Es odontólogo y el responsable de la sonrisa perfecta de Pampita. En su primera producción para una revista, habla del “vínculo de mucho amor” con la modelo y conductora y revela: “Siento que siempre fui un gran apoyo para Caro”
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De su infancia en Doblas, el pueblo de La Pampa donde se criaron los hermanos Ardohain, tiene los mejores recuerdos. Pero Guillermo (37) admite que su vínculo con Carolina (43) –en total son cuatro los hermanos Ardohain– se hizo más fuerte cuando ambos vinieron a vivir a Buenos Aires. Ella ya era Pampita cuando él llegó para estudiar Odontología en la UBA. “Mi especialización fue en cirugía, implantes y prótesis. Con el tiempo orienté mi carrera a la estética dental con cursos que vengo haciendo desde hace varios años en la Universidad de Barcelona para estar siempre a la vanguardia”, nos cuenta Guillermo, responsable de la sonrisa perfecta de Pampita. De novio con Malena Zermoglio (22 años, estudiante de Bioquímica), se dispone a la charla con ¡HOLA! Argentina.
–¿Qué opinás del blanqueamiento de dientes que, en muchos casos, queda tan antinatural?
–En realidad, cualquier cosa que se haga en la boca de un paciente tiene que ser armoniosa. No se puede pensar sólo en blanquear, también hay que tener en cuenta las facciones de la cara, el tono de la piel… No se puede estandarizar. Cuando vienen y me dicen “Quiero la sonrisa de tu hermana”, tengo que explicarles que no es así como trabajo. También hay que educar a los pacientes para ir lentamente con los cambios.
–Además de Pampita, ¿qué otros pacientes famosos tenés?
–Luli Fernández, Barby Franco y muchos otros que prefieren que no los nombre. También vienen muchos jugadores de fútbol: Matías Suárez (River Plate), Sebastián Driusi –que vive en San Petersburgo–, Ariel Rojas (Central Córdoba). Además, atiendo a sus mujeres y a sus hijos.
–Y también atendiste a Messi…
–Eso fue algo increíble. En 2018, mientras estaba haciendo un curso en Barcelona, tuve la suerte de atenderlo a través de unos amigos que tenemos en común.
–¿Se hizo un blanqueamiento?
–En realidad, le hice un mantenimiento básico, una limpieza… Fue muy claro y me confesó que ni loco se hacía un blanqueamiento de dientes. “Yo no puedo aparecer con algo raro en la boca”, me dijo. Se podría haber hecho algo progresivo, pero tampoco quiso.
LOS AMORES DE SU VIDA
–¿Cuánto hace que estás de novio con Male?
–Hace dos años. Nos conocimos por amigos y fue un flechazo. Estamos conviviendo desde hace unos meses y es un gran pilar en mi vida. Me acompaña y me banca. Por suerte, estoy trabajando mucho, a veces sábados y domingos incluidos, y cuando llego a casa cansadísimo, ella me rescata de ese agotamiento.
–¿Es muy pronto para hablar de casamiento?
–Yo soy medio como mi hermana Caro con la idea del casamiento. Me encantaría casarme, pero Male está estudiando Bioquímica y la idea es esperar a que ella se reciba.
–¿Siempre fueron tan compinches con tu hermana como se los ve ahora?
-Siempre tuvimos un vínculo de mucho amor. Al ser hermanos de diferentes madres, cuando éramos chicos, no nos veíamos tanto como ahora, pero siempre fuimos muy unidos. Y una vez que los dos estuvimos instalados en Buenos Aires, ni te digo. Sus hijos también son un lazo muy fuerte con Caro. Nos encanta pasar los fines de semana todos juntos. Hace un par de años, cuando ella estaba en el Bailando y además tenía su propio programa, yo era el primero en la lista del colegio para poder ir a buscar a los chicos.
–¿Cómo sos como tío?
–¡Amo con locura a mis sobrinos! Los tres son tan buenos, cariñosos y demostrativos… Si pasa una semana que nos los voy a ver, me lo recriminan. [Se ríe]. Con Bauti y Betrán le damos duro a la Play y con Beni, como es más chico, jugamos a los autitos o salimos a andar en monopatín por el barrio. Si te descuidás, son siete u ocho horitas que me tienen en exclusiva para ellos.
–¿Cómo estás con la dulce espera de la nueva sobrina?
–¡Estamos todos tan babosos! El otro día Caro me mandó una ecografía y quedamos embobados. “Mirá la naricita, se parece a Beltrán”. “Ay, sí, tenés razón”. Estamos muy ansiosos por conocerla.
–¿Cómo definirías a Caro como hermana?
–Es muy compañera, sabe escuchar, me da los mejores consejos y siempre tiene la palabra justa. También me va a decir eso que quizás yo no quiero escuchar, pero lo hace con tanto amor que te cae bien. ¡La amo! Pasamos muchas cosas difíciles juntos y siempre estuvimos ahí para darnos ese abrazo y ese empujón tan necesarios. Papá murió cuando éramos chicos y eso fue un golpazo para todos… Y ni hablar cuando pasó lo de Blanquita. Me acuerdo que me instalé mucho tiempo en Chilepara acompañarla. Yo siento que siempre fui un gran apoyo para Caro y, obviamente, ella también para mí. Es tan importante saber que nos tenemos… Ahora también está Rober [Roberto García Moritán], que es un tipazo y una gran contención.
–¿Cómo es ser el hermano de una de las mujeres más deseadas de Argentina?
–¡Al principio mis amigos me volvían loco! Me acuerdo de unas fotos que hizo con unos hot jeans que fueron una revolución. Cuando era más chico, me enojaba muchísimo, pero después aprendí que era más sano no darle importancia. ¡Y eso que a veces se zarpaban con las cosas que me decían!
–¿Algo que recuerden de su infancia?
–Cuando íbamos a la casa de nuestro abuelo, a Caro le encantaba armarse una casita para jugar con sus muñecas. Ella fue siempre muy ordenada y meticulosa con sus cosas y como yo era más bardero, nunca me dejaba entrar. Entonces yo esperaba que saliera un minuto de su casita, le agarraba todas las muñecas y se las tiraba a la pileta. Todo el tiempo le hacía lo mismo. ¡Pobre, cómo lloraba! Hoy nos acordamos y nos morimos de risa.
–¿Qué es lo que más te molesta que se haya dicho de ella?
–Trato de engancharme mucho porque si ella no se engancha, yo sería un desubicado si saliera a decir algo. Igualmente, no puedo evitar indignarme cuando escucho una mentira. Caro, como nadie, sabe cómo es el juego mediático y si yo la veo bien, con eso me basta y me sobra.
–¿Cómo es Pampita como paciente?
–La más exigente que tuve en toda mi carrera. A veces me llama un domingo a la noche tarde para pedirme que vayamos al consultorio porque al otro día tiene que hacer fotos y quiere un retoque en los dientes. ¡Y ahí estoy! Ella tiene un ojo estético increíble así que todo lo que me pide, se lo hago.
–Tenés el peso de ser el responsable de su sonrisa, una marca registrada en su carrera.
–Claramente, eso me abre puertas, pero también me genera mucha presión y exigencia en mi trabajo porque de alguna manera estoy más expuesto.
–¿En algún momento te ofrecieron estar en el Bailando, por ejemplo?
–No fue una propuesta formal, pero algo hubo. Igualmente, yo nunca aceptaría porque me parece que no es compatible con mi profesión, algo que amo y le dedico muchas horas de mi vida.
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