En una “terapia de pareja” frente al mar, el matrimonio se anima a un sincero balance del año, habla de amor y de sus proyectos de familia
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A pesar de los vaivenes que atravesaron este año a nivel personal –con rumores de crisis de pareja incluidos–, Eduardo (77) y Elina Costantini (33) se muestran tan enamorados como aquel 22 de febrero de 2020, cuando dieron el “sí, quiero” en una ceremonia civil para cincuenta invitados en el hotel Alvear. Por delante, tienen planes de celebrar a lo grande (en ese entonces no pudieron hacerlo por el inminente avance de la pandemia). “Me encantaría casarme embarazada, con una panza gigante que apenas me permita caminar hacia el altar”, revela a ¡HOLA! Argentina la creadora de la Semana de la Alta Costura (SAC) durante una charla a corazón abierto junto a su marido, que ellos mismos catalogaron como “terapia de pareja”.
Su casa en Punta del Este, a la que bautizaron “Nuestro Amor”, es el fiel reflejo de su historia. Así como con el paso del tiempo el mar y el viento erosionaron la estructura rocosa de la casa, que juntos reacondicionaron con dedicación, también superaron los obstáculos que se interpusieron en su camino y lograron salir airosos. “Al principio, el entorno fue duro, pero ya pasó. Somos un matrimonio que se apoya el uno al otro, estamos felices y consolidados. Eso hay que construirlo, no se logra de un día para el otro, pero gracias a Dios estamos en nuestro mejor momento”, asegura Elina.
–Esta casa es tan especial para ustedes que la bautizaron como “Nuestro Amor”…
Eduardo: Es una casa mágica, con una energía increíble, a 30 metros de la playa. Es como una escultura viva porque gracias al mar el paisaje cambia todos los días. Es muy lindo ese contacto con la naturaleza.
Elina: Eduardo la hizo en el año 95. Cuando la conocí en nuestro primer viaje como novios, en pleno invierno, noté que estaba un poco venida abajo. A estas casas que dan al mar hay que mantenerlas, porque el agua crece un montón y llega al jardín, y el salitre te come todo. Por eso empecé a trabajar a full y la reacondicioné. Ahora estamos muy felices porque vamos a tener nuestra primera casa juntos.
–¿Una casa nueva que van a construir de cero?
Elina: La estamos haciendo en un lugar soñado de José Ignacio, va a estar lista para 2025. Tiene unas piedras espectaculares y está cerca de la Virgen de Lourdes, de la que yo soy muy devota y Eduardo también. El proyecto empezó en marzo de este año, después de tres años que nos llevaron los permisos… Tuvimos que hacer estudios del suelo, la flora y la fauna del lugar, con audiencias públicas incluidas.
Eduardo: Le pedimos al arquitecto –y él lo entendió a la perfección– que la casa no fuese la protagonista, sino que el protagonismo lo tuviera el terreno. Hay un desnivel de más de siete metros plagado de rocas, las más grandes de José Ignacio, que balconean sobre el mar. La casa es de una sola planta y se diseñó para respetar el espacio, no romperlo, por eso serpentea entre las rocas.
–¿Ya pensaron qué nombre le van a poner?
Elina: También se va a llamar “Nuestro Amor”. Hicimos el mismo cartel que en Punta del Este y lo llevamos para José Ignacio.
SE DICE DE NOSOTROS
–En este torbellino de vida que atraviesan juntos, ¿quién es el más imparable de los dos?
Eduardo: ¡Elina! La realidad es que los dos somos creativos, tenemos proyectos y compartimos nuestras opiniones, pero ella es más vivaz, espontánea y expresiva. Yo soy más mental, estoy pensando todo el día, y ella también, pero todo lo que piensa lo dice, vive a flor de piel.
–¿Cómo definirían este presente de la pareja?
Eduardo: Esperanzador, estamos atravesando un momento lindísimo. Recientemente estuvimos de viaje en México y en Miami, visitamos distintos museos y Elina está cada vez más involucrada con el arte. Aparte, tanto ella como yo tenemos mil proyectos.
–Se habló mucho de que estaban separados…
Eduardo: No es para nada cierto.
