Nacida en Colorado, Sarah Siegel-Magness empezó a taquear seis años atrás y hoy tiene su propio equipo con el que participa en los torneos más destacados
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Dueña de un espíritu libre, Sarah Siegel-Magness es del tipo de mujer que arriesga, sigue sus instintos y que no duda en ir detrás de sus pasiones. Nacida en Colorado y diplomada en Business en la universidad de esa ciudad, tuvo una primera etapa laboral en la discográfica EMI, en Nueva York, siguió con la moda (creó la marca Solow, que le valió que a sus 30 la eligieran la Emprendedora del Año), y el cine fue su siguiente desafío: además de dirigir Crazy Kind of Love, produjo, entre otras, la película Precious, ganadora de dos premios Oscar y nominada en seis categorías. Ella, incluso, llegó a ser nominada junto a su marido, Gary, en la categoría Mejor Producción. Pero un día conoció el polo y su vida cambió para siempre.
Hoy, sentada en el living de sus caballerizas en Cañuelas, adonde llegó de la mano de sus grandes amigos Adolfo Cambiaso y María Vázquez, cuenta cómo fue el recorrido que la llevó de Hollywood a Buenos Aires para echar raíces y hasta tener su propio equipo de polo. “Amo este país, su gente, la creatividad y, por supuesto, que hay caballos por todos lados”, le dice a ¡HOLA! Argentina Sarah. Y sigue: “Mi padre, que fundó la compañía más grande de té en el mundo, Celestial Seasonings, conocía muy bien este país por el mate, así que la primera vez que vine de visita lo primero que me preguntó fue si ya estaba tomando mate. Pero no, lo mío siempre fue el expresso”.
–¿Cómo empezaste al jugar al polo?
–Con mi marido nos casamos hace veintitrés años en México, donde se juega mucho al polo. Estando allá, me dio curiosidad y tomé una clase de taqueo con Memo Gracida, que es un gran jugador de polo. Me gustó tanto que pensé: “Un día tengo que jugar”. Pero no tenía caballos. Incluso de chica jamás me habían permitido tenerlos porque mi padre era alérgico a ellos. Después, compramos una casa en México y alquilaban caballos, entonces encontré la oportunidad de hacerlo. Eso fue hace seis años. Aprendí a andar y a jugar. Memo me trajo a Argentina. Fuimos a Pilar y vi una práctica de La Dolfina, aunque aún no conocía a Adolfo ni a María. Después compré mis propias caballerizas en Santa Barbara. Y Nico Millan, polista profesional, me dijo que tenía que conocer a Adolfo. Me lo presentó en Denver, donde él estaba jugando con Bob Journavez, que fue muy generoso y me dejó jugar una copa con él. Al tiempo conocí a María en Argentina y desde entonces somos grandes amigas.
–También jugaste con el príncipe Harry, ¿no?
–Sí. Jugué contra él y con él. Es muy bueno jugando. Jugué con él y con Nacho Figueras en Roma y después contra ellos en Aspen. Pero más tarde, Harry jugó con Nacho en Santa Barbara la misma temporada de polo que yo, así que fuimos rivales durante tres meses. Dos pelirrojos en la cancha… ¡Nos pusimos muy competitivos! [Se ríe].
–¿Soñaste alguna vez con que ibas a instalarte acá?
–Nunca. Me encantaba venir, pero sólo se me ocurrió cuando Adolfo me dijo que había unas caballerizas en venta. Me quedaba en el Hyatt y era agotador ir y volver. Y si de verdad querés jugar al polo tenés que vivir en Argentina al menos tres meses al año. Ahora tengo mi propio equipo, Dundas, que pronto se va a llamar 90210 Polo, como la serie de televisión de hace unos años. Ese es el código postal de Beverly Hills, donde vivo.
–¿Tus hijos te visitan acá?
–Sí, pero tienen sus actividades. Camryn, que tiene 25 años, es cantante profesional y estuvo de gira por el mundo con One Direction y Fifty Harmony. Mi hijo Cable todavía está en el colegio, pero también juega al polo. Los extraño muchísimo.
–Estuviste jugando dos torneos muy importantes. ¿Cómo te preparás físicamente?
