En una tierna producción con Lola y Charo, habla de su presente de felicidad y de cómo se organiza siendo madre sola
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Cuando tenía 45 años decidió que quería tener hijos. Había estado en pareja muchos años, pero entonces su deseo de ser madre no había sido tan fuerte. “Cuando me separé, acompañé a una amiga que iniciaba un tratamiento y decidí ver cómo estaba mi cuerpo. Ahí me encontraron tres miomas enormes que me podían complicar un embarazo y había que extirparlos. Aún recuerdo la emoción cuando desperté de la anestesia y me dijeron que me habían salvado el útero y que iba a poder ser madre”, cuenta emocionada la panelista del programa A la tarde por América. Tras recuperarse de la cirugía y terminar de acomodar su cabeza, Débora D’Amato decidió ser mamá a través de una transferencia embrionaria (sus óvulos fecundados con un donante anónimo de esperma). Así llegó Lola a su vida, que hoy tiene 4 años. La periodista reconoce que, si bien tuvo temores con respecto a su edad, se aferró a la experiencia de su propia madre: “Ella me tuvo a los 40 años, sin tratamiento, y eso me dio fuerzas”.
–La maternidad sola con una hija ya era todo un desafío, pero a los 49 decidiste ser mamá por segunda vez
–Me habían quedado embriones de cuando hice el tratamiento para tener a Lola y me gustaba la idea de que ella tuviese un hermano o una hermana, porque yo tengo dos hermanos y sé que está buenísimo. Le hablé mucho a Lola e intenté hacerla parte de todo el proceso. Es muy compañera, alegre y ahora está muy pendiente de su hermanita. Reconozco que con ella fue bastante más fácil, quizás porque yo tenía cuatro años menos y a estas alturas se nota. Charo tiene sólo dos meses y medio y es totalmente distinta. Es más demandante. Aún nos estamos descubriendo. Toma teta a libre demanda, igual que lo hizo Lola, pero es más glotona.
–Además de criar sola a tus dos hijas, tenés tres trabajos: radio por la mañana, televisión por la tarde y escribís para un sitio de noticias. ¿Cómo manejás todo eso?
–Estoy sin pareja, pero no sola: tengo una gran red de contención. Mi mamá vive muy cerca y, aunque tiene 89 años, ama estar todas las tardes con sus nietas y la señora que la ayuda. También están mis hermanos y varias amigas de fierro.
–Cuando saliste del sanatorio y te encontraste en tu casa, de pronto, con una beba y una hija chiquita, ¿qué sentiste?
–Que estaba totalmente colapsada, obvio. Los primeros días fueron muy bravos y de una intensidad increíble. Charo nació el lunes 5 de diciembre, justo antes de un fin de semana extralargo, por lo que estuve cuatro días sola. La casa era un caos, no me bañaba. Lola me miraba y decía: “No te preocupes, mamá, la beba llora porque es chiquita”. Al segundo día dije: “¡Basta! Lola, mirá a Charo, que está en el cochecito mientras me ducho dos minutos y hablame mientras tanto. Así iba controlando. Me puse a limpiar la casa, ordenar –a pesar de los dolores de la cesárea– y ponerme en eje.
–¿Sos de las madres que siguen al pie de la letra los libros, estricta con los horarios y las comidas?
–Yo soy una mujer pragmática. Lo que funciona va. Cuando Charo nació no tenía muy maduro el tema de la succión. Me lastimó mucho, sangré y fue difícil poder seguir dándole el pecho solamente. El dolor era tan insoportable que decidí no seguir tanto los consejos de la puericultora y encontrar un equilibrio, así que le doy de mamar y mamadera. Esto ayudó muchísimo a que la gorda subiese de peso. Lo mismo con la comida. Yo cocino, acá no se pide delivery. Salvo cuando estoy muerta y hacemos picnic en la cama. Pedimos comida “chancha” como le dice Lola a la comida chatarra. [Se ríe].
–En 2022 hubo un momento que te quedaste sin trabajo. ¿Cómo vivís la inestabilidad de tu profesión?
–¡Y estamos en la Argentina, que tiene otro plus! Mirá en algún momento sí, pero si hubiera pensado en todos mis miedos no me habría subido a este barco. Obvio cuando me quedé sin trabajo tuve mucho temor. Tenía ahorros y sé que tengo una gran capacidad de trabajo. Hubo gente solidaria, como Marina Calabró, que me ofreció pagar el colegio de Lola todo el año. Por suerte no lo necesité, pero le estaré eternamente agradecida por su gesto.
"Cuando en 2022 me quedé sin trabajo, hubo gente solidaria, como Marina Calabró, que me ofreció pagar el colegio de Lola todo el año. Por suerte no lo necesité"
–Cuando volviste a quedar embarazada, ¿te dio miedo que en alguno de tus trabajos no te renovaran el contrato porque quizás no ibas a poder estar tan disponible?
–Tengo suerte porque mis jefes son increíbles. En radio estoy con el Gato Sylvestre y él me ayudó un montón, hasta me permitió salir al aire desde casa hasta que me acomodara. Las autoridades de la radio en pleno embarazo me ofrecieron conducir un programa en la emisora y yo dije: “Esta gente es de otro planeta”. En la tele hasta di de mamar en cámara porque Karina (Mazzocco) es una gran compañera y para el sitio de noticias escribo antes o después de ir al canal. Todos son muy generosos y buena onda conmigo.
–Cuando Lola empezó el jardín, ¿tenías temor de los prejuicios de los otros padres por ser madre sola?
–Mirá, sé que estoy más expuesta porque trabajo en la tele, pero no me enrosco. Son las leyes del juego y no me engancho si alguien piensa distinto. Por suerte, los chicos de ahora lo toman como algo natural. De hecho, Lola no es la única en el jardín que no tiene papá. La maestra nos pidió a todos los padres que dibujáramos el árbol genealógico de la familia y te sorprenderías. Hay compañeritos que tienen dos mamás o dos papás. Hoy es más común y esta nueva generación viene con otra cabeza.
Agradecimientos: Paula Balmayor (estilismo), Kill y Pitti Bimbo.
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