Tras la muerte de su madre y a veinte años del asesinato de su marido, Miguel “Vasco” Lecuna, la actriz y participante de MasterChef Celebrity se anima a un balance y se sincera sobre el paso del tiempo: “Decidí no seguir operándome porque vamos a quedar todas iguales y alguien tiene que envejecer”
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Es una anfitriona de lujo, atenta a todos los detalles. Georgina Barbarossa (66) nos recibe en su departamento de Barrio Norte y enseguida ofrece una porción de torta recién salida del horno, mientras terminan de maquillarla y de peinarla para las fotos. Después de la producción, se entrega a la charla con ¡HOLA! Argentina, haciendo gala de su sinceridad y su humor ácido.
–¿Cómo definirías tu presente?
–Estoy en un gran momento. Por primera vez me encuentro sola, no tengo que cuidar a nadie más que a mi perro. Mis hijos son grandes y ya tienen su vida. Por primera vez, me ocupo de mí y me animo a priorizarme. Sumado a que estoy en MasterChef y eso me genera una alegría infinita porque me sirvió para redescubrirme como cocinera. Siempre que me encontré en la cocina lo hice como mamá y de repente, me veo haciendo platos que jamás había intentado. Es un desafío, un descubrimiento de sabores y de aprendizajes. En casa cocino cosas completamente diferentes, más saludables… Mis hijos son los que se lucen con las ollas, es un legado que heredaron de su papá. Yo acostumbraba a irme al teatro y los chicos se quedaban cocinando con el padre.
–Hace siete meses murió tu mamá, con quien conviviste durante diez años.
–Vivíamos juntas porque mi hermana se mudó a España y mi hermano está en Córdoba, y cuando se quedó ciega, decidimos convivir porque era la única manera de que yo estuviera tranquila y que la pudiera cuidar. Al lado de ella, aprendí a tener templanza. Me dio una clase magistral sobre la paciencia… Si yo me hubiera quedado ciega, habría sido malísima. Sin embargo, ella nunca cambió su carácter. A pesar de que de la noche a la mañana se quedó ciega, porque le dio un ACV en el nervio óptico de los dos ojos, nunca se molestó. Por suerte, estuvimos juntas hasta último momento y pude despedirme de ella.
–¿Cómo fue volver a vivir sola?
–Horrible. Inclusive mi perro López, que estaba siempre acostado arriba de su cama, también se tuvo que acostumbrar a estar solo. Los dos tuvimos que aprender.
–Hace dos años dejaste la casa en donde criaste a tus hijos y te mudaste a este departamento.
–Sí, mis hijos ya se habían ido, era una casa muy grande y me agarró el síndrome del nido vacío. Todavía me cuesta adaptarme porque viví en esa casa más de treinta años. Por suerte, pude comprar este departamento que parece una casa por los techos altos, los ambientes son cómodos y me entraron los muebles, pero extraño el jardín, colgar la ropa al sol…
–¿Qué cosas te gustan hacer en la intimidad de tu casa?
–Leer, escuchar música, limpiar, ordenar. Tengo poco tiempo libre porque trabajo mucho. Ahora también estoy preparando dos unipersonales.
–Este año se cumplen veinte años del asesinato de Miguel, tu marido. ¿Cómo lo recordás?
–Siempre lo tengo presente y cada día lo extraño más. Mirá que intenté tener parejas, pero el Vasco fue el gran amor de mi vida, es difícil de igualar. Lo que más extraño es la escena familiar, cuando hacía el asado y con alguna parte del cajón de madera le hacía unas espaditas a los chicos para que jugaran. Toda esa escena quedó guardada en mi corazón, pero no puedo siquiera instalarme en nuestra casa de Villa Giardino (Córdoba) porque me muero de extrañitis. Viviría allí porque planté más de 120 frutales, creé un microclima arriba de la montaña, saqué todas las piedras, pero a la vez extrañaría mucho a los chicos, no me alcanza con verlos una vez por mes, necesito verlos sí o sí una vez por semana.
–¿Sos una madre presente?
–Sí, pero trato de no ser invasiva, sé que los audios de WhatsApp no pueden ser largos porque si no no los escuchan, hay que escribir si quiero que me lean rápido, pero ellos son muy amorosos y tienen parejas divinas.
–¿Te considerás una buena suegra?
–Sí, nunca lo imaginé, pensé que iba a ser una yegua, pero como los veo felices, no me importa nada. Me encantaría que tengan hijos, pero por el momento tengo nietos por parte del Vasco, que son los hijos de Lucrecia, a quien quiero como a una hija del corazón. Cuando nos juntamos, la que me trae a casa es Blanca, su mamá, la primera mujer del Vasco. Somos una familia muy ecléctica que se reúne para Navidad, cumpleaños… Nos llevamos todos muy bien.
–¿Te pesa el paso del tiempo?
–Jamás miento con la edad, porque me siento de 27. Hago un montón de cosas y cuando canso, me doy cuenta de que es porque tengo 66 años. Sólo miento con el peso porque trato de cuidar mi imagen y por eso me hice cirugías estéticas, lifting, me operé de los párpados... Pero todo después de que enviudé, antes decía que no me iba a operar porque tenía miedo de morirme en la anestesia. Cuando mataron al Vasco, todos esos miedos desaparecieron. Pero decidí no seguir operándome porque vamos a quedar todas iguales y alguien tiene que envejecer.
–Trabajás desde muy joven.
–Desde los 18 años que trabajo y jamás frené. Empecé trabajando en Aerolíneas Argentinas y ahora, para cuidarme por la pandemia, decidí tomarme un mes de licencia en la obra de teatro. Pero, si se puede, después de MasterChef tengo ganas de tomarme unas vacaciones. Me encanta viajar.
–¿Te da miedo el Covid?
–No. Le tengo respeto, soy loca, pero no como vidrio. Me cuido, entrás a casa y hay un set para limpiarte de arriba abajo. No le tengo miedo a la muerte, sí soy cuidadosa con las enfermedades, pero tengo una mentalidad positiva.
–¿Te gustaría volver a enamorarte?
–Estoy soltera, pero tengo pretendientes. Lo que no tengo es tiempo. En un momento me volví a enamorar, lo intenté, pero duramos menos de tres años. La pasé bien, pero me doy cuenta de que más allá de mi familia, cuando quiero salir lo hago con mis amigos.
–¿Entrarías a una aplicación para buscar pareja?
–Me la bajó una amiga, pero me muero de vergüenza. No me imagino que venga un tipo al que conozco poco y nada a preguntarme de mi vida, no me dan ganas. Debería ser alguien muy divertido y culto, pero por ahora no lo veo posible en mi vida.
Producción: Laura Fernández
Maquillaje: Lourdes Costa (@luleramakeup)
Peinado: Javier Luna
Agradecimientos: Ximena Puig, Sathya, Adriana Costantini, Luna Garzón, Luz Príncipe
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