Rumania, un país que el Rey visita con frecuencia, fue el destino de su primer viaje al exterior desde su coronación, y lo hizo sin la reina Camilla
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Con la actitud relajada de un local, de quien conoce bien a sus vecinos y los senderos de esa aldea antigua. Así se vio la semana pasada a Carlos III caminando por el pueblo de Valea Zalanului, en una región de Rumania ubicada en los montes Cárpatos que, con sólo nombrarla, evoca los relatos literarios sobre vampiros: Transilvania. Horas después de la reunión formal que mantuvo con el presidente de Rumania, Klaus Iohannis, en Bucarest, el monarca británico partió rumbo a las tierras del príncipe Vlad Tepes, el cruel noble del siglo XV que inspiró el personaje del conde Drácula en la famosa novela de Bram Stoker. No fue, sin embargo, la curiosidad literaria la razón del viaje del Rey, que fue el primero que hizo fuera del Reino Unido desde su coronación. Aunque muchos no lo sepan, desde hace veinticinco años, el soberano realiza allí al menos una visita anual no sólo porque es un enamorado de la cultura e historia rumanas, de los paisajes y su biodiversidad, sino porque tiene al menos diez propiedades en esa geografía. La que visitó la semana pasada, en el pueblo de Valea Zalanului, es sólo una de esas propiedades.
PROPIEDADES REALES
Lejos de la imaginería de vampiros que instaló Stoker, el paisaje que rodea la casa del monarca es de ensueño. Y, salvo por los pocos días al año en que el Rey la visita, puede alquilarse de manera temporal como bed & breakfast: con las ganancias se financia el trabajo de la Fundación Príncipe de Gales, que no sólo brinda cursos de capacitación de preservación del patrimonio, sino que ayuda a organizaciones benéficas de Rumania. La misma política tiene con la Casa Azul, una propiedad ubicada en el pueblo de Viscri, y también con las dos propiedades del siglo XVI de la aldea Zalánpatak. Debido a la promoción del turismo que genera su nombre en la región, el alcalde de la ciudad de Alba Iulia propuso hace un tiempo nombrar a Carlos como príncipe de Transilvania, un título que, además de motivaciones turísticas, tiene razones familiares: según consignan varias investigaciones, entre ellas The British Chronicles, de David Hughes, Claudia Rhedey, pariente lejana –por vía materna– de Vlad Tepes, conocido como “el Empalador”, es la tatarabuela de Carlos y abuela de su bisasabuela, la reina Mary de Teck, mujer de Jorge V. “Se podría decir que tengo una participación en el país”, ha dicho, divertido, Carlos sobre su conexión con la tierra del conde Drácula.
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