Cada una de estas impresionantes piezas que “adornaban” el pecho de la soberana tiene su historia y un significado especial para ella
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Estrenado durante su luna de miel en 1947 (como puede verse en la foto de abajo), se trata de una pieza de platino con un zafiro de gran tamaño y pétalos de diamantes, regalo de Sir James Laing & Sons Limited y de la compañía Anglo-Iranian Oil Company Limited. La última vez que la soberana lució este broche fue para el posado que tuvo lugar en noviembre de 2020 con motivo de su 73° aniversario de boda con Felipe de Edimburgo.
Uno de los broches preferidos de la Reina porque se lo obsequiaron sus padres cuando nació su primer hijo, el ahora rey Carlos, en noviembre de 1948. Isabel llevó esta canasta de diamantes llena de rubíes y esmeraldas en el primer posado con su bebé tomado por el fotógrafo Cecil Beaton. También lo usó en el bautismo de su nieto, el príncipe George. Según los expertos, este accesorio remarca la línea continua de sucesión al trono.
En junio de 1947, cuando aún era princesa, recibió este broche junto al reconocimiento Freedom of the City (que se otorga a personas que alcanzaron notoriedad, éxito o celebridad en diferentes ámbitos), para convertirse en la tercera mujer en obtener esta distinción. Décadas más tardes, el lirio tuvo gran protagonismo en el almuerzo celebrado por el Jubileo de Oro en 2002.
Un zafiro rodeado por dos filas de diamantes y un colgante con una perla. En 1866, este broche fue el regalo de los reyes Eduardo VII y Alejandra –quienes en ese entonces eran príncipes de Gales– a la emperatriz Maria Feodorovna (hermana de Alejandra) cuando se casó con el futuro emperador de Rusia, Alejandro III. Tras su muerte, la joya fue subastada el 3 de octubre de 1930 y fue comprada por la reina María, abuela de Isabel II.
Fue la Reina Madre quien le encargó a Cartier el diseño de este broche, en 1938, con diamantes de su colección. Su diseño en forma de lágrima curvada –popular en la confección de tejidos y estampados– tendría que ver con sus raíces escocesas, ya que la producción más importante de este famoso tipo de estampado tuvo su origen en la ciudad de Paisley (Escocia). Es conocido como el broche del dolor, ya que fue la pieza que usó la Reina Madre cuando murió su marido, el rey Jorge VI.
Tenía un profundo significado para la monarca más longeva de la historia. El broche –que le regaló a su madre cuando cumplió 100 años en 2000– lleva una rosa pintada a mano sobre un fondo de cristal de roca, rodeada por un marco de 100 diamantes. Se trata de la rosa Queen Elizabeth Grandiflora, creada para celebrar la coronación de Isabel II en 1953. La pieza fue diseñada por Collins and Sons.
Este broche, también conocido como la “Dalia dorada”, fue realizado por la joyería Garrad a principios de los 70 especialmente para Isabel. Justamente, por este motivo, era uno de sus predilectos. La flor es de oro 18 quilates y tiene 31 diamantes repartidos en el centro (este es el de mayor tamaño, a su vez rodeado por nueve piedras más pequeñas en forma de pera) y en los pétalos.
Se trata de un encargo de la reina Victoria a la Joyería Garrard, en 1858, y en realidad la pieza está compuesta por tres lazos –dos grandes y uno más chico– decorados con más de 506 diamantes. Los lazos son desmontables e Isabel II solía llevar uno solo.
Era una de las piezas más queridas por la Reina y por eso fue la elegida para la boda de su hermana Margarita en 1960 y la del príncipe William y Kate en 2011. En 1932, fue comprado por la reina María en la tradicional casa de joyas Garrard. El broche está confeccionado con diamantes de talla brillante engarzados en un nudo de plata y oro. La cinta festón está unida para permitir que los extremos se muevan.
Era el más ostentoso de su colección por estar hecho con la tercera y cuarta gema (por tamaño) procedentes del famoso Diamante Cullinan, el más grande encontrado en la historia. En 1910, las piedras llegaron a manos de la reina María y un año más tarde, ella le encargó a Carrington and Co. que hiciera un broche de platino para las gemas. La Reina lo heredó de su abuela en 1953.
El broche más espectacular del cofre de la Reina. También heredado de su abuela, la reina María de Teck, está compuesto por varios diamantes, pero el central en forma de corazón –de 18,8 quilates– es el que se roba todas las miradas. Al igual que el Cullinan III y IV, esta joya también proviene del famoso diamante Cullinan. Isabel eligió llevarlo en junio de 2020 para el posado junto al duque de Edimburgo por su cumpleaños número 99.
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