De visita en La Haya con el príncipe Harry -vibraron con los Juegos Invictus-, lució el reloj Cartier, un Tank Francais, que era de su suegra
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Los duques de Sussex llegaron a los Países Bajos como anfitriones de los Juegos Invictus (viajaron solos, sus hijos Archie y Lilibeth quedaron en su casa de Montecito), un evento multideportivo internacional que el príncipe Harry fundó en 2014 y en el que participa personal de las fuerzas armadas, veteranos o heridos de guerra, y no pudieron ocultar su emoción por la cálida bienvenida que recibieron apenas pisaron el estadio de Zuiderpark para la inauguración de la competencia.
CEREMONIA DE APERTURA
Harry estaba exultante: por fin pudo vivir el momento que tanto esperó después de que la pandemia de coronavirus retrasara los Juegos Invictus dos años. Y, para mayor felicidad, esta edición –que corresponde al año 2020– le permitió volver a Europa con Meghan. Se le notaba el entusiasmo cuando dio inicio al torneo con un pistoletazo que resonó en el estadio ubicado en La Haya, como también quedó en evidencia que el pecho se le hinchó de orgullo cuando su mujer subió al escenario para presentarlo con un discurso amoroso. “No puedo quererlo y respetarlo más y sé que muchos de ustedes sienten lo mismo, porque es su compañero veterano”, dijo la duquesa de Sussex, antes de pedir un gran aplauso para su marido –que subió al escenario para fundirse con ella en un beso–, responder “gracias, mi amor” y tomar la palabra. En ninguno de los dos discursos faltaron las alusiones a los hijos, especialmente a Archie que, según contó Harry, a veces quiere ser astronauta y otras veces piloto de helicóptero, como su papá. “Le recuerdo que no importa lo que quiera ser de mayor, que es su personalidad lo que más importa y que nada nos haría sentir a su madre y a mí más orgullosos que verlo tener un carácter como el de las personas que hoy tenemos ante nosotros”, dijo el príncipe, en referencia a la valentía de los veteranos.
EN COMPETENCIA
Aunque oficialmente los Juegos comenzaron con la ceremonia inaugural celebrada el sábado 16, ya habían calentado motores más temprano con una carrera llamada The Land Rover Driving Challenge, una cita en la que Harry y Meghan hicieron gala de su faceta más espontánea: a la vista de todos, se dedicaron gestos de amor, y hasta se animaron a jugar y subirse a los mini Defender para chicos. Esta competencia está inspirada en los Warrior Games americanos y tiene como objetivo subrayar el poder del deporte como motor para la recuperación tanto física como psicológica de quienes tengan cualquier tipo de discapacidad, lesiones incurables o enfermedades derivadas de conflictos bélicos.
EL ENCUENTRO MÁS ESPERADO
Antes de aterrizar en los Países Bajos, los duques hicieron una parada en Londres, ciudad que no pisaban juntos desde marzo de 2020, cuando dijeron adiós a sus deberes como royals para comenzar una nueva vida en Estados Unidos. Fue una visita breve pero cargada de emoción, ya que tuvieron una reunión con la reina Isabel II en el castillo de Windsor, en un esperado encuentro privado que la prensa calificó como “muy cordial, increíblemente cálido y afable”. Harry comentó en una entrevista con la BBC que ha sido “genial” ver a su abuela, que el jueves 21 cumple 96 años. Según algunas versiones, la buena conexión entre la soberana y su nieto no se quedará en este reencuentro: The Daily Mail asegura que los duques de Sussex fueron invitados al balcón del Palacio de Buckingham para las celebraciones por el Jubileo de Platino de Isabel II, que tendrá lugar en junio, y al servicio de acción de gracias en la catedral de Saint Paul. Además, de acuerdo con las fuentes del mismo diario, el príncipe Harry y su mujer le habrían prometido a la Reina que “en un futuro cercano” podrá abrazar a sus bisnietos, Archie y Lilibeth.
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