Son el verdadero tesoro de la casa real. Simbolizan, junto con el cetro, el orbe y otras joyas, la monarquía británica y el poder soberano
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De valor incalculable, las coronas han tenido un rol central en las coronaciones de los reyes a lo largo de los siglos. Aquí, las piezas que portaron los reyes en sus cabezas en la ceremonia histórica que tuvo a la abadía de Westminster como gran escenario.
La Corona de San Eduardo
Es una de las joyas más valiosas de Reino Unido y fue creada en 1661. Turmalinas, topacios blancos y amarillos, amatistas, zafiros, peridotos, circonitas, espinelas y aguamarinas son algunas de las piedras semipreciosas de distinto corte y tamaño que están distribuidas sobre un marco de oro sólido. Cuenta, además, con perlas de oro y figuras de cruces y flores de lis. Por dentro del marco, un capuchón de terciopelo violeta cubre la cabeza del monarca; la boca de la corona, por su parte, está decorada con una banda de piel de armiño. En la cima, se destaca una esfera de oro que representa el mundo y, sobre ella, una cruz. Si bien en 1911, antes de la coronación de George V, bisabuelo de Carlos III, se realizaron trabajos para aligerar su peso, la Corona de San Eduardo, con sus 2,230 kilos, sigue siendo incómoda.
Afortunadamente, Carlos III la usó por poco tiempo. La tradición indica que esta pieza sólo se emplea para para uno de los cinco momentos que tiene la ceremonia: la investidura. Luego de que el Arzobispo de Canterbury la colocara sobre la cabeza del monarca, sonaron trompetas y las campanas de la abadía por dos minutos y los presentes exclamaron “Dios salve al Rey”. Luego, una vez en el trono, fue el turno de la Corona Imperial del Estado.
La corona imperial del Estado
Todos los reyes británicos en los grandes eventos de la monarquía han usado esta joya desde que la Reina Victoria la estrenó, en 1838. La última persona en llevarla fue Isabel II, madre de Carlos III. “Yo era muy pequeño y estaba tomando un baño cuando mi madre apareció con la corona puesta para practicar”, contó Carlos. El actual rey tenía tan solo cuatro años cuando su madre, la Reina, practicaba para su coronación, arrastrando por el palacio una tela a modo de capa y con la verdadera corona sobre su cabeza para acostumbrarse a ella.
La Corona Imperial del Estado pesa un kilo y mide 31,5 centímetros de alto. Posee 2868 diamantes y cientos de perlas y piedras preciosas. Las gemas más importantes están en el frente: el Rubí del Príncipe Negro, de 170 quilates, montado en el centro de una cruz y rodeado por diamantes (se asegura que el rubí está en poder de los royals ingleses dese el siglo XIV), y el extraordinario diamante Cullinan II, también conocido como la Pequeña Estrella de África. El Cullinan II fue colocado sobre la banda inferior de la corona en 1909 y es la segunda piedra más grande extraída del diamante africano Cullinan.
Tras haber jurado su lealtad a la ley y a la Iglesia Anglicana y luego de haber sido ungido y coronado con la de San Eduardo, Carlos III llevó esta pieza el resto de la ceremonia. También la lució en su salida de Westminster junto con la Reina Camilla en la Carroza de Oro del Estado rumbo al Palacio Buckingham, para saludar desde el balcón a sus súbditos, al igual que lo hizo Isabel II el día de su coronación, el 2 de junio de 1953.
La corona de la Reina Camilla
Cuando a principios de este año, los orfebres de la Casa Real retiraron esta corona de la Torre de Londres, se disiparon todas las especulaciones sobre cuál sería la corona que la Reina Camilla usaría para este gran día. Durante tres siglos, la corte británica solía crear una corona nueva para las reinas consortes. Sin embargo, Camilla optó por reciclar una pieza ya existente. Es la primera vez que, en la historia reciente de la monarquía británica, se registra algo así. Según el Palacio de Buckingham, la medida se tomó “en aras de la sostenibilidad y la eficiencia”, dos pilares que su marido, Carlos III, desea imprimir en su reinado. La corona que llevará Camilla cuando los reyes sean ungidos, bendecidos y consagrados en Westminster es la que Mary de Teck, bisabuela de Carlos III, usó para la coronación de su marido, el rey Jorge V. Fue realizada en 1911 por la joyería londinense Garrard & Co sobre una montura de plata bañada en oro y está adornada con 2200 diamantes insertados en una banda circular. Por decisión de Camilla, esta pieza de 590 gramos fue modificada con respecto a la original. Si bien sobre la banda se mantienen las cuatro cruces, las cuatro flores de lis y la cruz principal (coincide con la frente), se desmontaron cuatro de los ocho arcos de la estructura. El motivo: darle un aire más espectacular, aunque más discreto a tono con los tiempos que corren. Otra de las novedades es que, en reemplazo del polémico diamante Koh-i-Noor que estaba engarzado sobre la cruz principal, estará el Cullinan V. Este diamante se sumará a los Cullinan III y IV, favoritos de Isabel II (después de que Jorge VI, padre de Isabel II subió al trono, se desmontaron y pasaron a formar parte de la colección personal de joyas de la Reina, que solía usarlos como broches). Al igual que con la túnica -que tiene bordados lirios del valle, una de las flores preferidas de Isabel-, con la corona Camilla también está rindiendo homenaje a su suegra, que murió el 8 de septiembre de 2002.
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