El ex modelo, diseñador, productor de desfiles y confidente de las estrellas repasa su vida con ¡HOLA! Argentina
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Nació y se crio en pleno barrio de San Telmo y es el menor de tres hermanos. “Tuve una linda infancia, pero con un padre bastante ausente”, cuenta Héctor Vidal Rivas, quien prefiere no decir su edad. “Sólo te voy a decir que soy menor que Mirtha”, lanza entre risas. Empezó trabajando como modelo y al poco tiempo se dio cuenta de que lo suyo era el detrás de escena. Entonces estudió Diseño en la escuela Delego Lagarrigue, hizo un curso de moda y arte en la École Supérieure des Arts Et Técnicas de La Mode (ESMOD) de París, en 1969, y otro curso cuando empezó la televisión en colores que le sirvió para adaptarse a lo nuevo. A principios de los 70 empezó a producir desfiles “realmente insólitos para la época. Yo era muy loco en esos años, desde la forma de vestirme hasta mi manera de encarar mi trabajo, siempre marcando la diferencia”, asegura. “Cuando Nélida Lobato volvió al país para hacer la revista Corrientes casi esquina Champs Élysées en el teatro El Nacional, yo fui a pedir que me prestaran la escenografía de la obra como marco para montar un desfile ahí. También hice la Moda argentina al ritmo de Hair en el Teatro Argentino, con la impronta de la comedia musical”, recuerda. En la televisión arrancó como responsable de la imagen y del vestuario del mítico programa Alta tensión (1971) y la novela Mi hijo Damián (1974). “Yo había ido como invitado a los almuerzos de Mirtha como tres o cuatro veces y cuando ella se mudó de Canal 9 a Canal 13, les pidió a sus productores que me convocaran para que fuera su asesor de vestuario. Eso fue hace 45 años”, cuenta Vidal, como suele llamarlo Chiquita.
–¿Cómo fue ese momento bisagra en tu carrera?
–Lo tomé como un desafío. Mirtha Legrand fue un talismán en mi carrera porque a partir de ahí, fui convocado para hacer todas las novelas de Andrea del Boca, muchas de las películas que hizo Graciela Borges, los ciclos de Oscar Barney Finn en Canal 7, el vestuario íntegro de la novela La señora Ordoñez con Luisana Brando, trabajé con Pinky, con Leonor Benedetto en Dios se lo pague, con Alberto de Mendoza. En total fueron 178 unitarios, 24 novelas, 14 películas y 22 obras de teatro. Pero en un momento dado dejé todo eso porque empecé con el Argentina Fashion Week y el Mar del Plata Moda Show. Como asesor de imagen sólo me quedé con Mirtha e hice alguna cosa puntual como el vestuario de Brujas.
–¿Qué es ser elegante?
–No estar siempre vestido a la moda. Ser elegante es saber elegir lo que te queda bien y tener buen gusto para esas elecciones. No es cuestión de tener mucho o poco presupuesto para comprar ropa.
–¿Podrías elegir los cinco mejores diseñadores argentinos?
–No me gustaría nombrar sólo cinco. Lo que yo siempre pido y me gusta es que un diseñador tenga identidad y no se dedique sólo a copiar tendencias. Te pueden gustar o no, pero Benito Fernández, Verónica de la Canal, Marcelo Senra, Claudio Cosano o Gabriel Lage tienen su propia impronta. Hay creadores nuevos como Gustavo Pucheta y Jorge Rey que son excelentes.
–¿Alguna anécdota inolvidable?
–Cuando Norma Aleandro viajó a los premios Oscar por La historia oficial llevó un vestido de Elsa Serrano, pero en realidad ese traje lo diseñé yo. Fue una idea mía. Elsa en ese momento no podía hacerlo y me dijo: “Ocupate vos”. Y se lució frente al mundo.
–¿Siempre te fue bien en tu profesión?
