En diciembre de 2019, la “chica dorada” de la natación accedió a la invitación de ¡Hola! Argentina y deslumbró en una producción fotográfica única. Mirá todas las fotos y volvé a leer la entrevista acá.
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La determinación con la que habla es la misma que pone en cada brazada. Sólo unos pocos minutos de charla con Delfina Pignatiello sobran para entender por qué es la “chica dorada” de la natación. Firme, decidida y con el impulso claro hacia donde quiere llegar. Nació en San Isidro –donde aún vive con su familia– y desde muy chica se apasionó por el agua. “Era una beba cuando mi mamá –que es profesora de natación– me metía a la pileta. Ella me enseñó a nadar, iba todos los días a su escuelita. Me crié en el agua. [Se ríe]. Probé otros deportes –hockey, gimnasia artística, básquet–, pero siempre que tenía que decidir, la natación era mi primera opción”, cuenta la ganadora de tres medallas de oro en los Juegos Panamericanos de 2019.
–¿Cuándo te diste cuenta de que la natación iba a ser tu profesión?
–Creo que se fue dando día a día, mes a mes, año a año cuando me iba planteando nuevos objetivos… Empecé con esto desde muy chica y después, al mismo tiempo que estaba en la secundaria, seguía buscando una carrera para estudiar. Entrenaba mucho, pero no pensaba vivir de esto. A medida que fue pasando el tiempo, después del Mundial Juvenil en 2017 y cuando entré en el ranking mundial, empezaron a aparecer los sponsors, las becas y le di rumbo a la natación. La natación es mi trabajo y tengo la suerte de poder vivir de esto.
–Además estás estudiando Marketing…
–Sí, lo hago online porque me es imposible cumplir con horarios de clases por los entrenamientos y los viajes.
–¿Qué sentís cuando estás en el agua?
–El agua es mi lugar. Además de la presión y las satisfacciones que vivo al mil por ciento, cuando algo no sale como quiero, es en el agua donde puedo revertir esa frustración. Ahí vuelvo a ser yo.
–Hace poco escribiste en Twitter “¿Quién me manda a ser así?”. ¿Cómo sos?
–Tengo un carácter bastante fuerte, muchos cambios de humor y soy muy obsesiva. Si hay algo en mi vida que tengo que afrontar, lo acepto y voy de cabeza a resolverlo. No me gusta quedarme callada, siempre voy a defender lo que creo… Quizás ahora estoy aprendiendo a decir las cosas con más cuidado para relacionarme mejor. Y soy muy autoexigente y detallista.
–¿Vas al psicólogo?
–Voy al psicólogo deportivo desde el Mundial Juvenil en 2017, cuando tuve mucha exposición. Él me da muchas herramientas para que pueda resolver los problemas o modificar lo que no me gusta de mí. Me ayudó para madurar, tanto en el deporte como en la vida.
“ES LA VIDA QUE ELIJO”
–¿Tenés muchas amigas?
–Tengo mi grupo de amigas de la secundaria. Ellas me bancan con mis tiempos y la exigencia de mis entrenamientos. Mis amigas saben del esfuerzo que hago, pero sí o sí las veo una vez por semana. Son mi cable a tierra y con las que puedo ser yo y no “Delfina Pignatiello, la chica que ganó medallas”. Al igual que mi familia, sé que van a estar a mi lado más allá de mis resultados en la natación.
–¿Qué cosas tuviste que sacrificar por la natación?
–A mi viaje de egresados no fui, por ejemplo, porque implicaba una semana sin entrenar, llevar un ritmo de “persona normal” que yo no puedo tener, comer mal, riesgo a lesionarme… Y para la fiesta llegué de Chile, adonde había ido a competir, esa misma noche. Me bajé del avión en Aeroparque y fui directo a Caix, en la Costanera, a celebrar con mis compañeros. Pero si hubiera estado en un torneo y no podía llegar, me la tenía que bancar.
–¿Cómo es tu rutina?
–Tengo cuatro horas de agua por día más una hora de gimnasio –cinco o seis veces a la semana–, además del kinesiólogo, el psicólogo y la nutricionista. Además, tengo que descansar siete u ocho horas a la noche. Llevo una alimentación especial, las colaciones deben ser saludables y tengo un solo permitido semanal. No es sólo ir a nadar, como mucha gente cree. Del lunes a las seis de la mañana cuando me levanto hasta el sábado al mediodía, toda mi semana está pensada para entrenar. Me vaya bien o mal en las competencias yo tengo que estar tranquila porque lo doy todo.
