En su casa, los actores posan junto con su heredero, quien ya debutó en la pantalla grande
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Los Legos estaban desparramados sobre la alfombra del living que mira a una gran avenida porteña, y Valentino “Nino” Vena (9) estaba concentradísimo montando las piezas cuando llegó la propuesta: “Cuatro años atrás, el director Federico Palazzo nos llamó para ofrecerle a Nino un papel en Yo nena, yo princesa. Como no sabíamos bien qué responder, se lo preguntamos directamente a él”, recuerdan Fabián Vena (55) y Paula Morales (41), los padres de Nino. Él, que había estado escuchando la conversación en silencio, levantó la cabeza y, sin dudar, dijo: “¡Acepto!”. Así fue como Nino Vena ingresó a primer grado de la primaria casi en simultáneo con su carrera cinematográfica: personificó a Elías, el hermano mellizo de Luana Mansilla, la primera chica trans de la Argentina y del mundo en acceder al DNI con su identidad autopercibida. “Fue una experiencia increíble”, evocan hoy Fabián y Paula, quienes también tuvieron participación en el film: ella, como directora del colegio; y él, como un asesor de menores. El año pasado, Nino fue convocado para personificar a un joven Dante Alighieri en Dante y Beatriz. “Estaban buscando al Dante adulto… y lo llamaron a Fabián. [Se ríe]. Ahora Nino le consigue trabajo al papá”, dice Paula, divertida, a ¡HOLA! Argentina.
–¿Lo acompañaron a Nino en los rodajes?
Paula: ¡Sí! Nino, además, entiende todo. Ha vivido la actuación desde que estaba en la panza. ¡Tenía sólo 2 años y, a media lengua, se sabía los textos de Casa Valentina, una obra de teatro que hicimos juntos con Fabián! Entendía, incluso, cuándo hacer silencio porque los actores estaban en el escenario. Cuando la obra terminaba, saludaba con nosotros.
Fabián: Insistimos en mostrarle el lado b: le explicamos que tenía que ensayar, ser corregido por el director, repetir escenas. Quiso hacerlo de todos modos. Nosotros queríamos que no perdiera el marco de la infancia, que lo tomara de forma lúdica. Personalmente, me conmovió verlo disfrutar este mismo camino que compartimos con Paula.
Paula: Cuando nominaron a Nino como “Mejor Actor Revelación” por su trabajo en Yo nena, yo princesa hablamos mucho con él. Mientras Fabián le repetía que no siempre se gana un premio, que el mejor trabajo es el que se hará mañana, él ya lo había entendido: y estaba en otra, queriendo volver a sus Legos, a sus rompecabezas, al fútbol.
–¿Conoce los trabajos que hicieron ustedes?
Fabián: Algo de Mosca & Smith [la serie de 2004 que Vena protagonizó con Pablo Rago]. También le mostré La banda del Golden Rocket [la icónica telecomedia de los 90, gran semillero de actores]… pero porque había una aparición de Diego Maradona. [Se ríe]. Cuando volví a verlas con él, quedé impactado: me vi igual a Nino, con los mismos gestos.
–¿Les preocupa que elija un camino que, muchas veces, es inestable?
Paula: Él recién está en la primaria; no tiene que definir su futuro ya. Pero si le gusta, lo apoyaremos. Que encuentre una pasión en la vida es maravilloso. Ahora, alimentamos sus ganas.
Fabián: Yo me abalancé sobre la actuación, que es un oficio milenario y parte fundamental del arte y de la cultura de un país, desde muy chico. Tiene sus vaivenes, sí, pero ¿qué trabajo no los tiene?
–Mencionaron recién la pasión. ¿Cuál dirían que ha sido la fórmula del éxito para estos diez años que llevan juntos?
Fabián: En estos diez años lo fundamental fue el amor. Sólo si hay amor podés avanzar. Nosotros nos encontramos, nos amamos y quisimos armar una familia. Y ya veníamos con hijos de otras parejas. Cuando empezó nuestra relación, Benicio [17, fruto del primer matrimonio de Paula con el músico Martín Lembo], Vida y Cielo [las hijas del matrimonio de Vena con la actriz Inés Estévez; de 11 y 13 años, respectivamente] eran chiquitos y la sorpresa fue que se llevaron bien desde el inicio. El nacimiento de Nino terminó de unir a todos los hermanos.
