Íntima de Pampita, la actriz y periodista crió a Benjamín, su hijo mayor, sola. Embarazada de cinco meses y en pareja desde hace tres años con Juan, nos comparte los detalles de su dulce espera y revela: “Hoy estoy parada en otro lugar”
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La espera de su segundo hijo la encuentra mucho más armada que hace trece años, cuando se convirtió en mamá por primera vez y decidió separarse. En pareja con Juan (38), de quien prefiere no hablar mucho para preservar su intimidad, Ángeles Balbiani (40) está muy ilusionada con este nuevo embarazo, que pronto inaugurará un nuevo capítulo en su historia de amor, que ya lleva tres años y una linda convivencia.
“Pensé que iba a ser mujer, pero ya nos enteramos de que es varón. Tengo fecha para el 23 de diciembre. Mi bebé va a tener cuatro meses de diferencia con Anita, que al principio es un montón y después ya no”, cuenta la actriz y periodista. Se refiere, por supuesto, a la beba de Carolina Ardohain, una de sus mejores amigas, y Roberto García Moritán, cuyo nacimiento le dio muchísima alegría.
A Angie, el mote de “amiga de” no le molesta en lo más mínimo. Es más, le da orgullo ser íntima de la modelo y conductora de tevé, a quien conoció hace veinte años, en la telenovela teen Rebeldy Way. “Eso sí, no me gusta farolear nuestra amistad. Prefiero a la Carolina que toma mate y que está sin una gota de maquillaje. No me disgusta la celebridad, pero mi amiga es la Pampita real”, cuenta la panelista de Editando tele, en su primer reportaje con ¡HOLA! Argentina.
Cuando Benjamín –su primer hijo– era bebé, Angie se apoyó muchísimo en la estrella, que se había convertido en mamá de Bautista Vicuña, su hijo mayor, por esa misma época. Nuestra entrevistada recuerda con cariño las tardes que pasaban juntas en Plaza Alemania con los chicos y se hacían compañía. “Íbamos todos los días, veíamos películas y hacíamos piyamadas en su casa. Fue una época muy de burbuja para las dos. Estábamos en ese trip propio de la maternidad…”, recuerda Angie, que está a punto de completar el quinto mes de embarazo y se siente genial.
–Sigue dando vuelta la idea de que están peleadas.
–Me lo preguntaron más de una vez, y no es así. Debe ser porque tomé la decisión de dejar de sacar fotos en situaciones íntimas con ella. Me di cuenta de que había muchas personas que utilizaban la imagen de Caro para bien o para mal, y decidí que mi amistad iba a estar por encima de eso y que la iba a resguardar aún más. Si yo quiero estar con Anita, ese rato es para mí. No necesito que nadie más lo vea.
–Hace unas semanas, Carolina fue criticada por sacar a la beba de su casa con muy pocos días de vida.
–Ella lo quiso hacer así y está bien. Cada uno hace lo que quiere y lo que puede, lo que pasa es que es muy difícil entenderlo.
UNA ESPERA MUY DULCE
–Pasaron trece años desde que fuiste mamá por primera vez. ¿Cuán distinto es este embarazo al anterior?
–Esta vez me siento amada y acompañada. Con el papá de Benja no me pasaba eso y nos separamos poco después de su nacimiento. El día que nació, me di cuenta de que no le iba a poder dar una familia feliz a mi hijo y entendí que lo sano era seguir sola. Fue doloroso y triste, pero mi proyecto de familia terminó siendo el que armé con Benjamín y fue espectacular.
–¿Cuándo decidiste que era hora de darle un hermano?
–El año pasado Juan empezó a hacer comentarios respecto de los hijos. No me acuerdo bien qué decía, pero estaba claro que lo estaba pensando, así que un día le dije que, si lo quería concretar, teníamos que hacerlo pronto por mi edad. Empezamos a buscar en septiembre del año pasado y en marzo quedé.
–¿Lo intuías?
–Sí. Me pasó algo muy loco con Sasha, mi perra [una Weimaraner de seis años]. Un día, de la nada, se subió directamente a la cama y apoyó la cabeza sobre mi panza. Lo miré a Juan y le dije: “Algo está pasando”.
–¿Saliste corriendo a comprar un test?
–Tuve que esperar unos días porque era muy temprano para testear. Compré uno digital y otro común, para guardarlo de recuerdo en caso de que fuera positivo. Los dejé en el baño y Juan no aguantó y fue a ver. Volvió con los dos tests en la mano, llorando, y me dio un abrazo. Fue fuertísimo.
–¿Cómo se lo dijiste a Benjamín?
–Entramos a su cuarto, Juan grababa con el celular. Le pregunté qué día era, me contestó la fecha, y le dije: “Bueno, hoy es el día en que te enterás de que ya no sos hijo único”. Él sabía que estábamos buscando y se lo tomó perfecto. Tiene trece y a veces viene y le da un beso a la panza…
–¿Definieron el nombre?
–Es particular y me gusta mucho porque es único. No quiero contarlo antes para no cansarme y porque no quiero que opinen sobre eso.
–¿Qué tipo de parto visualizás?
–Estoy preparada para una cesárea y si viene parto natural, buenísimo. Benja nació a término, pero su nacimiento fue de riesgo porque tenía doble vuelta de cordón y me dio preeclampsia al final. Estoy un poco atemorizada porque, con 40 años, soy más consciente. A los 25, la sensación es que todo va a salir bien y a esta edad sabés que las cosas pueden salir mal. El padre es muy impresionable, además, ¡espero que no se desmaye!
–¿Qué te atemoriza?
–El otro día me di cuenta de que cuando Benja termine la secundaria su hermanito recién va a estar entrando a primer grado. Y que cuando yo tenga 60, este bebé va a tener 20 y su hermano, 34.
–¿Qué te dio fuerza para arrancar de nuevo, de cero?
–El amor que siento por mi novio. Sé que va a ser un excelente padre y siento que me merezco tener una familia como la que siempre soñé, construida con amor y estabilidad emocional.
–Ahora se habla mucho de la importancia del parto respetado y de la lactancia materna, pero algunas mujeres se sienten muy presionadas. ¿Qué opinás?
–Flota la idea de que, si no parís de manera vaginal y no das de mamar, no sos suficientemente madre. Sin querer, se está imponiendo un nuevo “deber ser”. Muchas personas hablan desde su experiencia, que está buenísimo, pero hay otras que te dicen: “Pero intentá darle de mamar” y no saben, por ejemplo, que yo no puedo.
–¿Por qué?
–Por una cirugía estética de lolas. El doctor que me operó en su momento me cortó los conductos [galactóforos]. Me enteré cuando nació Benja: yo generaba leche, pero no salía y él perdía peso.
–Califica como mala praxis.
–Sí, fue una mala praxis. Pensé en hacerle juicio y desistí porque me dijeron que era incomprobable que haya sido su responsabilidad. Una amiga mía se operó con él también y pudo dar de mamar después. Lo que sí hice fue ir a la clínica, que era muy conocida, y hablar con el dueño.
–Debe haber sido un golpe fuerte.
–Entré en una depresión posparto terrible. Me acuerdo que llegué a casa y le di a Benjamín unos mililitros de leche de fórmula y fue como alimentar a un borracho que no tomaba hacía años. Ahora tengo otra cabeza. Voy a llevar una mamadera y una leche en el bolso. Hoy, estoy parada en otro otro lugar.
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