–No. En 2001 perdí treinta años de trabajo. Me quedé prácticamente en la calle. Me costaron años y mucho esfuerzo poder recuperarme. En 2005, además, me separé de mi mujer después de doce años de casados. Mis hijos, Santiago (41) –”Es mi hijo del corazón. Cuando me casé con su mamá, él tenía 7 años”–, Manuela (34) y Valentín (32) siempre fueron mi motor y gracias a ellos puede volver a levantarme. Los dos menores trabajaron mucho conmigo hasta hace poco, ellos eran mi llama permanente. Ahora mis tres hijos viven en Miami. Es un tema que me pone muy triste y me cuesta mucho. También tengo dos nietas, Olivia y Emilia. A la más chiquita no la conozco aún porque nació justo antes de la pandemia.
–¿Te irías a vivir afuera?
–No, sólo de visita. No se me ocurría nunca ir a esperar la carroza en Miami.
-¿Te volviste a enamorar?
–No, nunca más.
SUS DÍAS JUNTO A LA GRAN DIVA
“Después de tantos años, nos conocemos, nos respetamos, hay un vínculo familiar con Mirtha. Yo tengo una relación bárbara con Marcela (Tinayre ) y con Nacho (Viale). Es una familia que la gente no conoce realmente cómo es. A veces se hacen historias y cuentos que nada tienen que ver con lo maravillosos que son. Yo a Marcela le digo que es la bastonera de la familia, la que se carga todo al hombro. Y Nacho tiene un amor profundo por su abuela, al igual que quería tanto a su abuelo Daniel”, admite Héctor.
–¿Cómo es trabajar con Mirtha?
–Yo ya sé lo que a ella le gusta y jamás le propondría algo que no vaya con ella. Además, Mirtha tiene un sentido de la estética muy grande y eso facilita todo. Es la elegancia en persona. En estos 45 años, creo que debe haber usado sólo tres veces un diseñador de afuera. Siempre trabajé con creadores argentinos que ella hizo muy famosos.
–¿Qué no se pondría nunca?
–Algunos colores como el bordó, el verde botella…
–En la última tapa de ¡HOLA! que hicimos con Mirtha la fotografiamos en bata, una imagen nunca vista. ¿Cómo lograste convencerla?
–Le dije: “Vamos a hacer algo distinto, ¿qué te parece?”. Y así fue como salió.
–¿Discuten, se pelean?
–No, muy pocas veces. Una sola vez me enojé mucho, pero fue hace muchísimos años. Fue en Mar del Plata, ella estaba haciendo el programa en el Hotel Provincial, pero nunca contaría por qué fue. Con Mirtha tenemos una relación increíble, somos familia. A veces son las dos de la mañana y estamos whatsappeando. Mirtha maneja el WhatsApp como nadie, es una maravilla.
–¿Cómo ves a Juana al frente de los programas de Mirtha?
–Me gusta, la veo siempre, es una auténtica Juana.
–¿Te gusta su vestuario?
–No siempre, pero tiene un estilo, se jugó por un diseñador… Lo que observo es que a veces sale vestida de señora mayor o muy tapada en lugar de ser más Juana. Está vestida por el número uno de Argentina, que es Gino Bogani. Él pone la vida vistiéndola y que, en esta etapa de su vida, Gino tenga a una figura como ella es un gran regalo.
–Y vos, ¿cómo manejás tu ego?
–Soy de bajo perfil y tengo muy en claro que quien tiene que brillar es la figura. Prefiero que mi trabajo hable por mí. Todas las figuras con las que trabajé y trabajo siempre me respetaron mucho y confían en mí. Por supuesto que en todos estos años vi cosas en los camarines y en los es - tudios de televisión, pero las guardo para mí. Tengo miles de anécdotas y secretos de las estrellas que jamás contaría. Imagi - nate que había figuras que me pedían en sus contratos, mirá si voy andar contando esas cosas. Yo tengo códigos.
Agradecimientos: Park Tower, a Luxury Collection Hotel Buenos Aires, Mabby Autino y Caro Hermida
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