La pareja de polistas, que comparte su pasión por los caballos y la música, celebró su amor ante trescientos invitados en “La Concepción”
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Así como lo contaron ellos mismos en la original participación digital a su casamiento, se conocieron por azar hace cuatro años en un asado, y fue la música y su pasión por los caballos lo que los acercó y los llevó a convertirse en una pareja inseparable. En la tarde del 14 de diciembre, Luisa Demarchi Braun (24) y Santiago Galland (32) se juraron amor eterno en un escenario ídílico, la capilla neogótica de “La Concepción”, la emblemática estancia de la familia Blaquier en Lobos, a unos cien kilómetros de Buenos Aires.
AL AIRE LIBRE
A partir de las cinco, los trescientos invitados comenzaron a acomodarse en los bancos y sillas dispuestos en el bello parque de la estancia diseñado por el paisajista Carlos Thays. A los lados de la alfombra roja que conducía a la entrada de la capilla en cuyas escalinatas, al aire libre, se había montado el altar. Abanicos y parasoles se ofrecían a los presentes no sólo para aliviar el calor de una tarde al sol, sino también como un detalle simpático más de la ceremonia sencilla, pero encantadora. Los acordes de “Carrozas de fuego”, “Aída” y “Pompa y circunstancia” fueron parte de la música elegida para que, a las seis en punto, arribara un cortejo encabezado por la jinete Elina Blaquier y formado por pequeñas amazonas con vestidos blancos de broderie con fajas de seda verde y coronitas de flores, todas, a caballo. Detrás llegó la novia en una carroza conducida por Martín Blaquier, su tío, y Micky Petty, y con Alejandro “Jandri” Blaquier –pareja de su madre, Agustina Braun Blaquier– como acompañante. Jandri, elegante y con galera, fue quien llevó a Luisa de la mano hasta el altar ya que, en ese día tan importante, el padre de la novia, Luis “Negro” Demarchi, no pudo asistir por problemas de salud.
Luisa se veía bellísima con un vestido de Rosa Clará Couture de organza y encaje que acompañó con un juego de collar y aros gota de perlas y brillantes de su abuela, Agustina Blaquier, y un tocado de Paula Araya sobre un peinado de trenzas recogidas realizado por Walter Sanabria (quien también peinó a su mamá). En el altar esperaba, ansioso y feliz, el novio, rodeado por sus padres, Hugo y Lili Galland, y la madre de la novia, que lucía un espectacular vestido verde esmeralda de Carolina Herrera y un conjunto de gargantilla y brazalete de brillantes que perteneció a su abuela, Malena Nelson Hunter. Los novios, además, fueron escoltados por las damas de honor –entre las que se encontraban varias primas y amigas vestidas en verde musgo, el color preferido de Luisa–, y los bestmen, polistas amigos de los dos, mientras que en las escaleras y en el pasto se sentaron las chiquitas del cortejo con sus parasoles. La ceremonia religiosa estuvo a cargo del párroco Carlos Barreiro Peralta Ramos, muy querido por los Blaquier, y quien ha casado a varios miembros de la familia. Alexia Smith Estrada, que emocionó a todos con su versión del “Hallelujah” de Leonard Cohen, cantó durante toda la misa acompañada en coros por Magda Pereyra Iraola y por la guitarra de Antonio Pereyra Iraola. La nota de color estuvo a cargo de Hala, la perra salchicha de dos años de Luisa y Santiago, que llegó al altar vestida de blanco y portando los anillos de la mano de Catalina Braun. Al terminar la ceremonia, los novios y padrinos entraron a la capilla para firmar el acta y recibir la libreta de familia y luego, entre aplausos y vítores, salieron seguidos por sus padres, las damas y los bestmen, y partieron –ya convertidos en marido y mujer– en el carruaje con Hala, mientras sonaba la marcha nupcial.
NOCHE DE FIESTA
Una carpa fue el centro de la fiesta donde estaba el DJ Tucu Ledesma –que pasó música de los años 80–, una barra y varios livings armados a lo largo de un jardín divinamente iluminado por la luna llena. En las mesas –decoradas con cintas rojas para los casados y verdes para los solteros– se sirvió el menú preparado por Luisa Biaus: fiambres y crudités, salmón, ensaladas, lomo strogonoff y helados. En la torta decorada con motivos de caballos se ocultaron dijes con cabezas de caballos en plata para el ritual de las cintitas. También se siguió la tradición del ramo, que fue atrapado por Aurora Figueras, hija de Nacho Figueras y Delfina Blaquier y, por lo tanto, prima segunda de la novia.
La fiesta tuvo dos momentos especiales: cuando Agustina Braun junto a un grupo de amigas bailó una coreografía de Mamma Mia que fue muy festejada por todos, y cuando los novios, con Santiago en la guitarra, cantaron “Milanesa con puré”, de Tincho Pont Lezica, la canción favorita de los dos, y luego “Have You Ever Seen The Rain”, de Creedence, que fue coreada por los invitados. La boda terminó a la madrugada con un after party en el casco de “La Concepción”, donde Luisa y Santiago revelaron cómo será su luna de miel (a partir de marzo, con esquí en Europa y, después, polo, ya que el novio trabaja en Inglaterra para el equipo White Crane), el intento de algunos de inaugurar la temporada de pileta –el frío inesperado se los impidió–, y risas felices para celebrar el amor.
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