Casado dos veces y padre de cinco hijos, el magnate francés encabeza el ranking de millonarios, un puesto que –el año pasado– pertenecía a Elon Musk, el gurú de la tecnología
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Louis Vuitton, Christian Dior, Tiffany & Co, Loewe, Fendy Beauty, TAG Heuer, Bvlgari, Dom Pérignon, Céline, Givenchy, Loro Piana, Sephora, Moët Hennessy, Emilio Pucci, Fendi, DKNY y una larguísima lista de marcas de lujo tienen un mismo denominador común: pertenecen a Bernard Arnault. El empresario, un francés menudo y canoso, de ojos azules, cejas pobladas y sonrisa afable, a sus 74 años es la cabeza de un impresionante holding, el grupo LVMH.
Según la última edición de la revista Forbes, la publicación de finanzas que cada año difunde el ranking de las personas más ricas del mundo, Arnault es hoy el hombre con más patrimonio y fortuna del planeta (213,7 mil millones de dólares), un título que hasta el año pasado le pertenecía a Elon Musk, relegado al segundo puesto. En tercer lugar, Forbes ubica a Jeff Bezos, el creador de Amazon. En 2005, con una fortuna de 30 mil millones de dólares, Arnault ya tenía el título del hombre más adinerado de su país. Ahora, también es la primera persona fuera de los Estados Unidos (y que no se dedique a la tecnología) en haber superado los 200 mil millones de dólares de patrimonio neto.
BERNARD, EL CONSTRUCTOR
Si hay algo que define a Bernard Arnault es el trabajo paciente y constante. Pero también un olfato extraordinario para los negocios y, por sobre todo, una gran convicción desde muy temprana edad. Con tan sólo 22 años y un flamante diploma en Ingeniería Civil y Matemática (estudió en la Escuela Politécnica), hizo su primera gran movida: convenció a su padre para que abandonara las obras públicas y apostara al rubro inmobiliario. Hasta ese momento, los Arnault poseían una empresa constructora que había sido fundada por el abuelo de Bernard en Roubaix, en el norte de Francia (allí nació el empresario, el 5 de mayo de 1949). La apuesta inmobiliaria podría haber fracasado, pero le salió más que bien: duplicó el patrimonio familiar. Volvió a hacer otra jugada magistral en 1984. Ya como presidente de la compañía, tras la muerte de su padre, Bernard decidió invertir casi toda su fortuna en una compra inesperada: Christian Dior. Aquella fue la primera adquisición que hizo en el mundo del lujo, porque después vendría LVMH Louis Vuitton-Moët Hennessy y, pronto, muchísimas otras más.
¿Por qué justamente el rubro del lujo? Porque, según él mismo admitió alguna vez, las marcas de alta gama tienen atemporalidad y modernidad, dos características que, en apariencia, son contradictorias. Pero no: ahí está el éxito. “Son como el fuego y el agua –ha dicho él–. ¿Puedes decir que dentro de veinte años la gente seguirá usando el iPhone? Tal vez no. Pero seguirá bebiendo Dom Pérignon”. A partir de ese momento y gracias a una fuerte política de expansión y una meticulosa obra de ingeniería, ha logrado construir el mayor conglomerado del mundo: en conjunto, las más de setenta marcas que lo componen no han parado de crecer en beneficios (en determinados momentos hasta un 500 por ciento).
“Bajo su liderazgo, los ingresos [del grupo] han pasado de 4000 millones de dólares en 1990 a 86.000 millones en 2022, impulsados en parte por algunas adquisiciones costosas, como la de Bvlgari por 5100 millones en 2011 y la del grupo hotelero Belmond [que posee desde el tren Orient-Express hasta el hotel Cipriani de Venecia, e incluye otros 46 activos tan exclusivos como glamorosos] por 3200 millones, en 2018″, publica Forbes, que además apunta otros hitos memorables más recientes, como su exitosa asociación, en 2017, con la cantante Rihanna en Fenty Beauty.
LOS HEREDEROS DEL IMPERIO
No sólo del lujo es dueño Arnaud. También ostenta un muy bajo perfil. A pesar de que es uno de los mayores filántropos de su país (aporta para la conservación del patrimonio, investigación médica, educación y formación, y arte), poco se sabe del importe de sus donaciones, salvo por los 230 millones de dólares que destinó a la restauración de la catedral de Notre Dame, arrasada por el incendio de 2019. Para evitar que lo rastreen, decidió vender el Bombardier Global 7500 –su jet privado– y, desde el año pasado, se traslada en jets alquilados. Posee un yacht de 333 pies de eslora –el Symphony– que fue construido en 2015 y está valuado en 190 millones de dólares.
Y es el amo y señor de nueve propiedades muy especiales. La más conocida es su mansión del distrito 7 de París; pero en la lista también hay un castillo en St. Tropez, en la French Riviera, y otro al sudoeste de la capital francesa; seis propiedades en Beverly Hills entre las cuales hay una casa de 42 millones de dólares. El hombre que puede comprar lo que quiera también tiene pasiones a las que les dedica su tiempo y su fortuna. Colecciona obras de arte y toca el piano, y es un tenaz jugador de tenis: desde 2019 practica ese deporte cerca de cuatro horas semanales con un compañero de lujo, el suizo Roger Federer, de quien es amigo.
Estar en permanente actividad lo mantiene alerta, por eso, además, está lejos de sacarse el saco y la corbata para jubilarse. En 2022, un año después de que su patrimonio personal alcanzara los 192 mil millones de dólares, logró que el directorio del grupo aprobara una cláusula por la cual se corre de los 75 a los 80 años el límite de edad para estar al frente de la compañía. El año pasado también reorganizó el holding. Desde entonces, sus cinco hijos tienen participaciones iguales en LVMH, ocupan puestos ejecutivos y, según ha revelado el mismo Arnault, sus contribuciones han logrado aumentar, aún más, los ingresos de la empresa. Su primogénita, Delphine (47), fruto de su primer matrimonio con Anne Dewavrin (se casaron en 1973 y se divorciaron en 1990), es directora y vicepresidenta ejecutiva de Louis Vuitton y, en febrero asumió como CEO de Christian Dior. El segundo hijo de Bernard, Antoine (45, casado con la modelo rusa Natalia Vodianova), es la mano derecha del magnate y, además, director ejecutivo de Dior.
Los tres hijos que tuvo con su actual mujer, la concertista canadiense Hélène MercierArnault (63, se casaron en 1991), también tienen cargos importantes. Alexandre (30, casado con la influencer Géraldine Guyot) es CEO de Rimowa y vicepresidente ejecutivo de Tiffany’s. Frédéric (27) es CEO de TAG Heuer; y Jean (24), el benjamín, es director de marketing y desarrollo para la relojería de Louis Vuitton. Los cinco serán, en el futuro cercano, los dueños del lujo mundial.
Fotos: Getty Images, Reuters, Shutterstock y Cordon Press
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