Fue su primer viaje sin Ramsés, su hijo de 2 años y medio junto a Luis Ortega.
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Llegó a Uruguay sobre el final de enero, en el momento justo en que la efervescencia del alto verano le da paso a la tranquilidad. Aterrizó sola, sin Ramsés, su hijo de 2 años y medio, que quedó en Buenos Aires al cuidado de su papá, Luis Ortega (41). Hacía tiempo que Mia Flores Pirán (30), la hija de Ginette Reynal, tenía ganas de compartir unos días junto a sus hermanas, Luisa (25) y Antonia (24), fruto del tercer matrimonio de su papá, José Manuel, con Alejandra Hoeffner.
“Dejé a mi hijo por primera vez y, si bien lo extrañé un poco, lo disfruté un montón. Era necesario y me lo debía”, cuenta la modelo, escritora y actriz del otro lado del teléfono. La pantalla de la videollamada está repartida en tres. Antonia, la menor, también es parte de la charla con ¡HOLA! “En cuatro días, hicimos de todo”, dice Antonia, que también es modelo y actriz y se licenció en Comunicación. “Fue un viaje de hermanas. Comimos rico, descansamos y nadamos en el mar. Eso, para mí, ya son vacaciones…”, agrega Mia, luego de compartir una producción de fotos con su hermana en Posada Tamarindo, el hotel boutique de José Ignacio donde se hospedaron.
–Aterrizaste después de la temporada alta, ¿por qué?
–La primera quincena es muy intensa en Punta del Este y yo quería descansar. No me gusta la locura de esas semanas. Preferí estar tranquila, pasarlo bien con mis hermanas y ver a unos pocos amigos muy queridos.
–Fue una escapada corta. ¿Cómo fue el reencuentro con Ramsés en Buenos Aires?
–Soy muy apegada a mi hijo, así que el último día sentí ansiedad. Me quería volver. El reencuentro fue lindísimo. Quedó al cuidado de su papá y, si bien nos extrañamos un poquito, él también lo pasó muy bien.
Antonia: Mia es una madraza, como Luli, mi otra hermana, que tiene a León. Las dos se dedican mucho a sus hijos. Son atentas, los miman, los escuchan.
–¿Qué es lo que más disfrutás de ser tía?
–Todo. Siento perdición por mis sobrinos. Ramsés y León son pícaros, cariñosos, tienen mucha energía y me llenan de besos. Los quiero como si fueran míos.
Mia: Ramsés la ama. Lo hace reír, le arma programas, le dedica tiempo. Los chicos no quieren a cualquiera y no la “caretean”.
–Las tías cumplen un rol importante en la crianza de un chico…
Mia: Son clave, te diría. Yo tengo una relación muy linda con Madelaine [Reynal], la hermana de mamá, que también es mi madrina. Es sabia y yo la siento muy cerca de mí. La llamo para todo: para pedirle consejos, para reírme, para llorar. No quiero decir que es mi favorita porque tengo muchas tías, pero ella es muy especial.
DE HERENCIAS Y PASIONES
Además de Luisa, que es ambientalista, las chicas tienen dos hermanos más: Lucas (35), el mayor, se desempeña como fotógrafo en Nueva York y es fruto del primer matrimonio de su padre; Martín (29), en tanto, estudia Negocios en California, y con Mia tienen otro hermano, Jerónimo (24), fruto del tercer matrimonio de su mamá con Miguel Pando, quien murió hace doce años.
–¿Cómo fue su crianza?
Antonia: Nos veíamos mucho, Martín y Mia venían los fines de semana a casa y siempre tuvimos una muy linda relación. Ser ensamblados no fue un problema para nosotros. A mis amigas les parecía un plomazo irse de viaje con su familia y para mí no había mejor plan. Con Mia somos amigas además de hermanas.
–¿Cómo era contar la composición familiar en el colegio?
Mia: Nadie entendía demasiado. Era “te empiezo a explicar ahora y termino cuando suena el timbre para irnos”. [Se ríe].
Antonia: Me pedían que les dibujara el árbol genealógico, así que imaginate. [Se ríe].
–¿Qué recuerdan de su infancia?
Mia: Antonia tenía 7, 8 años y ya escribía sus propias canciones. Llegabas a la casa y estaba el marido de una prima componiendo la música para grabarlas. Sigue siendo tan elocuente y divertida como cuando era chica. Es fresca, positiva, muy graciosa.
Antonia: Mia era mi ídola y lo sigue siendo al día de hoy. Siempre me dio los mejores consejos, me encanta que sea mi hermana mayor. En Manada insomne, su libro, pone de manifiesto su imaginación y su sensibilidad. Ella es inspiradora para mí.
–Mia, ¿qué es la escritura para vos?
–Es un salvavidas, una soga. Es un lugar en el que me conozco. Escucho un sonido y las frases empiezan a brotar en mi cabeza. Tiene que ver con el autoconocimiento, con la imaginación y con la catarsis. Ahora estoy con Tormenta, un libro infantil. Lo ilustró Agustina Recayte y lo vamos a mandar a España, a un concurso de una editorial de allá. Hacía tiempo que quería escribir un libro para chicos.
–Antonia, ¿qué planes tenés para 2022?
–Sigo con mis clases de teatro, haciendo castings. Hay un par de proyectos dando vueltas que me tienen que confirmar.
–Son bisnietas de Malena Nelson, sobrinas de Concepción Cochrane, Delfina Blaquier y Nieves Zuberbühler. ¿Cómo es ser parte de una familia con tanta prensa?
Mia: Es una familia poco conservadora y nada prejuiciosa. Cada uno hace la suya, hay alegría, incondicionalidad, y eso a mí me encanta. Pero yo soy tímida y muy sensible y, como la mirada de los otros me afecta, prefiero resguardarme.
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