Después de un zoomple improvisado en 2020, el festejo tuvo un dejo de “vieja normalidad”. No hubo baño de masas, pero sí una visita a la ciudad de Eindhoven con distancia social
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Es una de las festividades más esperadas de Holanda, el día en que el pueblo neerlandés sale a las calles para festejar el cumpleaños de su Rey, una jornada de música y alegría. Pero como el año pasado, el Día del Rey, que tiene lugar el 27 de abril desde que Guillermo Alejandro (54) es soberano, debió celebrarse con limitaciones a causa de la pandemia del coronavirus, que ya va por su “cuarta ola” en varios territorios de Europa. Las restricciones fueron menos contundentes que las de 2020, cuando Su Majestad se vio obligado a cambiar sobre la marcha y festejar de manera virtual, desde el aislamiento con su familia en el Palacio de Huis Ten Bosch, su residencia oficial en La Haya. Y aunque el encuentro con el pueblo debió ser pospuesto una vez más (las reuniones sociales en Holanda siguen limitadas), en esta oportunidad el Rey pudo celebrar su cumpleaños de una manera más normal.
¿Hubo público? No. ¿Hubo fiesta en las calles? Tampoco. Pero al tradicional posado con la reina Máxima (49) y las princesas Amalia (17), Alexia (15) y Ariane (14) en las puertas de palacio le siguieron una serie de actividades pensadas al detalle por la Casa de Orange para devolverle al menos un atisbo de alegría a una fecha tan importante para los holandeses.
UN SIMPÁTICO VIAJE A LOS AÑOS 70
Tras sonreír para la cámara y compartir el retrato prácticamente en simultáneo en su cuenta de Instagram oficial, la familia real puso rumbo, bien temprano, al High Tech Campus de Eindhoven, un polo tecnológico a 150 kilómetros de La Haya, donde están instaladas las compañías más innovadoras. Guillermo Alejandro y sus “chicas” fueron protagonistas de juegos, pruebas y entrevistas en vivo. Todo fue transmitido en directo por la página web de la Casa Real y en cada una de las actividades, los Reyes y sus herederas hicieron gala de su apreciada espontaneidad.
El highlight fue el desfile de autos organizado por el alcalde de la localidad, quien invitó a Guillermo y a su heredera, Amalia, a encabezar la procesión a bordo de un auto especial. Se trata de un simpático descapotable (el modelo se llama Kinio), de la automotriz holandesa DAF, que perteneció a los Orange y que en la actualidad está exhibido en el museo de Eindhoven.
El Rey y Amalia fueron puras risas a bordo del móvil de colección, sin puertas y con asientos de mimbre. Fue la primera vez, en décadas, que se vio rodar al Kinio que solía manejar el padre del Rey, el príncipe Klaus, durante los veraneos de los Orange en la Toscana, cuando Guillermo era un bebito que viajaba en la falda de su mamá, la entonces princesa Beatriz. Diseñado en 1966 por Giovanni Michelotti, quien lo pensó como un vehículo para ir a la playa, el descapotable era el “juguete” con el que los padres del soberano se movían por la costa italiana. La familia real, de hecho, aún conserva Porto Ercole, la conocida casa de vacaciones de la reina Juliana, abuela del Rey.
¡QUE SIGA LA MÚSICA!
Por la tarde, los festejos virtuales se trasladaron a La Haya. Más precisamente, al Palacio de Noordeinde, uno de los cuatro edificios oficiales de la monarquía holandesa, donde los soberanos y las princesas acudieron a un concierto que también fue transmitido para que todos pudieran verlo desde casa.
Cambiados a looks más cómodos que los que llevaron por la mañana, los cinco fueron testigos privilegiados del ensayo y el show de The Streamers, una banda creada en 2021, que tiene más bailarines que músicos y que nació con un fin: convertirse en el primer grupo en dar shows sólo por streaming y nunca en vivo.
Si por la mañana se la había visto a Amalia con abrigo y blusa celeste y pantalón verde, la princesa repitió fórmula para el último compromiso de la jornada, pero en tonos más neutros. Más formal que Alexia y Ariane, quienes vieron el show en zapatillas, la heredera del trono neerlandés tuvo un mayor protagonismo que sus hermanas a lo largo del día y dejó en claro que está lista para asumir compromisos propios cuando la Corona así lo requiera.
La última vez que el mundo había visto a las hijas de Guillermo y Máxima fue en julio de 2020, cuando la Casa Real difundió los retratos oficiales de la familia. El comentario fue lo mucho que crecieron las princesas Orange y lo simpática y suelta que es Amalia, atributos que heredó de su mamá.
El Día del Rey concluyó con un muy necesario aire de “vieja normalidad”. El pueblo, agradecido por el esfuerzo (y el show), aplaudió.
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