La ex modelo y corredora de autos, de 67 años, reflexiona, además, sobre su rol de madre y abuela y sobre cómo se animó a desafiar los mandatos familiares
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Delfina Frers es muchas mujeres en una sola. Aquella que deslumbraba en las pasarelas de alta costura, la piloto de automovilismo y de moto y la ciclista. También la madre de Delfina Blaquier (43) y los mellizos Elina y Eduardo (40), la abuela de ocho nietos y la emprendedora. La misma que ya lista para hacer las fotos se tira en el piso de su patio para recoger las hojas caídas del otoño y jugar con su perra Bambina. Delfina recibe a ¡HOLA! Argentina en su original casa de San Isidro, un stud que rediseñó junto con su ex marido, el empresario agropecuario Eduardo Blaquier (hijo de Silvestre y Malena Nelson Hunter), y que se convirtió en el hogar familiar hasta que los chicos se independizaron. Dueña de una energía lúdica, a los 67 años, define este momento de su vida: “Estoy renaciendo, tengo muchos sueños por cumplir, mucho por hacer todavía… Quiero viajar, agrandar mi equipo de trabajo, armar de nuevo un team de ciclistas… Soy una mujer supergánica”, reconoce. Delfina es hija del célebre ingeniero naval Germán Frers y de Delfina Serralunga Langhi, quienes estarán muy presente en la entrevista.
–¿Qué heredaste de tus padres?
–De papá heredé muchas cosas: su conducta alemana, su relación con la naturaleza, con la música, con el dibujo, con los sueños… Nunca me prohibió nada y creo que en eso forjó una excelente futura madre. De mamá, el carácter, la alegría. Ella era la mujer más alegre del planeta, se murió riéndose a carcajadas hablando en italiano. Aunque también era muy estricta. Esto de tener siempre ganas me viene de ella y con una infancia feliz. Al hablar de su infancia, sus ojos transmiten una alegría que la transforman en aquella chica inquieta y creativa. “Mis cuatro hermanos –Germán, Pepe, María Elina y Roberto– eran bastante más grandes, yo llegué última después de diez años y todos estaban muy pendientes de mí. Nunca me dijeron que no a nada. Eso sí, si decidía algo, lo tenía que resolver yo. Yo no pedía muñecas, quería un karting, me gustaban las motos. Tenía un triciclo y hacíamos circuitos. Me acuerdo que una vez que estábamos en la estancia familiar, uno de mis hermanos me armó un tractor con acoplado en miniatura. También leía mucho. Pasaba largos períodos en la cama porque me enfermaba, tenía problemas bronquiales, y dibujaba muchísimo. Mi papá era un genio dibujando y me enseñó. También armaba con una tela y mis muñecos un teatro y llamaba a mis hermanos y mis padres para que vieran la función”, cuenta.
–¿Nunca te tentó la actuación?
–No. Tampoco me enganché con el dibujo, que lo hacía (y lo hago) muy bien.
–Lo tuyo es el vértigo y la velocidad…
–Lo mío es la libertad. Esa sensación de libertad que te da el viento en la cara no se compara con nada.
UNA REBELDE
Tenía 17 años cuando sus cuñadas Susana Navarro Ocampo y Mercedes Braun Lasala la presentaron ante Susy y León Chebar, los dueños de La Clocharde, una casa de moda. “Ellas desfilaban para ganarse unos mangos y me encantó la idea. Tengo muy buenos recuerdos de esa época, viví momentos increíbles. Me sentía una reina cada vez que me sacaba la ropa de todos los días para lucir esos vestidos. El que más nos hacía sentir así era Gino Bogani. Él siempre fue muy creativo y generoso, compartió su éxito con nosotras. Conservo amigas como Tere Garbesi, Andrea Frigerio y Nequi Galotti, nos apoyamos muchísimo y nos seguimos divirtiendo tanto como en aquella época”.
–¿Cómo tomaron tus padres que fueras modelo?
–Mamá estaba furiosa, pero no me lo prohibió. Papá no me dijo nada, pero era re cholulo conmigo. Guardaba una carpeta con todas mis notas.
–Fuiste una madre joven: tuviste a tu primera hija, Delfina, cuando tenías 24 y después vinieron los mellizos, Elina y Eduardo. ¿Cómo los criaste?
–Fui muy estricta con las chicas y muy permisiva con el varón. Se ve que no sé ser madre de varones. [Se ríe]. Cuando Edu cumplió 15 años le dije al padre, que ya estábamos separados: “Hacete cargo vos porque a mí no me hace caso”.
–¿Sos una abuela estricta?
–Yo no tuve abuela y no sé cómo serlo. A veces les pregunto a mis amigas o leo algún libro, pero tengo unos nietos maravillosos que, gracias a las madres, me quieren. Ellas son muy cariñosas conmigo y eso los chicos lo ven.
–Delfina y su marido Nacho Figueras son famosos y además, amigos del príncipe Harry y de Meghan Markle. ¿Qué sentís cuando ves una foto de ellos juntos?
–Nada. [Se ríe]. Soy cero cholula, ni le pregunto. No hay nada que me importe menos.