Elina: Eduardo salió a desmentirlo porque yo estaba atravesando un problema grave de salud. Me dijo: “Estoy harto de que inventen cosas que no son”. No es verdad, estamos más felices que nunca.
–¿De dónde salen esos rumores?
Eduardo: Siempre hay rumores sobre nosotros, se inventan muchas cosas.
Elina: Siempre va a haber gente del entorno que va a inventar. Y siempre, oh casualidad, es para Navidad o fechas especiales. Pasamos un año bastante complicado por un tema de salud, pero salimos fortalecidos.
Eduardo: El problema de salud que tuviste no hizo más que unirnos.
–¿Cuál fue ese problema de salud? En su momento se dijo que perdiste un embarazo.
Elina: Todavía no estoy preparada para hablar. Somos resilientes, pero mi cabeza no está preparada para contarlo. Creo que en algún momento sí lo voy a contar y me encantaría hacerlo porque sé que ayudaría a mucha gente, muchas mujeres pasamos por eso. Después de toda esa tormenta que atravesamos, ahora estoy bien.
–Eduardo, entre todos los rumores, también se comenta que Elina te maneja el celular…
Eduardo: Dicen eso porque por ahí no pueden creer que yo hable así del amor. Hay un concepto machista alrededor o quizás porque me ven sólo como empresario. Yo le escribo cosas muy amorosas a Elina en Instagram, como por ejemplo que es el gran amor de mi vida. Mis amigos me cargan porque sus mujeres ahora los miden por las cosas que yo le digo a Elina. Yo me muestro tal cual soy.
Elina: Siempre nos expresamos así, nos gusta esa libertad. La gente inventa esas pavadas que a mí, en realidad, me causan gracia. Eduardo: Muchas parejas se aman, pero no lo dicen públicamente, hay como un pudor alrededor de eso. Para mí, el amor es lo más sublime de la vida. Nuestro fin como pareja es expresar nuestro amor.
–¿En algún momento duelen las críticas?
Elina: No, pero yo ahora estoy empezando a decir basta, para cosas graves sí hay que poner límites.
–¿Quién es más celoso de los dos?
Eduardo: ¡Elina!
Elina: ¡No, qué mentiroso! ¿En qué soy celosa?
Eduardo: Si tengo que ir a trabajar a Buenos Aires por un día me dice: “Te vas a portar bien, ¿no?”. [Se ríe].
Elina: Me gusta decir esas cosas para mantener viva la llama y que él se sienta deseado, pero me encanta que sea libre, que salga con sus amigos. Eduardo es muy celoso de mi entorno, yo soy muy cariñosa con mis amigos y les digo que los amo. Si hubiese conocido a Jorge Ibáñez se habría muerto de los celos porque estábamos todo el día juntos como un matrimonio. Pero son cosas de pareja, nunca nos trajo ningún conflicto.
Eduardo: A mí me encanta que Elina tenga amigos. Nosotros nos elegimos libremente, y uno, además de amar, tiene que confiar en el otro. Nunca hemos tenido una pelea por celos, jamás.
–¿Han tenido alguna gran pelea?
Eduardo: Peleas normales de pareja sí, pero no una crisis grave.
Elina: Hemos discutido cosas que el entorno inventó. Al principio, inventaban pavadas para generar discusiones. No peleamos, pero sí aclaramos ciertas cosas. Y después tenemos pavadas de la cotidianeidad.
–¿Por qué tipo de temas triviales discuten?
Eduardo: Por el orden. Elina: Sí, yo soy muy ordenada.
–¿Y Eduardo no?
Elina: Él es como un adolescente, deja todo tirado por toda la casa. Ahora está más acomodado.
Eduardo: Pido mi derecho a réplica. [Se ríe]. Lo que pasa es que nos vamos adecuando uno al otro. Nunca fui muy desordenado, pero jamás había sido tan ordenado como ahora.
Elina: Contá lo que te hago…
Eduardo: Cuando yo encuentro algo de ella lo doblo y se lo guardo en su lugar, pero si ella encuentra algo mío lo agarra y lo tira adentro del placard. Me castiga así. [Se ríe].
