La hija mayor de Carlos Reutemann recurrió a Twitter para denunciar que no puede entrar en contacto con su papá desde que fue dado de alta. El senador nacional y leyenda de la Fórmula 1 estuvo 17 días en terapia intensiva a causa de dos hemorragias digestivas y una grave anemia
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Desde que Carlos Reutemann (79) fue dado de alta, el viernes 21, sus hijas Cora y Mariana no tienen contacto con él. La mayor de las herederas lo dejó claro en una serie de tuits que publicó en su cuenta personal y en los que responsabiliza a Verónica Ghio, la mujer de Carlos Reutemann desde 2006, de impedir el contacto.
“Lamentablemente tengo que hacer un Twitter porque no tengo noticias de mi papá desde que salió del sanatorio. No responde su celular, no atienda en la puerta y Verónica Ghio nos bloqueó a mi hermana y a mí”, escribió en la noche del miércoles 26. El jueves 27, por la mañana, continuó: “Espero noticias en cuanto antes y de no ser así, iniciaré acciones penales. Siempre la traté con respeto a Verónica y nos llevábamos relativamente bien, pero es la segunda vez que tiene esta actitud y siempre después de un tema de salud. La primera la dejé pasar, pero esta vez es demasiado abusivo. Aún sin noticias”.
Unos días antes de recurrir a Twitter para contar que tanto ella como su hermana habían sido bloqueadas por Verónica Ghio, Cora habló con ¡Hola! Argentina.
EN PRIMERA PERSONA
El 4 de mayo, la hija mayor del ex corredor de Fórmula 1 intentó comunicarse varias veces con él, pero “Lole” no respondió. “Me resultó raro. A veces estamos meses sin hablar, pero esa noche tenía un mal presentimiento. Me fui a dormir intranquila. Al día siguiente intenté de nuevo y nada, hasta que me avisaron que estaban haciéndole chequeos y pasó directo a terapia intensiva por una hemorragia intestinal y un cuadro muy grave de anemia”, le confía a ¡HOLA! Argentina, en exclusiva. La intuición no le había fallado.
En cuestión de minutos, Cora dejó todo organizado en Buenos Aires para viajar de urgencia con su hermana Mariana a la ciudad de Santa Fe. Allí, las dos hijas de la leyenda se encontraron con un panorama difícil. “Nos dijeron varias veces que corría riesgo de vida y nosotras sabíamos que no había tiempo que perder. En cuanto llegamos, quisimos que lo trasladaran a Rosario, donde está el equipo de médicos que lo conocen bien y en quienes papá confía, pero prefirieron esperar y hacer más estudios. Con la segunda hemorragia digestiva, los médicos estuvieron de acuero en que lo mejor era llevarlo de urgencia a Rosario. Ahí descubrieron el origen del sangrado [se cree que fue una anastomosis de hígado que le habían hecho en 2016, cuando lo trataron por un tumor en las vías biliares] y lo operaron. La intervención fue el 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima”, continúa Cora, que al igual que Mariana es muy devota.
Recién el viernes 21, tras permanecer diecisiete días internado, el dos veces gobernador y actual senador nacional por la provincia de Santa Fe fue dado de alta. “En el día de la fecha, se indicará el alta institucional para continuar con su recuperación en la ciudad de Santa Fe”, decía el parte médico oficial que emitió esa mañana el sanatorio Parque de Rosario. Recién ese día, sus hijas emprendieron la vuelta a Buenos Aires. “Fueron días muy difíciles. Me hicieron acordar a cuando era chica y veía un accidente de Fórmula 1 y tardaba en entender si había sido papá o no. Esos segundos eternos, cargados de anticipación y de angustia…”, reflexiona Cora, ya de vuelta a la “normalidad” de su vida en la Capital, junto a su hijo, Santiago Diez (12), el único nieto de Lole.
–Decías que hacía un año y siete meses que no veían a tu papá, pero en los últimos meses, muchos aprovecharon para viajar y ver a sus seres queridos.
–Papá quería esperar a tener dada la vacuna contra el coronavirus. Como no había sesiones presenciales en el Senado, no vino a Buenos Aires y las veces que le propuse ir para allá me dijo que no, porque aún no tenía dada la primera dosis [Reutemann la recibió a fines de marzo].
