El reconocido diseñador español presentó su colección de Alta Costura en Buenos Aires
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Volúmenes osados, mucho negro, elegancia y transgresión en cada una de las pasadas. Con quince looks impactantes y que, a su vez, rendían homenaje a los icónicos diseños de Cristóbal Balenciaga y Christian Dior, el reconocido diseñador español Roberto Diz (50) hizo su debut triunfal en la Semana de la Moda de Buenos Aires. “Seleccioné algunas de mis piezas icónicas, todas en negro, mi color fetiche; y, además, diseñé otras inéditas. Quería que el público argentino, que es muy exigente, conociera, de manera veraz, mi marca y mi ADN, que está siempre entre lo radical y lo tradicional… porque si bien tengo algo de oscuridad y disruptivo, los patrones clásicos están en mi origen”, cuenta a ¡HOLA! Argentina Diz, quien llegó al país invitado por su colega argentino Gabriel Lage, con quien comparte showroom en Madrid. “Desde hace cuatro años, Gabriel venía insistiéndome para que viniera a la Argentina; pero, debido a la pandemia del coronavirus y a otros motivos, el plan se fue postergando. Este año, por suerte, los astros se alinearon y, la verdad, fue un desfile increíble”, resume sobre el evento fashion, que tuvo lugar en la Embajada de España en Buenos Aires.
–Desde que empezaste a trabajar, en 2002, has vestido a Penélope Cruz, Aitana Sánchez-Gijón e Inés Sastre, mujeres muy elegantes. En tu patria, te llaman “el rey de la moda” y, sin embargo, en la Pasarela Cibeles te invitaron a retirarte por una colección calificada como demasiado rebelde…
–Es halagador eso de “rey”, pero hay que ser cautos: en la moda, los egos se disparan… y no quiero que mi ego se dispare. Sí, creo que tengo una veta rebelde, que espero me dure para siempre. En principio, nada más rebelde y moderno que los clásicos. Pero es cierto: tengo un espíritu transgresor. Siempre fui un poco el chico malo. [Se ríe].
–¿Fuiste así desde chico?
–Determinado, digamos. A los 6 años ya sabía que quería ser diseñador de modas. Me la pasaba creando a partir de los figurines que venían en la revista ¡HOLA! España, que recibía mi abuela paterna. Recuerdo perfecto el día en el que se lo comuniqué a mi familia. Fue durante un viaje en auto; todavía me acuerdo el impacto de la frenada repentina. Nací en Tuy, un pueblo muy pequeño cerca de Pontevedra, Galicia, en la frontera con Portugal. Vengo de una familia muy conservadora, con parientes que se dedicaban a los negocios; otros eran militares. Yo me planté. Estudié en la escuela de diseño de modas a escondidas, mientras cursaba el instituto. Cuando mis padres tomaron conciencia de que era lo que yo quería, me dieron su apoyo. ¡No les quedaba más remedio! Pero, además, creo que un poco de talento tengo. [Se ríe].
–De chico, ¿en quién te inspirabas a la hora de crear esos primeros diseños?
–¡En Carolina de Mónaco! Siempre. Ella es la mujer con más estilo en la historia de la humanidad, mucho más que su madre, Grace Kelly. Me parece maravillosa; admiro lo bien que lleva sus años. Si bien diseño para mujeres de todas las edades, me interesan mucho más las de 40 años en adelante que las de 20. Siento que tienen algo para contar. Para mí, la elegancia tiene que ver con la actitud y con la experiencia. Por eso, para cerrar el desfile que hice en Buenos Aires, la elegí a Teresa Calandra. La contacté por Instagram mucho antes de viajar a la Argentina; aceptó encantada.
–Irte de Galicia a Jerez de la Frontera, ¿también fue un acto de rebeldía?
–Fue porque mi familia se mudó a Jerez. Allí monté un pequeño taller.
–¡Y un día apareció Inés Domecq [aristócrata y empresaria española]!
–¡Sí! Inés es el colmo del estilo; es mi amiga y mi musa. Veinte años atrás, apareció en el tallercito como si fuera una diosa. Tenía tan sólo 17 años. Y fue la primera persona que me compró una prenda de mi primera colección: era un mono de gasa verde “imponible” para una boda de la alta sociedad. Era tan transparente y atrevido que se me ocurrió hacerle una faja bordada para que pareciera un poco más clásico. El impacto que causó ella en ese evento fue tremendo: marcó un antes y un después en mi carrera.
–Si bien has dicho que lamentás no haberle hecho su traje de novia, sí hiciste el vestido de madrina que Isabel Preysler usó para el casamiento de su sobrino, Álvaro Castillejo.
–Al igual que Inés, Isabel es un ícono. Trabajo muy bien con ella. Cuando le hice ese vestido, busqué destacar los hombros, cintura y caderas, que son su punto fuerte. Aquella fue una boda en la playa [fue en Sotogrande, Cádiz]: el malva hacía notar su piel bronceada. La verdad es que no soy ni mejor ni peor que otros: sí, diferente… Cuando una clienta me dice “En esta boda, este es el protocolo”, yo trato de hacer volar esos protocolos por el aire. ¡El protocolo es sentirse cómoda y verse natural! Quien va incómoda y fruncida va fea… Tu personalidad no se muestra. Cuanto más te parezcas a la mujer que sos todos los días, más elegante vas a ser.
–¿Le has diseñado a la reina Letizia?
–Letizia se me resiste. [Se ríe]. Si me convoca, me gustaría hacerle un gran traje de fiesta. Las princesas Leonor y Sofía son muy chicas, pero si me citaran, claro que podría diseñar para ellas. Del mundo royal, sigo muy atentamente a Kate Middleton, que tiene gran estilo. Su sonrisa franca y su naturalidad son su gran encanto. Y me fascina la reina Máxima, siempre tan bien vestida y espontánea: si tiene que ponerse a bailar, se pone a bailar. Además, es un ejemplo a la hora de reutilizar prendas. ¡La he visto usar ítems de su suegra! Si una prenda es de calidad, dura para siempre: mis clientas –quienes adhieren al concepto de lujo silencioso, sin brillos ni pedrería– tienen prendas mías desde hace más de veinte años y en perfecto estado. ¡Eso es moda circular por excelencia! La industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta: hay que consumir mejor y menos cantidad.
–¿A qué argentinas vestiste?
–A Valeria Mazza, para la presentación de Bailando con las estrellas, el programa que conduce para la televisión española. A Valentina Zenere, para una producción que hizo para una revista española. A Lali Espósito, con quien tenemos una amiga en común, para uno de sus videoclips…
–Ahora, tras tu debut en el país, ¿estás pensando en poner un pie en la Argentina?
–En este momento, estoy trabajando en una cápsula para la marca que tiene mi amiga Inés Domecq y en el lanzamiento de una línea más económica de mi marca para tiendas multimarca de España. Con respecto a la Argentina, voy cada tanto, aunque, por ahora en otro plan: porque de allí es mi marido, Fernando Alí [es diseñador gráfico y se conocieron a través de las redes]. Desde hace once años, vivimos en una casa de campo, en las afueras de Sevilla junto con Boston, mi perro Shar Pei.
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