De bajísimo perfil, Valeria Repetto descubrió su verdadera vocación a los treinta años, en medio de una crisis personal
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Valeria Repetto (40), la segunda hija de Nicolás Repetto y Cecilia Fontanarrosa, se define como una persona muy inquieta y de espíritu aventurero. Probó todo tipo de actividades: desde danza escocesa, ritmos urbanos, hip-hop y zapateo americano hasta vóley, wakeboard y snowboard. Pero fue el crossfit la disciplina que realmente le cambió la vida a sus 30 años. “Estaba atravesando un momento personal que no era bueno, mucho estrés, ansiedad y ataques de pánico, y necesitaba hacer un cambio drástico, algo que me motivara. En ese momento conocí un lugar cerca de mi casa donde hacían este tipo de actividad. Arranqué y no pude parar”, cuenta a ¡HOLA! Argentina en una charla distendida después de mostrar su destreza deportiva en las instalaciones de Cross 300 Fitness Club, el centro que montó en Escobar junto con su marido, Hernán “Chino” Keen, hace siete años.
–Fue algo que empezaste como hobby y se convirtió en tu vocación…
–Me ayudó con lo que me pasaba y es algo que hoy veo con la gente que viene a mi box: te cambia radicalmente y, aunque después de ejercitar te duela todo, el estado de ánimo es otro. Siento que lo físico y lo estético quedan en un tercer plano, es mucho más importante lo emocional y la comunidad que se forma cuando se entrena. En mi caso, además me permitió descubrir a la deportista que había en mí. Trabajaba como tripulante de cabina de pasajeros en vuelos, y a la par me empecé a preparar para competencias y a capacitar porque sabía que quería vivir de esto. Hice cursos de levantamiento olímpico, pesas rusas y todo lo gimnástico. Después de dar clases en distintos lugares y una vez que me sentí preparada, mi marido y yo, con mucha valentía, dejamos nuestros trabajos e invertimos nuestros ahorros para poner este box.
–¿Fue difícil asumir ese riesgo?
–Era la única forma de poder hacerlo, con valentía. Fuimos papás jóvenes [se conocían del colegio y se pusieron de novios a los 19 años] y estábamos en un trabajo que no nos gustaba. Dijimos: “Soltemos lo seguro y crucemos los dedos”. En realidad, somos muy kamikazes, muy mandados en todo. Y yo nunca quise que el miedo tomara las decisiones por mí. Por suerte, salió bien. Lo laburamos a pulmón, estábamos doce horas por día dando una clase atrás de la otra. Nos mudamos a Ingeniero Maschwitz, cerca del box, y cambiamos a nuestras hijas de colegio [Morena y Alma, que en ese momento tenían 10 y 8 años].
“ERA UNA LOCURA”
–¿Cómo es la relación con tu padre?
–Tengo relación, pasamos por muchos momentos de mayor cercanía y otros de menos. Las familias ensambladas tienen cosas divinas y otras complejas. Con mi hermano Nico, los hijos más grandes, vivimos todo: desde un padre no famoso hasta su explosión, allá por Fax, Nico, Sábado Bus, cuando nosotros éramos preadolescentes.
–¿Cómo te llevabas con tanta exposición?
–Tenía como una doble realidad. Siempre viví con mi mamá, su marido y mis otros hermanos. Entonces, mi rutina era normal. Después, en paralelo, estaba todo el éxito de mi papá. Cuando me iba de vacaciones con él era una locura, nos perseguían los fotógrafos, se nos metía gente en el jardín, no podíamos estar en la playa... Paseaba por los dos mundos, pero el noventa por ciento de mi vida era en un hogar con perfil bajo, y me quería morir cuando caía a una fiesta y me cantaban el “Uca chaca” o “Decime cuál, cuál, cuál es tu nombre” [las canciones de los programas de televisón de su padre]. Yo era adolescente y pensaba: “¿Por qué ligo esto de rebote si no tengo nada que ver?”.
–¿Por eso le “escapaste” al medio?
–No es que me planteaba escapar del medio, simplemente no era mi camino. Cuando terminé el colegio y no sabía qué quería hacer, me dijeron: “Bueno, tenés que laburar”. Estuve un año en la productora de mi papá y me encantó la experiencia, pero con mi hermano Nico siempre tendimos a ir para el otro lado. Hoy, por ejemplo, me encantaría participar en algún programa de aventuras y desafío físico. No me da miedo exponerme, pero lo haría por algo que a mí me divierta y me motive.
–Tu papá dijo alguna vez que se arrepentía por no haber estado tan presente.
–Yo no cargo con nada que sea de mis padres. Tuve una infancia linda y me sentí siempre muy querida. Trato de no quedarme escarbando en el arrepentimiento o metiéndome el dedo en mis propias heridas y errores. Mi papá me tuvo de muy joven y yo igual a mi hija Morena [tenía 21 años]. Pero para mí fue lindo, lo disfruté y me llenó de desafíos. Lo hice con mucho amor y hoy la veo y me siento muy orgullosa.
Maquillaje y peinado: Natali Pomasoncco para Sebastián Correa Estudio
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