LA VIDA DE A DOS
Confiesa que, si bien ahora está sin pareja, le encantaría encontrar a alguien. “La vida de a dos es más fácil cuando la cosa funciona. Sé que no es fácil seguirme... Hasta llegué a escuchar de alguno que le molestaba que manejara tan bien. ¡A mí, que anduve entre los mejores pilotos de carrera! Creo que a veces no saben dónde ponerme, digamos que no soy una mujer standard, supongo que a los hombres los asusto un poco. Igual, siempre hay un roto para un descosido”, dice entre risas.
–¿Alguna vez te bajoneás?
–No tengo derecho a bajonearme. Tengo salud, una familia divina, amigos… Una vez, por una desilusión amorosa, no me levanté de la cama por un mes. Sólo quería dormir porque ahí soñaba que mi vida seguía tal como era antes de separarme. Me curé durmiendo. Y después tuve otra ruptura y ahí contraté un profesor de taekwondo, estuve dos días tirando patadas y piñas y así se me fue la angustia. [Lanza una carcajada]. Me pueden pasar un montón de cosas, pero a estas alturas sé que la vida sigue, que el sol va a salir.
–¿Te cuidás mucho físicamente?
–Cuando trabajaba de modelo obvio que tenía que estar siempre bien, pero nunca me gustó someterme a dietas estrictas, además me encanta comer. En esa época corría todos los días, pero tuve un accidente en moto y me hice pelota la rodilla. Ahora hago gimnasia más de fuerza porque a esta edad es lo mejor y la parte aeróbica la hago con la bicicleta. Además, tomo los suplementos que represento que son geniales y no sólo me mantienen bien por dentro, sino también me hacen muy bien a la piel.
–En los años 80 militabas en la UCeDé y cuando estuviste en pareja con Alberto Rodríguez Saá y vivías en San Luis, fuiste candidata a diputada. ¿Te gustaría volver hacer política?
–¡No! ¡Ni loca!
–¿Ni siquiera desde el deporte?
–Yo soy una apasionada del ciclismo y, cuando vivía en San Luis, mi objetivo fue llevar a una mujer argentina a los Juegos Olímpicos, fui manager de un equipo femenino de ciclistas, que llegaron al Giro D’ Italia. Tuvimos un equipo excelente, nos dieron la Copa del Mundo. Pero en ese momento asumió otro gobernador que ya había desempeñado ese cargo (no quiere dar el nombre) y no quiso priorizar el deporte. No se entiende que alguien que hace tanto por el ciclismo femenino no reciba ningún tipo de apoyo de la Nación. Estuve muchas veces en el Cenard, me reuní con políticos, nunca nadie apoyó a las chicas. Y estuvimos muy cerca de llegar a los Juegos Olímpicos. Nunca se me van las ganas de volver a intentarlo. El deporte es la educación más barata que puede tener un país. Cualquier disciplina que elijas es una forma de vida, la familia se junta, hay conversación en la mesa, el deporte genera un esfuerzo y una conducta que sirve para la vida.
–Las nuevas generaciones de tu familia también tienen pasión por el deporte.
–Sí, mis nietos están dedicados total - mente al polo y están en la búsqueda de la excelencia en las grandes ligas.
–¿Sos muy competitiva?
–¡Sí! Puedo competir hasta en la cola del supermercado para ver cuál va más rápido. No me gusta ser así y trato de controlarlo, aunque ser competitiva siempre me impulsó a dar lo máximo de mí. Cuando vivía en San Luis estudié violín. Tuve un profesor cubano que pertenecía a la escuela rusa que me exigía al máximo y me encantaba. Estudié tres horas todos los días durante tres años hasta que, bueno, me quedé sin profesor. [Se ríe].
–¿La exigencia también está presen te en tu nuevo rol de empresaria?
–Siempre fui empresaria. Cuando estaba embarazada de Delfi, abrí mi propia agencia de modelos junto con Virginia Elizalde y mi primera modelo fue Nequi Galotti. También estaban Tere Garbersi y Patricia Abdelnabe. Hace cinco años, a través de una sobrina, conocí cómo funcionaba Nu Skin, probé sus productos y me di cuenta de los cambios en muy poco tiempo y me puse de lleno con eso. A transformarlo en un éxito. A mí, esta actividad me cambió mi forma de ser, me obligó a sociabilizar, a interesarme por la vida de los demás, antes era más cerrada. Ahora quiero ampliar el equipo, estamos apuntando a abrir un nuevo mercado en la India para 2025.
–¿Cuál es el mejor plan que te pueden proponer hoy?
–Salir con amigos, tomar el mejor vino blanco –soy alérgica al tinto–, bailar, reírnos… Esa risa sana que tenés sólo con amigos. Viajar con amigas es un planazo y también salir con el equipo de ciclistas de la empresa… Uy, al final me doy cuenta de que tengo un montón de planes que son geniales. [Se ríe].
Producción: Ximena Puig @puig_xime
Peinado y maquillaje: @joaquinamakeupartist
Agradecimientos: Gerard Confalonieri @gerardconfalonieri, @giesso @w.ivana.ok y @fabianzitta
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