Paula: Al principio, trabajamos para ensamblar la familia. Había que modificar muchas cosas en nuestras vidas y en las de los chicos. Fabián tenía una determinada dinámica con sus hijas y yo, que venía de vivir sola con Benicio, enseguida quedé embarazada de Nino. Una psicóloga con quien yo estaba haciendo terapia nos ayudó; había mucho para aprender… Son muchas voluntades, cada una con sus diferentes edades, personalidades y actividades. Seguimos consultándola si tenemos que aclarar algún tema.
Fabián: Intentamos tener una organización familiar en la cual todos estén felices. Si un año Paula tiene más definidos sus proyectos, yo me acomodo; y viceversa. Los cuatro chicos, por suerte, se adaptan a nuestra vida, que no tiene rutina, no siempre llegamos a casa a la misma hora. Las ocho últimas temporadas las hicimos en Mar del Plata o en Carlos Paz: con la excusa de ir a trabajar allá, ellos van a la playa o a la pileta; están con los hijos de nuestros compañeros de elenco. Este es el primer año que decidimos quedarnos en Buenos Aires y la primera vez que Nino va a la colonia.
–Con tantas voluntades, como dicen, ¿tienen tiempo para estar en pareja?
Paula: Es un trabajo diario que, a veces logramos, y otras veces no tanto. Hemos pasado por diferentes momentos: en algunos, podemos conectar más que en otros. En ocasiones, cuando estamos con mucho trabajo –o, como ahora, que Fabián viaja para hacer Quién soy yo en la Costa y yo me quedo en Buenos Aires con los chicos–, tratamos de llevarlo de la mejor manera posible. ¡La perfección no existe!
Fabián: Cuando sabemos que vamos a tener momentos juntos, no los soltamos. Si vengo de hacer una función, Paula está esperándome con la comida y una copa de vino. Yo hago lo mismo si ella llega tarde [Paula está haciendo Sólo sexo, en el Teatro Picadilly]. Nos gusta estar juntos. Nos sentamos en la barra de la cocina y charlamos. Somos bastante trasnochadores… y la charla nunca falta: tenemos la necesidad de compartir las cosas que nos pasan.
–¿Es verdad que de lo único que hablás es de actuación, Fabián?
Fabián: [Se ríe]. Es una deformación profesional, que, si bien sabía que la tenía, no me había dado cuenta de que era tan fuerte. ¡Fue Nino quien me la marcó! Una vez, mientras estábamos hablando con Paula, Nino dijo: “¿Ves? No parás de hablar de actuación”. Paula me miró y empezó a reírse.
Paula: ¡Es que todo lo lleva al plano del teatro, de la técnica, de la construcción de los personajes! A mí me encanta. De hecho, no podría estar al lado de alguien sin pasión. Y si hay una persona apasionada con lo que hace, ese es Fabián. Una vez, le conté que tenía problemas con el texto de una obra que estaba haciendo y él empezó a tirarme tips: “Probá con esto, con lo otro, hacé tal cosa”. Llegaba a casa y me esperaba ansioso para ver si habían resultado sus recomendaciones. “¡Tenés que dar clases!”, le dije.
Fabián: Nunca se me hubiera ocurrido abrir una escuela de actuación de no haber sido por ella. Paula es de esas personas que están pendientes del otro, de que le vaya bien. Es generosa. Es una profesional increíble, de gran exigencia y de compañerismo. Su espíritu de vida es, para mí, un ejemplo. Basta que yo me despierte cruzado y vea su alegría para darme cuenta de que la vida pasa por otro lado. Agradezco, honro y disfruto cada uno de sus gestos. Soy leonino, con algunas características negativas que sigo tratando de amainar; y, recostarme en ese lado de la vida que tiene ella –mucho más cerca del disfrute y de la felicidad– me cambió la manera de ver las cosas.
–¡Esa es una auténtica declaración de amor! ¿Siguen esquivándole al casamiento?
Fabián: [Se ríe]. ¡Ay!, ese tema lo maneja ella. En estos diez años que estamos juntos no conseguí mucho. Aunque no lo veo posible, no pierdo la esperanza.
Paula: Fabián bromea, pero yo no le veo el sentido. Además, organizar una fiesta implicaría mucha energía. Los dos coincidimos en nuestras inmensas ganas de seguir para adelante. Nos da mucha emoción mirar hacia atrás y ver todo lo que construimos juntos.
Producción: Paola Reyes
Maquillaje y peinado: Joaquina Espínola
Agradecemos a Reina Batata, Touche, Lacoste, Mishka, Compañía de Sombreros y Mimo & Co
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