Distendida y cercana, la periodista chilena nos descubre su costado más íntimo en la calidez de su hogar
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Es un día atípico en la vida de Diana Bolocco (45). Sus hijos están de vacaciones y entonces aprovecharon para salir a pasear todos juntos e ir de visita a la casa de unos amigos en las afueras de Santiago. El “todos juntos” incluye a su marido Cristian Sánchez (51, periodista y conductor) y sus hijos Pedro (22), Diego (19) –frutos de su primer matrimonio–, Facundo (11) y Gracia (8). Diana, hermana menor de Cecilia, actualmente se luce como conductora de Gran Hermano. “Estoy trabajando de noche, haciendo el programa en vivo. Otros proyectos que hice, como The Voice, me implicaban más horas porque se grababa durante todo el día. Agotador”, nos cuenta desde su hogar.
–¿Cómo balanceás la televisión con la familia?
–Cuesta mucho. Hay períodos que tengo más libres y otros que son de mucho trabajo y horarios largos, pero me organizo con mi marido. Él también trabaja en televisión, en ESPN, y nos organizamos entre los dos. Además, tenemos una persona que nos ayuda en la casa. Mis hijos grandes también colaboran mucho con los más chicos. Los recogen del colegio, nos ayudan a llevarlos a las actividades que tienen después. Así que tengo una red de apoyo muy importante, pero siempre cuesta.
–¿Sos una madre culposa?
–Te diría que he evolucionado harto con este tema. Fui mamá por primera vez a los 23. Coincidió además con mi ingreso a la tele. Entonces sí, cuando yo era más joven y mis primeros hijos eran muy chicos, era muy culposa, pero logré perdonarme con los años. Ya tengo 45 y he aprendido que uno hace lo que puede de la mejor manera posible.
–¿Cómo son estas dos maternidades? ¿Qué diferencias encontrás entre tus hijos más grandes y los más chicos?
–Muchísimas diferencias. Principalmente, yo he madurado y aprendido de la vida, tengo mucha menos ansiedad. Cuando era más joven, me leía los libros de maternidad, de cómo hacer dormir a tu hijo en su cunita, lejos de ti, todas esas cosas que afortunadamente están obsoletas. Soy una fiel creyente de que los límites y los buenos hábitos son muy importantes y en eso no me mareo, no me equivoco, pero sí dejé de tener la ansiedad de cuándo un hijo va a caminar, cuándo va a hablar, si no habla o si no lee tan bien. Con los años una es mucho más sabia en todo orden de cosas, entre ellas, en cómo ser mamá y cómo criar.
–¿A tus hijos más grandes les gusta el mundo de la televisión?
–No, no les gusta nada. Nunca han sido muy cercanos a mi trabajo, los mantuve al margen. Luego, con la era de las redes sociales, me relajé y empecé a publicar fotos de mis hijos, pero me costó mucho. Uno nunca sabe en lo que van a terminar, pero Pedro y Diego están estudiando Ingeniería, muy lejos del mundo del entretenimiento.
–¿Cómo fue tu infancia?
–Muy feliz. Yo soy la menor de cinco hermanos y el mayor me lleva diecisiete años. Entonces tuve como muchos padres y muchas madres… Fui muy consentida. Mi mamá me tuvo a los 42 años cuando muy pocas mujeres tenían hijos después de los 40.
–Siendo una Bolocco, ¿había alguna escapatoria a estar en televisión?
–Es una muy buena pregunta. Nunca me lo planteé en serio, ni cuando estudiaba en el colegio, ni cuando entré a la universidad. La Cecilia es un personaje muy potente en Chile y en toda Latinoamérica. Ella estaba en televisión y yo, de alguna manera, había visto los costos que eso tenía. La exposición tiene su lado difícil. Yo me casé, tuve hijos y un día dije “bueno, voy a probar en la televisión” y de eso ya han pasado años.
–¿Tenías miedo a la comparación con Cecilia?
–La verdad que no. Entiendo que eso puede ser una carga o un problema cuando no existe una cercanía especial con la otra persona. Con Cecilia siempre he sido muy cercana. La admiro mucho y la quiero, por lo tanto, nunca lo tomé como un peso ni tampoco pretendí ser igual a ella. En dieciocho años no he sentido la comparación. La clave está en no pretender hacer un camino similar al de nadie.
–¿Tu hermana te dio algunos consejos?
–A ver… A ella le ha tocado vivir cosas muy distintas a las mías, pero es mi hermana mayor y me ha aconsejado un montón en cosas en la vida, no solamente en los caminos profesionales. Nos apoyamos mutuamente, nos queremos, nos entendemos. Tenemos doce años de diferencia, pero en algún momento de la vida esas diferencias dejan de importar. En un momento vivimos la maternidad muy de cerca porque su hijo Máximo y mi hijo Diego –el segundo– tienen meses de diferencia. Fuimos madres en distintas etapas de la vida, pero eso nos acercó más aún. Y con mi hermana Verónica también. Nadie me pregunta por ella porque no es famosa, pero nos pasa lo mismo.
–En algunas oportunidades, cuando la atacaron, te convertiste en una suerte de vocera de Cecilia...
–Nunca he pretendido ser la vocera, ni mucho menos. Me carga hablar por ella y jamás he respondido una pregunta por ella. Pero si te estás refiriendo a una vez en particular, cuando se le cuestionó su rol de madre desde Argentina, yo me sentí en la necesidad de salir a respaldarla públicamente. Creo que uno tiene que alzar la voz cuando es algo muy injusto. Me parece que hay cosas que son inaceptables.
–¿Eso fue lo que más te dolió de lo que se dijo de tu hermana?