–¿Cómo fue reencontrarte con él y verlo en un estado tan vulnerable?
–Fue muy impactante. Con Mariana esperamos una semana allá para hisoparnos y poder verlo. Fue una eternidad, pero al menos estábamos cerca. Una vez que tuvimos el resultado negativo, lo veíamos en la sala de espera, cuando él salía de terapia para hacerse estudios. Fue un shock. No está bueno ver a tu papá en esa situación después de tanto tiempo, pero a su vez yo sabía que algo así podía pasar. La pandemia nos puso a todos un poco en alerta. A mí se me murieron un montón de personas queridas o conocidas este año y el año pasado y no sólo por Covid. Hay mucha gente que se deprimió.
–¿A qué se aferraron durante esa semana de aislamiento allá?
–Nos aferramos a la fe. Todo sucedió entre el día de la virgen de Luján, el de la Virgen de Nuestros Milagros de Santa Fe y el de la virgen de Fátima, a las que les rezamos mucho. También estuvimos acompañadas por los llamados y los mensajitos amorosos de gente cercana y de los fans de papá. Todo eso te acompaña.
–¿Tuviste miedo de perderlo?
–Sí, tuve miedo. Pensé que se terminaba todo ahí. En un momento con Mariana nos miramos como diciendo: “Ya está”. Ahora que estamos de vuelta acá y él está en recuperación en su casa, me despierto y me pregunto: “¿Esto pasó de verdad?”.
–¿Qué sentiste cuando te dijeron que tu papá se iba a mejorar?
–No me dijeron eso. Me dijeron que habían descubierto de dónde venía la hemorragia y que le iban a hacer una intervención de riesgo, que podía andar bien o podía andar mal.
–Y el campeón anduvo bien.
–Y el campeón anduvo bien. Honestamente, yo no sabía que era tan fuerte. Lo miraba y pensaba: “No puedo creer esta fortaleza… Tiene 79 años”. Papá es fuerte de verdad.
–En un momento se pensó que Lole había sido internado por Covid-19.
–Papá no tuvo Covid y nosotras tampoco. Yo hasta me hice un examen para ver si había sido asintomática y no. Con Mariana decimos en broma que el coronavirus no nos quiere.
–Durante su estadía allá, las dos actuaron como voceras.
–Para nosotras es natural, nos salió así. Siempre vamos con la verdad. Cuando lo trasladaron de urgencia a Rosario, dijeron que se había agravado, pero no era cierto. Salió en todos lados, hubo amigos que me escribieron desde Mónaco para preguntarme cómo estaba papá y sí, estaba en situación crítica, pero no estaba peor, como se tituló.
–¿Con qué sensación te volviste de Rosario?
–Me volví algo aliviada porque los médicos pudieron arreglar el tema, pero un poco alerta porque papá aún tiene que recuperarse y está la pandemia de por medio. Con Mariana decimos que fueron quince días en la guerra. Viajamos para allá como guerreras, con la intención de salvarle a la vida y sentimos que cumplimos con nuestra misión. Ahora nos toca estar acá porque papá tiene su vida en Santa Fe y nosotras, la nuestra. En momentos así, de alarma, uno reacciona de manera visceral, pero nosotros somos una familia que siempre vivió así, como en pandemia.
–¿En qué sentido?
–Por esto del coronavirus no nos vimos, pero en realidad siempre fuimos así: muy nómades y muy independientes. Tenemos lazos fuertes, pero distantes. Es el modo que nos tocó. A mí me gustan las familias más unidas, pero nos tocó así, qué va a ser.
–¿Cómo es ser hija de una leyenda?
–No me lo cuestiono más, ¿sabés? Como a todos, lo veo cada vez más humano. Papá es un ser humano extremadamente fuerte, eso sí.
–¿Qué deseás para él de aquí en más?
–Cuando lo vi, le dije: “Papá, ¡mirá que tenemos que celebrar tus 80! ¡Por lo menos!”. [Se ríe y piensa]. ¿Qué le deseo? Deseo que se recupere bien y que ojalá podamos volver a vernos.
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