LA GRAN BODA Y EL DESEO MÁS PROFUNDO
–¿Están planeando algo especial por su cuarto aniversario de casados?
Elina: Se viene la gran fiesta que no pudo ser por la pandemia. Vamos a celebrar nuestra boda, ya está todo reservado. Eduardo tiene su traje, y yo tenía un vestido que ahora no lo tengo [el que su amigo Jorge Ibáñez había diseñado para cuando ella se casara, pero que la madre del diseñador, tras su muerte, donó al Museo del Traje]. Pero eso es lo de menos, ya voy a encontrar algún vestido. Me encantaría casarme embarazada, con una panza gigante que apenas me permita caminar hacia el altar. Siempre flasheo con eso…
–Entonces hay una fecha pensada, pero va a ser más adelante…
Elina: Va a ser en una fecha particular con un significado especial, pero no lo queremos decir todavía, falta un tiempito.
–Recientemente estuvieron en México y visitaron la basílica de la Virgen de Guadalupe. ¿Le pidieron algo especial?
Eduardo: Queremos quedarnos embarazados, tener un hijo.
Elina: También agradecimos por tener salud, que es lo más importante. Hay cosas que te pueden llevar, como a mí, casi al borde de pasar para el otro lado. La vista a la basílica fue una experiencia que no se puede explicar con palabras. Cuando uno va a ese lugar pasa algo mágico, te ponés a llorar, es muy emocionante.
Eduardo: Aparte la Virgen ha hecho milagros.
Elina: Con respecto a este tema, Pampita, a quien queremos mucho, siempre me dice: “Elina, vení por favor con nosotros a hacer la peregrinación a Luján, que yo también quedé embarazada”. Seguro la vamos a hacer con ella.
ADMIRACIÓN MUTUA
–Eduardo, entre tantos proyectos y negocios, ¿cómo te desconectás? ¿Qué te trae Elina para salir de esa cabeza empresarial?
–Yo no soy workaholic, de hecho, tengo mis tiempos de recreo. Siempre me gustó el arte, hacer deporte, andar en bicicleta… pero Elina le da vivacidad y alegría a mi existencia. Ella es muy alegre, nunca está quieta, siempre tiene anécdotas para contarme o algún proyecto. Le agrega color y juventud a mi vida. Aparte, yo le dedico mucho tiempo porque es muy exigente y requiere atención.
Elina: ¿Cómo exigente? Me estoy enterando de un montón de cosas, esto parece una terapia de pareja. [Se ríe].
Eduardo: Porque te gusta contarme cosas todo el tiempo. Por ahí me cuenta alguna historia de su vida y me pongo a llorar, me emociono.
–¿Qué es lo que te emociona de su historia?
Eduardo: Ella empezó de cero, vivió cosas lindas y muy fuertes, y eso a mí me moviliza. Me emociona cuando me cuenta cómo la tomaron para un desfile, cuando le faltaba plata para atravesar el día o cómo la descubrió Jean-Paul Gaultier. Elina estaba en París llorando porque una marca no la había elegido, y un señor la vio y le preguntó por qué lloraba. Ella le contó, le hicieron una prueba y la eligieron. Ese señor era Jean-Paul Gaultier.
Elina: Cuando te vas a trabajar afuera no es fácil, no es que llegás y te elige todo el mundo. Es una vida sacrificada, pero vale la pena.
Eduardo: Yo conozco todos los detalles de su biografía.
–Además de la casa en José Ignacio, ¿qué otros proyectos tienen por delante?
Eduardo: Los dos estamos esperando que llegue nuestro hijo. [Lo dice como una expresión de deseo]. Queremos disfrutar la vida y acompañarnos siempre.
Elina: A los dos nos gusta mucho trabajar, queremos terminar nuestros días trabajando. También tenemos un proyecto en común muy lindo: vamos a abrir un hospital para animales en Nordelta. Será para las mascotas de los vecinos y para la fauna del lugar: aves rapaces, liebres, carpinchos. Ahora, de manera inmediata, hasta que el hospital se empiece a construir, vamos a montar un centro de ayuda inmediata para los carpinchos, con ambulancias y camillas para ellos. Amamos los animales.
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