–Jugué un torneo mixto, la copa Zafiro, en La Dolfina y la copa Thai, una high goal de mujeres en Pilar. Todos los días juego al polo. Para eso tengo un fisioterapeuta permanente. Adolfo me empujó a entrenarme, a comer mejor. Es tan generoso conmigo, a veces taqueamos juntos y ve todos mis partidos y me hace las correcciones necesarias. Amo a Adolfo y a María, me encanta tenerlos cerca. Muchas veces comemos juntos los fines de semana. Son los mejores vecinos posibles.
–¿Que te gusta de nuestro país?
–Todo. Los caballos están por todos lados, hasta al costado de la ruta. Amo a la gente, tan amable, interesante y que hace lo máximo con poco. Es un país que florece a pesar de las dificultades.
–¿Conocer gente interesante te llevó a lanzar tu propio podcast, BA Confidential?
–Sí. Tengo muchos amigos en L.A. que lo hacen y pensé que es la mejor manera de conocer tanta gente interesante. Se puede escuchar por Spotify y ver por Youtube. Es una hora y media uno a uno, así que cuando terminamos siento que somos amigos.
–Escuché varios capítulos y tenés una mirada muy linda en cuanto a que las mujeres no compitamos entre nosotras.
–Este es un país muy machista. Las mujeres aún no encontraron su poder todavía. Veo bastante competencia, pero yo quiero empoderar a aquellas que están siendo exitosas para que contagien con su ejemplo y sean fuente de inspiración.
–¿Volverías al cine?
–Estoy abierta a seguir mis pasiones. Amo las películas, pero, de hacer otra, no podría jugar al polo. Entonces mido mi vida en función del polo. En este momento juego todo el año, hago temporada en Santa Barbara, Florida, Argentina y Denver. Es mi trabajo a tiempo completo.
–¿Cómo fue que alguien que se dedicaba a la moda se metiera en el mundo del cine?
–La gente busca inversores. Mi negocio de ropa me hacía ir y venir de L.A. de manera permanente y un día me llamaron para ver si quería participar en el proyecto de una película. Yo había ganado varios premios, como el de Entrepreneur del Año, y tuve mucha prensa por mi compañía. Entonces me propusieron participar en un film de Mariah Carey y me invitaron a conocerla. A mí no me interesaba la industria del cine, ya tenía mi compañía, dos hijos… Pero decidí ir a conocerla. Cuando nos encontramos, me contó sobre sus ganas de hacerla. Antes había filmado una película que le había ido muy mal, así que era difícil conseguir inversores. Y algo me convenció. La película se llamó Tenessee. Nos hicimos muy buenos amigos con Mariah y con Lee Daniels, que fue el productor. Después, Lee me ofreció leer varios guiones para elegir y producir un nuevo film que él iba a dirigir. Nadie quería invertir en Precious por la temática (una mujer negra maltratada por su madre y violada por su padre). Pero yo amé el guion y decidí hacerla. Es un film sobre redimirse, sobrevivir a todo. En todas las reuniones nos decían “puede ir a video”, hasta que descolló en Sundance. Ese día nos llamó Oprah Winfrey y nos dijo que quería ayudarnos. En Sundance nos llevamos el premio mayor y desde ahí nos nominaron para seis premios Oscar, incluidos mi marido y yo como productores, un premio que lamentablemente no ganamos.
–¿Ahí te mudaste a Los Ángeles?
–Claro, me mudé para la temporada de premios. Cuando te nominan para un Oscar hay todo un proceso con la Academia. Por seis meses tuve entrenamiento de prensa, fue una locura. Pasamos de que nadie quisiera apoyarla a tener seis nominaciones para los Oscar. Así empecé a hacer películas.
–Pero no estaba en tus planes.
–No. Y tampoco estaba en mis planes jugar al polo. Ahora me voy a Costa Careyes, después a Florida. Tengo una película lista para hacer con el mismo director de Precious. Hice todo el desarrollo del guion, es otro tema controversial, por lo que no será fácil de hacerla, pero ya se dará.
–¿Cómo balanceás Hollywood con el campo y los caballos?
–Amo ese contraste. Mi marido está en el negocio de la carne y yo siempre fui una chica de ciudad. Pero ahora me mira y me dice: “¿Quién sos? ¡Todo el día en el campo!” [Se ríe]. Y a la vez mantengo muchos amigos en Hollywood, aunque es complicado con los actores. Hoy quiero lo simple, nada me importa más, es lo que siento que necesito hacer. No me importa la fama, sólo los caballos y conocer gente.
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