–¿Cuál es tu permitido?
–Generalmente lo uso cuando salgo con mis amigas a comer o a merendar. Ahí me como una porción de torta o pedimos entre todas para “cucharear”. Helado hace un montón que no tomo.
–¿Y los momentos de ocio?
–¡Que son tan necesarios para mi cabeza! Miro series, películas, leo algún libro, dibujo, escribo… Con la cabeza en Tokio 2020.
–¿Cómo manejaste la revolución que se produjo en tu vida después de los Panamericanos de Lima? Más exposición, más seguidores en las redes sociales…
–En un primer momento, me enchufé mucho con las críticas que recibía en las redes y les presté demasiada atención a comentarios que no valían la pena. Ahora tengo una amiga que me está manejando mi cuenta oficial.
–¿Qué cosas llegaron a decirte?
-Desde “qué gorda estás” hasta que soy una creída y poco humilde, todo lo que te imagines. ¡Gente que no me conoce! Igualmente, hay otro costado de las redes sociales que me encanta porque están los que me dicen que soy una inspiración para ellos. Me gusta mostrarles que si se esfuerzan y se apasionan por lo que hacen, van a llegar hasta donde quieran. Yo considero que tuve que autosuperarme un montón de veces, como ocurrió el año pasado en los Juegos Olímpicos de la Juventud, que tuve que competir a la semana de la muerte de mi abuela en un estadio que se caía de gente gritando mi nombre y salí a correr y a representar a mi país.
–¿Siempre vas para adelante?
–Justamente después de los Juegos me deprimí mucho: a la muerte de mi abuela se sumó una lesión, me había dejado mi novio y estaba muy triste. La verdad es que no tenía ganas de entrenar. Y acá estoy, con tres medallas panamericanas que gané este año. Por eso, me gusta mostrar que uno puede superarse.
–¿Qué se viene en lo deportivo?
–El Sudamericano de Mayores en marzo, el Campeonato Brasileño María Lenk y después, lo más importante: los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
–¿Cómo imaginás ese momento?
–Debe ser un tsunami de emociones que hay que vivirlo con los pies sobre la tierra. Sé que me tengo que romper el lomo entrenando. No puedo salir los sábados a bailar, no puedo comer veinte tortas a la semana porque sé que es lo más importante que me va a pasar en estos años y me vengo preparando para esto. Estoy muy contenta de estar en este camino.
–¿Hay tiempo para el amor?
–Hoy no quiero estar de novia. La verdad es que cuando me separé, la pasé tan mal y me desconcentré tanto que elijo estar sola. Así estoy bien. Ya llegará el amor porque soy muy romántica, re Susanita, me quiero casar, me encantaría tener hijos.
–¿Tenés algún ídolo o te gustaría imitar el camino de alguien?
–Hay grandes deportistas argentinos que admiro, Manu Ginóbili, Lucha Aymar, Leo Messi, pero no tengo ídolos. Sí admiro la historia de Michael Phelps [ex nadador estadounidense , el deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos]. Pero si hay dos personas que me marcaron en mi vida son mi mamá y mi abuela. Tengo muchas cosas de ellas, la perseverancia y la exigencia, por ejemplo.
–Delfina, tu nombre, es el femenino de Delfín… Estabas predestinada al agua.
–Son esas cosas del destino, creer o reventar. Nací y mi mamá me tiró al agua. [Se ríe]. “Besito, nos vemos a los 30, cuando estés retirada”, habrá pensado. [Carcajadas].
–¿Ya estás pensando en el retiro?
–A mí me gustaría participar en los Juegos Olímpicos 2028. Obvio que hay que ver cómo llego, pero hay muchas nadadoras que han nadado hasta los 31 o 32 años. Sería muy bueno para mí. Cuando llegue el momento de retirarme no me gustaría alejarme del mundo de la natación, quizás poder hacer coaching deportivo. Veremos cómo se dan las cosas.
Producción: Consuelo Sánchez / Maquillaje y peinado: Lorena Urcelay / Agradecimientos: Hotel Hilton Buenos Aires (Teléfono: 011 4891-0000), Class Life, Vitamina, Votnia y Mechi Garay.
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