El director del Teatro Colón y la artista plática posan juntos y hablan de la convivencia, la familia ensamblada y las cosas que los unen
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“Me resulta rarísimo estar en casa a esta hora, siempre a la tardecita estoy en el taller”, aclara risueña a ¡HOLA! Argentina Cynthia Cohen (54) mientras nos invita a pasar. Apenas faltan minutos para que se vuelva a abrir la puerta de casa y Jorge Telerman (68) pida disculpas por una demora casi imperceptible. “Justo surgió algo de último momento en el teatro, suerte que estoy cerca”, se excusa. Hay cierta expectativa nerviosa y mucho de divertida complicidad en su primera entrevista juntos a pesar de que ambos son personajes muy conocidos. Él, periodista, hombre de mundo y político de raza, con una larga trayectoria previa en la función pública, que lo llevó a ocuar varios cargos, entre ellos el de jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y, en la actualidad, el de director del Teatro Colón. Ella, consagrada artista plástica y referente del arte pop, con gran cantidad de muestras, trabajos, obras y premios en su haber, que supo recopilar en su libro Folklore (2022) y que todavía conserva cierta adrenalina residual de su reciente exposición, “Revelaciones”, en la galería de María Calcaterra. Se ríen, se miden y se sorprenden de sus respuestas. Sus gustos compartidos, sus disensos y las improntas personales se ven reflejados en las paredes y los rincones de este departamento espacioso y relajado que comparten. El arte a través de la mirada de Cynthia, con obras de Marcelo Pombo, Carlos Cima, Ana Clara Soler, Raúl Flores, Alberto Passolini, Luis Benedit o Marcia Schvartz, quien fuera su maestra. Los sombreros, los recuerdos de viaje y de profesión de una vida trashumante de Jorge. También están los libros y la música compartidos (y no tanto), pero, por sobre todo, está la buena energía que vibra a través del verde de las plantas que crecen con una displicencia selvática frente a los ventanales de la casa. “Las compramos por teléfono durante la pandemia para tener algo de ese afuera que no podíamos vivir. ¡Y deben sentirse a gusto porque crecieron como locas!”, cuenta Cynthia.
–¿Cuándo y cómo se conocieron?
Jorge: Más allá de que ambos sabíamos de la existencia del otro porque somos personas con recorridos relativamente públicos, nos conocimos en cruces específicos de nuestras actividades porque yo iba a ver alguna muestra de Cynthia o porque ella venía a una acción mía en el museo MAR. Pero tuvimos un encuentro en Arteba hace siete años y unos meses después, el siguiente encuentro lo gestionamos nosotros
–¿La convivencia fue inmediata?
Cynthia: Dos años después de empezar a salir armamos como una idea de convivencia y nos mudamos acá. Como los dos tenemos una vida previa a conocernos, siempre respetamos muchísimo nuestros espacios y nuestras familias.
–Más allá del gusto por lo cultural, ¿qué los unió?
Jorge: ¡El amor, por sobre todas las cosas! Esa necesidad que uno siente por querer estar con esa persona. Y además en nuestro caso coincide con universos de intereses comunes. Pero no creo que estemos unidos porque nos interesen las mismas cosas, ¿no? [Se ríe]. Estamos unidos porque nos amamos.
–Cynthia, vos te reconocés como una persona tímida, pero te enamoraste de un hombre muy expuesto.
Cynthia: Muy público. Lo que pasa es que mi timidez viene de una infancia más solitaria en la que mi refugio era dibujar. Pero, cuando empezamos a salir e íbamos a comer o entraba en algún lugar y la gente lo saludaba o lo paraban con mucho afecto, había algo en todo eso que me encantaba.
Jorge: Una de las cosas que me gustan y que admiro de Cynthia es que se toma muy a pecho la defensa de la gente que quiere ¡y por suerte creo que yo estoy dentro de ese grupo! Cuando hay alguna cuestión que tiene que ver con mi actividad pública, ella está allí en primera fila, disfrutando de esa calidez que uno recibe. Pero estamos muy cerca uno del otro, porque ella también se expone. Así que estamos los dos expuestos, disfrutando del reconocimiento del otro.
–¿Alguna vez pensaron en trabajar en un proyecto cultural juntos?
Jorge: ¡Tenemos uno genial! Compramos un lote y estamos terminando una casa. Es un proyecto que queremos mucho y nos da muchísimo placer. Llevar a cabo un proyecto con quien uno ama es muy importante.
