El príncipe Ricardo, duque de Gloucester, pide 5,28 millones de euros por la propiedad
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Después de tener alquilada la residencia durante años, el príncipe Ricardo, duque de Gloucester y primo de Isabel II, decidió poner en venta su fabulosa propiedad de Northamptonshire, Inglaterra, por la suma de 5,28 millones de euros. Se trata de la mansión Barnwell, un imponente castillo de estilo isabelino de finales de siglo XVI (sobre un lote de once hectáreas) que cuenta con cuarenta habitaciones, entre las que se destacan cuatro salas de recepción, una sala de estar, ocho dormitorios y cinco baños.
Si bien amaba su vida en esa mansión, el príncipe, su mujer Birgitte van Deurs (73) y sus tres hijos, Alexander (47), Davina (44) y Rose (42) optaron por dejar la residencia a mediados de los años 90 para instalarse por un tiempo en un piso ubicado en el Palacio de Kensington. Veinte años después de aquella decisión, los duques de Gloucester continúan achicando los gastos y ahora quieren desprenderse definitivamente de su castillo.
UNA SAGA TRÁGICA
Ricardo no estaba destinado a heredar los títulos de su padre, Enrique de Windsor, sino su hermano mayor, Guillermo. Sin embargo, una tragedia en la familia cambió para siempre su vida y la de su círculo más íntimo. Así como Ricardo es reservado y supo mantener un bajo perfil en su vida privada, Guillermo llamaba la atención por su carisma, seducción y rebeldía.
Era tan aventurero que, piloteando una avioneta durante una competencia aérea, el 28 de agosto de 1972, se accidentó al realizar una arriesgada maniobra y murió. Tenía sólo 30 años. Un año después de la tragedia de su hijo mayor y con su salud debilitada por la pena, Enrique de Windsor también perdió la vida. Ricardo, entonces, se convirtió en duque de Gloucester, conde de Ulster y barón Culloden. Con los títulos, el príncipe debió asumir nuevas responsabilidades. Hasta que su hermano murió, Ricardo había tenido la posibilidad de disfrutar de una vida “más normal”, lejos de los compromisos nobiliarios destinados a Guillermo.
Apasionado por la arquitectura, estudió en el Magdalene College y ejerció su profesión como socio de la firma londinense Hunt Thompson Associates. Por ese entonces ya se había casado con la economista danesa Birgitte van Deurs y juntos soñaban con criar a sus hijos lejos de la exposición que enfrentan los herederos de la Corona. Con la muerte de su padre, los planes de Enrique cambiaron de forma radical. Los duques de Gloucester debieron renunciar a sus trabajos –ya que como miembros de la familia real británica no podían recibir un salario– y se dedicaron a participar de causas benéficas y servir a la Reina.•
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