–No, me han dolido muchas cosas, pero ahí sí sentí la necesidad visceral de salir a respaldarla. Porque claro, ella no iba a salir a responder, como no lo ha hecho nunca. Espero no tener que volver a hacerlo más.
–Hablaste de Máximo. ¿Cómo atravesaste la enfermedad de él? [En 2018 al hijo de Cecilia y el ex presidente Carlos Menem le diagnosticaron un cáncer cerebral].
–Fue devastador para todos, imagínate. Muy difícil, pero también muy asombrada de su capacidad y de todo lo que él creció internamente con un proceso tan doloroso. Y también de la Cecilia. Cecilia lo abandonó todo y estuvo al lado de él las 24 horas del día, dejando su dolor a un lado para apoyar a su hijo, que estaba sufriendo. Yo no pude acompañarlos a Estados Unidos para su tratamiento. En ese momento estaba haciendo un programa matinal, tenía que estar todos los días al aire. Me sentía muy lejos, impotente, aunque estábamos a través del teléfono. Aunque suene terrible decirlo, tanto él como Cecilia sacaron cosas buenas de ese proceso. Máximo se convirtió en un hombre, supersabio, muy centrado, fuerte…
LA TELEVISIÓN A AMBOS LADOS DE LA CORDILLERA
–Hace un rato hacías hincapié en el costado pesado de la exposición. ¿En algún momento te acostumbrás a los rumores, a las rivalidades?
–Nunca te acostumbras a la mala onda. Y en eso englobo desde el rumor hasta el comentario mal intencionado o la mentira. Una empieza a buscar mecanismos para que no te afecte y para que no te determine. Por suerte, mi relación con la prensa y con la gente es bastante buena, nunca he tenido que enfrentar un problema muy grande. Yo hago mi vida con total normalidad, hago exactamente las cosas que haría una mujer de mi edad que tiene cuatro hijos. No ando por la vida como conductora de televisión, no me muevo de esa manera… Tengo mis cables a tierra que son mis amigas del colegio, los amigos de mi marido, que también son del colegio. Y finalmente, cuando entro a casa, procuro siempre desconectarme, no voy a muchos eventos, no ando de tacones por la vida. Me moriría si tuviera que andar de conductora de televisión las 24 horas del día.
–Estar en pareja con alguien del medio, ¿simplifica las cosas?
–Yo creo que simplifica porque Cristian conoce los horarios, entiende el juego televisivo. Pero, más allá de eso, tengo la suerte de tener un hombre maravilloso al lado. Él conoció a mis hijos más grandes, cuando tenían 6 y 3 años, y fue muy natural la conexión y lo quisieron inmediatamente. Además, ha sido muy importante en la formación de ellos. Es un hombre muy generoso, libre, sin prejuicios y tiene una excelente relación con el papá de mis hijos. Cuando él viene de visita a Santiago, pasa mucho tiempo con nosotros. Tenemos una linda relación entre todos.
–¿Ves televisión argentina?
–Veo poquita tele argentina, conozco algunos personajes, pero me gusta mucho el estilo que tienen, es bien diferente al de acá. Es más acalorado, son más extrovertidos, más directos para decir las cosas. Tal vez en Chile somos más conservadores.
–¿Hay alguien de Argentina con quien te gustaría trabajar?
–He visto mucho a Marcelo Tinelli y me encanta, creo que tiene una forma de conducir muy relajada, me gusta mucho lo que ha hecho en la industria también. A Mariana Fabbiani la sigo en Instagram y me encanta. ¿Sabes lo que más me gusta de ustedes? Que admiran y veneran a sus figuras como Mirtha Legrand, Susana Giménez, Moria… Son mujeres grandes, tan queridas y respetadas. Me encanta eso.
–¿Te animarías si te llamara Tinelli para el Bailando?
–Tal vez en otra etapa de mi vida. Hoy día no dejo a mi familia por nada, me costaría mucho. Me encanta bailar, yo estudié ballet de pequeña, me encantan los programas de baile, los veo, soy consumidora, pero no. Prefiero verlos desde el sillón. [Se ríe].
–¿Qué es el éxito para vos?
–Pregunta difícil. Creo que el éxito es buscar un equilibrio entre lo que te hace bien y lo que no puedes dejar de hacer y que no es tan bueno para ti. Hay un montón de cosas que uno tiene que hacer inevitablemente porque es adulto. Uno tiene que procurarse paz mental y ser lo más feliz posible. Desde el trabajo que uno tiene, la pareja con la que uno comparte la vida, la relación que se tiene con los hijos, las amistades que uno escoge. Cuando se confunden las cosas y uno empieza a forzar los vínculos o intenta encajar en lugares que no son para uno se va perdiendo en el camino. Yo creo que la clave del éxito es estar muy conectado siempre con lo que te hace bien y te da felicidad.
–¿Cómo te imaginás dentro de diez años?
–Yo amo comunicar y si no es la televisión, hoy día hay tantas otras plataformas para hacerlo. Tengo muchos proyectos que no necesariamente tienen que ver con la tele. Soy muy inquieta, me gusta hacer cosas distintas y estoy en un proceso creativo constante. No me veo en mi casa tejiendo sentada en el sillón, para nada.
–¿Y quizás otro hijo?
–No, tenemos demasiados. Y con la llegada de la niña, estamos completos. Yo ya pensaba que mi vida iba a ser estar siempre rodeada de varones, pero llegó ella, que es maravillosa. La fábrica esta supercerrada y con mi marido estamos en una etapa más libre con respecto a los chicos y de más disfrute entre nosotros.
Maquillaje: Paula Roldán (@paularoldan_makeup)
Peinado: Daniela Salas (@danifeerstyle)
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