Después de un largo proceso de búsqueda interior, dejó atrás doce años de trabajo en Cancillería y creó Mulanas (Mujeres en la historia latinoamericana), un espacio cultural y educativo con perspectiva de género
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Nunca le gustó la exposición pública ni ser catalogada como “la hija de”, a pesar de que adora a su mamá, la trilliza María Emilia. Sin embargo, a los 38 años, Emilia Zavaleta acepta por primera vez levantar su perfil para hablar de Mulanas (Mujeres en la historia latinoamericana), un mundo de relatos y mujeres poderosas que construyó a medida de sus intereses y la tiene fascinada. “Aunque siempre me gustó cantar, a mí nunca me movió lo artístico sino lo intelectual, por eso estudié Relaciones Internacionales, hice una maestría en Integración Latinoamericana, aprendí idiomas e hice un intercambio en París abordando la política internacional desde la cultura. Haber vivido muchos años afuera con mi familia, aunque íbamos y veníamos, quizás también influyó”, le cuenta a ¡HOLA! Mili, mientras saluda a sus hijos mayores, Belisario (10) y Carlota (7), que llegan del colegio, y le da unos crayones a Augusta (2 años y medio), la benjamina de la casa.
–Contame de esa vida afuera.
–Por el trabajo de papá (Clemente Zavaleta, polista), nos instalábamos en Francia cuatro meses al año, hasta que empecé la secundaria y ya no pude viajar tanto. Vivíamos en las afueras de París, y hacíamos paseos culturales, como visitar castillos, museos, muestras y exposiciones, lo fui naturalizando, lo mismo que poder estar en contacto con la naturaleza y con los animales, tal como me pasó acá, porque de muy chiquita viví en Baradero y después en Pilar. Ya entonces leía muchísimo y escribía, pero en algún momento lo dejé de lado porque la facultad me llevó a enfocarme más en papers académicos. Pero un día volví.
–¿Por qué?
–Fue un proceso muy personal que vino de la mano del duelo por la muerte de Geñi (la hija mayor de María Eugenia), éramos como hermanas. Escribir ayuda a sacar, a sanar, a bajar la tristeza. Y eso hice: saqué todo lo que tenía en mi alma. En cuanto a Mulanas, lo había arrancado antes de dejar Cancillería (donde trabajó doce años), pero ahí terminé de darle forma. Es un espacio cultural y educativo con perspectiva de género (www.mulanas.com) y @sermulanas en Instagram). Tengo amigas que viven por toda Latinoamérica y tenía la idea de armar esta geografía de mujeres que, si bien viven en distintos países, comparten experiencias de vida. En ese proceso, leí la biografía de Juana Azurduy, que fue muy trágica a pesar de ser esta capitana fuerte que conocemos. Me identifiqué con algunas cosas, empecé a escribir, a querer comunicar y reconecté con esas raíces mías que vienen de adentro. El primer relato fue sobre Martina Céspedes, que vivió en época de las invasiones inglesas. No son biografías, pero sí cuento sus historias y las vinculo con todo lo cultural que haya alrededor de cada figura, cuál era su rol, cuál fue su lucha y qué aportó.
–¿Por qué elegiste escribir exclusivamente sobre mujeres en la historia?
–Siempre me gustó la historia, algo que comparto con papá. Más allá de la europea y la argentina, que es lo que más nos enseñan, con los años descubrí todo un mundo de historias y relatos que fueron y son un tesoro. La maestría que hice me abrió una puerta, se me unieron las piezas y me di cuenta de que este continente joven tiene una historia apasionante que merece ser contada. Y cuando lo empecé a mezclar con cuestiones de la mujer en todas sus facetas, me di cuenta de que faltaba conocimiento del camino que fue trazando la mujer para llegar a lo que somos hoy. Además, la historia es mixta y yo veo el feminismo desde un lado humanista.
–Hablame de las mujeres de tu familia, todas muy protagonistas.
–Sí, pero de chica sentía que quería diferenciarme de ellas, quizás de manera inconsciente, al ser mamá y mis tías figuras tan públicas, y yo encima era la mayor de todos los primos, me daba vergüenza. Sin embargo, me doy cuenta de que dentro de mí también llevaba un montón de cosas que tienen que ver con el arte, con la música, con la interpretación, que hoy uso en mis relatos. Entonces, con Mulanas me amigué un poco más con ser “la hija de” y ya no necesité diferenciarme tanto. De hecho, hasta tuve un micro en el programa de mamá (Mañanas nuestras), que es una experiencia que no descarto repetir a futuro porque es una linda manera de enseñar.
–¿Y qué admirás de esta tribu femenina?
–A mamá le admiro su positivismo, ella va para adelante como sea. Siempre le digo a mi marido [Santiago Di Benedetto, diez años de casados]: “No soy como mamá”. [Se ríe]. De Lula [Laura], la intelectualidad, ella siempre escarba un poco más; y Coca [Eugenia] es increíble, tiene una fuerza que ni ella sabe que la tiene. Y después están mis abuelas: Chichí [la mamá de las Trix] es el clan, la voy descubriendo con los años, y Abu Sonia es la paz. Son mujeres que vivieron cosas fuertes y de todas aprendo. Se entiende que son otros tiempos, nosotras vamos rompiendo un poco el cascarón y ellas van aprendiendo de nosotras. En cuanto a mi hermana Sonia, siempre me llevé espectacular pero ahora, además, hicimos una serie de cortos para Mulanas en los que se nos unió Laurita [Laprida, su prima], nos enriquecemos unas de otras.
–¿Qué proyectos se vienen?
–Ahora me volqué mucho en la parte literaria, lecturas y autoras que son contemporáneas y hablan del feminismo en el siglo XX. Quisiera armar una sociedad literaria donde se puedan suscribir, compartir lecturas, poder desarrollar más mis relatos, seguir haciendo cortos y con Sonia estamos armando un proyecto de podcasts sobre mujeres actuales de más de 80 años, que nos pueden compartir ellas mismas sus experiencias. Pero bueno, después de un año de reinventarme y recalcular, voy poco a poco pero a paso firme.
Maquillaje y peinado: Joaquina Espínola (@joaquinamakeup_)
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