Cuatro vestidos, muchas estrellas internacionales, un intruso y una carroza de Cenicienta para el casamiento de la Princesa del Pop
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Una carroza de Cenicienta y una casa convertida en un castillo de cuento para el “sí, quiero” de la Princesa del Pop. Tras cinco años de relación y nueves meses después de haberse comprometido, Britney Spears hizo realidad su sueño de casarse con el entrenador de fitness y actor Sam Asghari. El enlace, celebrado en la mansión de la cantante en Thousand Oaks, en California, tuvo lugar ante unos sesenta invitados, entre los que se encontraban buenos amigos de la artista, como Madonna, Selena Gómez, Drew Barrymore, Paris Hilton con su marido, Carter Reum, la madre de la empresaria Kathy Hilton, Maria Menounos y Donatella Versace, autora del vestido de novia y también del smoking del novio. Pero entre los asistentes no se encontraban ni lo padres, ni la hermana de Britney, Jamie Lynn. Tras trece años de controvertida tutela paterna –que terminó el pasado año–, la artista no mantiene re lación con sus padres ni tampoco con la pequeña de la familia. Aun así, su madre, Lynne, la felicitó a través de las redes sociales: “¡Se te ve tan radiante y tan feliz! ¡Tu boda es la boda soñada! ¡Y tenerla en tu casa la hace tan sentimental y especial! ¡Estoy tan feliz por ustedes! ¡Los quiero!”. Parece que sólo el hermano de la cantante estaba invitado, aunque finalmente no fue. Tampoco sus hijos Sean Preston y Jayden, de 16 y 15 años, fruto de su matrimonio con Kevin Federline, aunque mandaron a su madre los mejores deseos en su gran día, a través del abogado del bailarín.
Cientos de flores blancas y rosas adornaban la carpa levantada en el jardín, donde los invitados se reunieron a las seis de la tarde del 9 de junio. “Queríamos que la decoración fuera cálida y femenina”, dijeron desde Mark’s Garden, la empresa que se encargó de darle forma a los deseos de Britney. La novia caminó hacia el altar mientras sonaba la canción “Can’t Help Falling in Love” , de Elvis Presley, y ese fue el momento en el que quedó revelado el misterio de su vestido, realizado a mano y con más de setecientas horas de trabajo en los talleres de Versace. Confeccionado en cady de seda blanco, con los hombros al aire, escote corazón, perlas en la espalda y un corset que se estrechaba en la cintura, tenía una falda con tajo lateral y pliegues desde la cintura que caían en cascada formando una cola de tres metros. El velo, de cuatro metros y medio, era de tul de seda adornado con raso. La joya principal era un choker blanco con una pieza central en forma de corazón de 27 quilates de diamantes engastados en oro blanco y valuado en cien mil dólares. “Sabíamos que el vestido de Britney tenía una silueta clásica con escote abierto, así que diseñamos piezas atemporales que complementaran el estilo, incluido un collar, un brazalete y pendientes llamativos”, dice la diseñadora de las joyas, Stephanie Gottlieb, que se encargó también de las alianzas en platino y diamantes.
Cuatro veces se cambió Britney de vestido: al tradicional traje nupcial sumó un minivestido negro, también de Versace, un conjunto bicolor y un minivestido rojo. La fiesta, repleta de las mejores artistas, estuvo llena de actuaciones. Y, a las diez y cuarto de la noche hora de Los Ángeles, los recién casados se marcharon en un Rolls-Royce, mientras sus invitados rodeaban el automóvil con bengalas. Y la fiesta continuaba. “¡Lo hicimos, nos casamos!”, dice Britney. “Fue el día más espectacular. Estuve muy nerviosa toda la mañana, pero luego a las dos de la tarde, realmente me di cuenta… ¡Nos vamos a casar! ¡Tuve un ataque de pánico y luego me recuperé! El equipo convirtió nuestra casa en un castillo de ensueño fantástico. La ceremonia fue un sueño y la fiesta aún mejor. ¡Vino tanta gente increíble a nuestra boda que aún estoy en shock!”, continuó la Princesa del Pop en el mensaje que compartió horas después con sus seguidores por redes sociales. Nada pudo empañar su gran día, ni siquiera que Jason Alexander, el primer marido de la cantante, con quien estuvo casada 55 horas en enero de 2004 tras una boda express en las Vegas, se colara en la mansión horas antes y burlara la seguridad con la intención de arruinar la boda. Retransmitiendo en directo por las redes sociales, logró llegar a la estancia de la ceremonia, preguntando insistentemente dónde estaba su ex. Fue detenido y la artista y Sam pudieron seguir con sus planes. Un año después de divorciarse de Alexander, Britney se casó con el bailarín Kevin Federline, padre de sus dos hijos, un matrimonio que marcó el inicio de sus problemas. Tras haber cumplido su sueño de casarse con Sam Ashgari, sólo queda un deseo por cumplir: volver a ser madre. Recientemente la pareja perdió el bebé que esperaba, pero pese a su dolor, Britney expresó su voluntad de volver a intentarlo próximamente y ampliar la familia.
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