminé el colegio e hice un viaje de tres meses por España, entre otros lugares. Un mes entero me quedé en su casa, es un genio. Cada vez que viene nos vemos como sea. Es tal cual lo ves, una persona auténtica, sin doble cara. Y tiene un humor superior.
–¿Qué recuerdan de esas reuniones en casa?
Julian: León [Gieco] venía muchísimo. Fito [Páez] también porque, más allá de papá, mamá era su jefa de prensa. De chiquito era muy fanático de su música, aún lo sigo siendo, y tocaba y cantaba todas sus canciones. Un día, me levanto después de haber salido hasta tarde, voy a la cocina y lo veo por la ventana en malla comiendo con mis viejos. Me fui a bañar corriendo, me emprolijé y salí a saludar. [Se ríe]. Lito Vitale también estaba siempre, sigue siendo el mejor amigo de papá. Joaquín: Había muchos artistas, pero siempre desde un lugar relajado: comían y hablaban de otras cosas.
Julián: Papá siempre fue un gran agasajador, le encanta cocinar, hizo cursos, viajó mucho, siempre tiene su huertita.
–Me hablaban de sus proyectos solistas. ¿Qué se viene?
Julián: Estoy por sacar mi tercer disco solista, es de boleros no tan tradicionales, por ejemplo hay un bolero que pasa a cumbia y otro a salsa. Lo estoy grabando todo acá. Y lo pienso para agosto. Este año me nominaron a un Gardel, que no gané, pero ya estuvo buenísimo que me nominaran. También estoy produciendo a otros artistas. Estuve muy metido con la música de El Principito y me siento muy agradecido con la oportunidad. Joaquín: Yo tuve una banda, PUM, con la que llegué a grabar en Abbey Road (el estudio donde grababan Los Beatles), nos separamos hace dos años porque uno se fue a vivir a Madrid. Ahora estoy con mi proyecto, mi nombre artístico es Joba, haciendo canciones más tirando a urbano, pesado, más rockero, mucha distorsión. Saqué dos singles con este proyecto que se llama Joba y Chumbita, que es una banda.
–¿Y qué pasa con el amor?
Joaquín: Estoy de novio con Abril, nos conocimos en la filmación de la serie de Fito, ella era la asistente de dirección. Fue instantáneo, de película.
Julián: Yo también tengo pareja. Con Martina, que es psicopedagoga, vivimos juntos hace cuatro años. Llego a casa y hablamos de otra cosa, es una divina total. Estoy a full, me veo papá desde muy chico y con ella se acercó más la posibilidad. Está todo bien si no sucede, pero es un lugar en el que me gustaría estar.
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