Vino para presentar la serie Santa Evita, en la cual trabaja junto con Natalia Oreiro, Darío Grandinetti y un gran elenco
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Ahora es “Alfonsina y el mar”, la zamba de Ariel Ramírez y Félix Luna. Pero, en el piano de cola, los dedos de Ernesto Alterio (51) pueden ir hacia otras composiciones. Es actor, aunque también toca el piano y pinta; y sabe de biología e historia, carreras que dejó colgadas para encarnar personajes shakespearianos, mineros exiliados, jóvenes enamorados o taxistas atribulados. En este momento, Alterio está enredado en los acordes de la marcha peronista, en claro guiño a su último trabajo. El 26 de julio, en coincidencia con el 70º aniversario de la muerte de Eva Duarte de Perón, Star+ lanzará la serie Santa Evita. En los siete capítulos, Alterio será Moori Koenig, el coronel encargado de esconder el cadáver embalsamado de la esposa del general Juan Domingo Perón. El Moori Koenig de Alterio es perturbador y tiene, como los trabajos que le ha tocado construir, ese inconfundible “sello de calidad Alterio”. Hijo del gran Héctor Alterio, Ernesto lleva el ADN de la actuación. Conoce los efectos que su mirada y la cadencia de sus palabras tienen en los demás, haya cámaras o no. Su garbo ancestral se mezcla con el andar de un modelo de pasarela. Y bastan diez minutos para saber de su exigencia. Durante el tiempo que duró la filmación de Santa Evita, pintó una y otra vez el rostro de Eva. “Siempre me meto en los personajes que hago. Y, en este caso, me llevó a transitar zonas muy oscuras. Es un hombre obsesionado por Eva, por ese cuerpo… Y mi trabajo fue, justamente, obsesionarme con ella, tal como lo estaba Koenig”, le dice a ¡HOLA! Argentina.
LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO
“Me llamo Ernesto. Soy el hijo de Héctor y de Modesta; el hermano de Malena y el papá de Lola”. He ahí una declaración que, para él, alcanza y sobra. Ernesto –porque “así quisieron llamarme mis padres” y Federico, su segundo nombre, por Federico García Lorca– nació el 25 de septiembre de 1970 en la Argentina, pero vive en Madrid, España, desde que tiene 4 años. “En la Argentina, no me siento extranjero para nada. Soy argentino, aunque también español. Para mí, son cosas que suman. Es una ventaja, una riqueza”, define él sin que nada en su tono de voz o elección de palabras delate de qué lado del Atlántico es.
A la Argentina viene cuando logra equilibrar su atiborrada agenda profesional (la última vez fue hace un año) y personal: tiene siempre entre manos proyectos de teatro, series, películas, una fuerte presencia en festivales (suma ocho nominaciones a galardones como los Goya o el Cóndor de Plata, y once premios internacionales). Es, además, padre muy presente de Lola (16), fruto de la relación de quince años con la actriz colombiana Juana Acosta, de quien se separó en 2018.
Hablar de su vida privada lo incomoda. “No creo que sea tan importante –minimiza, acomodándose el flequillo, como si con el gesto pudiera cambiar de tema–. Sí, es cierto que me separé. Ya nos hemos estabilizado. Lo voy llevando de la mejor manera”. En 2019, conoció a Ella Jazz, una artista plástica que, según la prensa española, le devolvió la sonrisa. Viven juntos desde hace más de dos años y se muestran felices, tanto en las calles de Madrid y en eventos como en las redes sociales. En estos días, las cuentas de Instagram de ambos compartieron llamativamente las mismas fotos: mientras él subió imágenes tomadas en la Recoleta de los ombúes que están enfrente de la basílica del Pilar, de los pasillos del cementerio donde está la tumba de Eva Duarte, de un teatro porteño y un asado tentador; ella hizo lo propio con las tazas del café más conocido de ese barrio porteño.
–Los Alterio son una familia de actores. Tu hija Lola, ¿también quiere sumarse al clan?
–¡Vamos a ver! Lola ya ha manifestado su inquietud acerca de ser actriz. Cuando terminen sus vacaciones, se va a anotar en un bachillerato de artes escénicas. En primer lugar, tiene que terminar el secundario. Lola tiene recién 16 años. Es una edad complicada, pero voy descubriendo cómo es esto de ser padre. Dentro de todo, vamos bien. Es una chica fantástica.
–Contaste que tu papá fue un gran apoyo cuando decidiste ser actor. ¿Tuviste la misma actitud con Lola?
–Mi padre ha sido paciente y respetuoso conmigo y con mi hermana. Con mi hija, soy igual. Para mí, es importante que ella descubra lo que le apasiona.
–¿Cómo te sentís al protagonizar esta parte de la historia argentina?
–He tenido mucha suerte. Mi trabajo me ha permitido conocer cosas del mundo de una manera privilegiada. Con Vientos de agua pude hacer el recorrido de mis abuelos. Lo mismo me sucedió con Infancia clandestina o Las viudas de los jueves. En realidad, todos los proyectos que hice acá me han posibilitado conocer un poco más de la historia de la Argentina que, en definitiva, es mi propia historia.
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