Cynthia: Es en nuestro lugar de escape en la montaña, en Córdoba. Lo iniciamos desde cero.
–¿Discuten mucho por la obra?
Jorge: Se ha obrado un milagro de no discutir, quizás porque ya nos agarró más maduros...
Cynthia: Yo creo que hay más de coincidencias que de madurez. Coincidimos en muchísimos aspectos, pero especialmente en los estéticos, así que fue bastante fácil, fluyó.
–Cynthia, definí a Jorge en tres palabras.
Jorge: ¡Yo me voy! [Se ríe]. Cynthia: La primera que se me cruza es que es un apasionado total y, además, tiene una inteligencia y una sensibilidad superiores.
–Ahora te toca a vos, Jorge.
Jorge: No quiero que parezca una devolución de gentilezas, pero me deslumbra su capacidad de ver más allá de las cosas. Es algo que tienen los artistas y es un privilegio poder convivir con alguien así. La mirada de un artista es una mirada de elegidos.
Cynthia: ¡Eran tres cosas!
Jorge: Ella tiene una bondad y una generosidad de esas que salvan el mundo. Irradia sensibilidad por todos lados. ¡Pero ojo que no es la Madre Teresa, eh! Tiene unas broncas cósmicas.
–¿Y algún defecto?
Jorge: Le gusta el trap.
Cynthia: [Se ríe]. Ahora me voy a vengar. Hay algo que no sé si es un defecto, pero les da demasiada vuelta a las cosas, con una obsesión que muchas veces sirve, pero en otras es como demasiado.
–¿En qué son distintos?
Cynthia: ¿Distintos? Por ahí en algo rítmico en la manera de cómo encarar algo. Yo a veces tengo ese volar del artista y dejo pendientes. Él es más ejecutivo: hasta que no llega hasta el fondo de las cosas no para.
Jorge: Soy empecinado, para bien y para mal. Ella pasa de página con mayor facilidad.
–¿Se bancan la crítica del otro?
Jorge: Nos consultamos mucho porque nos gusta lo que hace el otro, entonces hay más celebración que eventualmente una crítica.
Cynthia: Más que crítica es buscar la palabra del otro. Su mirada amplificó enormemente mi universo. Su etapa con los teatros y ahora con el Colón me hizo incorporar muchas cosas, no sé si al arte, pero sí a la cabeza. ¡Creo que nunca consumí tanto teatro en mi vida!
–¿Tienen los mismos hábitos?
Cynthia: Jorge es más nocturno y yo más diurna. Yo me voy a dormir a las 11 de la noche y él sigue y sigue.
Jorge: Me gustaría cambiar un poco mi reloj. Afortunadamente, no soy insomne, pero cuando tengo actividades muy intensas o tardías, después me cuesta dormirme enseguida. Me encantaría que las funciones de teatro empezaran más temprano.
–¿Quién cocina?
Cynthia: Yo te puedo hacer un buen pollo al horno, pero él es más audaz. Tengo fotos de las comidas que hizo durante la pandemia que son increíbles. ¡Cocina bárbaro!
Jorge: Creo que soy buen cocinero. La cocina desde chico fue una pasión, de hecho tuve un restaurante con mi hermano. Mi hija siempre dice que voy a terminar poniendo un restaurante.
–¿Cuánto hay de clásico y de moderno en esta relación?
Jorge: Ambos somos clásicos y modernos. Creo que lo mejor de la vida y del arte es la posibilidad de armonía entre lo clásico y lo moderno, la innovación y la tradición.
Cynthia: Lo clásico mío es la pintura, pintar con óleos, ser figurativa es ser bastante clásica. Pero, al mismo tiempo, soy muy curiosa y estoy abierta, tomo cosas, pero no es que todo lo nuevo me encante.
–¿Cómo ensamblaron las familias? Jorge, vos tenés a Federico (30) y Catalina (28) y vos, Cynthia, sos mamá de Natalia (28) y Sofía (29).
Jorge: Los chicos ya son grandes, así que no hubo mucha necesidad de ensamblar, pero se tienen mucho afecto entre ellos.
Cynthia: Son parecidos en edades, muy divertidos y maravillosos, y todos tienen algo que ver con la cultura o el arte.
–¿Les gustaría ser abuelos?
Jorge: No todavía y no me imagino como abuelo porque en el caso de mis hijos, no sé cómo se imaginan ellos como padres. Hablo sobre el tema con ambos, pero por ahora sólo obtengo sonrisas.
Cynthia: Creo que mis hijas quieren ser madres, pero no me veo abuela por ahora.
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