La bailarina, embajadora del tango argentino en el mundo, posa junto a Bianca y nos habla de cómo se preparan para la fiesta de 15 y de su flamante amor que conoció en plena pandemia
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Mira a su hija con orgullo. Esa beba que iba con ella de gira por el mundo está a punto de cumplir 15 años. “Me siento realizada como mamá porque es una mujer maravillosa”, nos confiesa Mora Godoy (48). Bianca la mira tímidamente y sonríe. Son muy compinches, aunque confiesan que en los dos últimos años (durante la pandemia) pudieron redescubrirse y compartir más tiempo. Un tiempo que, debido a las trescientas o cuatrocientas presentaciones al año que hacía la creadora de “Tanguera” y “Chantecler Tango”, muchas veces, no pudieron tener. “Yo siempre prioricé mi familia, pero a veces por la vorágine de la profesión sacrifiqué cosas, como estar más con mi hija”, reflexiona la bailarina. Bianca es la única hija de Mora, fruto de su relación con el bailarín y coreógrafo brasileño Junior Cervilla. Si bien él vive en el exterior, mantiene una relación estrecha con su heredera, a quien ve en cada uno de sus viajes a Argentina. De hecho, estará presente en la fiesta de 15 que se celebrará a mediados de junio. En 2019, madre e hija se mudaron a este tríplex antiguo de Recoleta, en el que nos reciben. Y cuando todo se detuvo por el Covid-19, Mora tuvo tiempo para decorarlo. Cada uno de los muebles y objetos tiene un valor especial. “Me gusta ir los domingos a San Telmo a ver cosas, es mi hobby. Porque además ese barrio es muy especial para mí. Me transporta a los brazos de mi abuela Lía cuando iba con ella de chica. También hay muchos muebles de mi papá,”, nos cuenta la dueña de casa.
–Bianca, ¿cómo la describís a tu mamá?
–Es bastante sobreprotectora y eso me enoja a veces. [Se ríe]. Pero también hay cosas en las que es muy relajada y me deja ser libre y elegir por mí misma.
–¿Cómo fue de golpe estar juntas todo el día?
Mora: Gracias a Dios, la pandemia me agarró en Buenos Aires, si no colapsaba. Lo más importante es que estábamos juntas y sanas. Permitió que nos acercáramos mucho.
Bianca: Cuando era más chica sentía su ausencia, yo pasaba mucho tiempo con mis abuelos y la niñera. Así que el aislamiento para mí estuvo buenísimo.
–¿Qué les gusta hacer juntas?
Mora: Bianca es muy piola y muy curiosa intelectualmente. Va al secundario y además estudia fotografía, cerámica y habla varios idiomas. Me encanta su forma de ser. Lee mucho y le gusta acompañarme a los anticuarios.
Bianca: ¡Y viajar! También nos gusta sentarnos a tomar café en lindos barcitos. Con la ropa y la música no coincidimos.
–Dicen que bailás muy bien el tango...
Bianca: Sí, pero hace mucho que no bailo.
Mora: Es muy buena, debería volver a bailar.
–Por ser única hija, ¿pide muchas cosas?
Mora: Para nada. Lo único que me pide son libros, es cero materialista. Jamás va a pedir algo de marca y eso tiene que ver con la educación que le di. Va un colegio público y eso le da otra visión, otra cabeza. Es muy consciente del esfuerzo que significa ganar dinero.
–¿Fue difícil ponerse de acuerdo para la fiesta de 15?
Bianca: No. Me preguntó qué tipo de vestido me gustaría y se lo encargamos a Alberto Mauri, que es el diseñador de los trajes de tango de mamá. Después fuimos a comprar juntas las cosas para la decoración y el cotillón. Yo quiero que sea todo de Harry Potter.
–Mora, pasaron de estar las dos solas a convivir con tu novio y tu papá. ¿Cómo se lleva eso?
–Por suerte, el departamento es grande y cada uno mantiene su espacio. De hecho, mi papá “Ico” (se llama Heráclito) tiene su entrada independiente y a veces no nos cruzamos en dos o tres días. Él tiene 80 años y cuando empezó la pandemia intenté traerlo con nosotras, pero no quiso. No quería saber nada. Pero una hija mujer consigue lo que quiere de su papá y hoy vive con nosotras. Pero ojo que él trabaja todo el día porque además de contador es taxista. ¡Sale con el auto de lunes a lunes! Ahí no lo puedo convencer que pare. Para mí es un placer que esté acá, compartimos charlas profundas y si tengo que ausentarme por un show me da mucha tranquilidad que Bianca se quede con él.
–En plena pandemia encontraste el amor.
–Sí, con Santiago [Gilligan, 45 años, se dedica al comercio exterior] nos conocimos en el barrio porque él vivía la vuelta de casa. [Se ríe]. Santiago salía de la verdulería y yo de la ferretería, me siguió una cuadra y me empezó a hablar.
–Y ahora están conviviendo.
–Se fue dando naturalmente. Convivimos hace varios meses ya. Es un amor de persona y se lleva muy bien con Bianca. Él también tiene hijos. Creo que hasta ahora no sabía quién era yo a la hora de elegir una pareja. No sabía qué era lo que me hacía bien o de qué manera quería estar con alguien. No me interesa tener ni un mecenas ni un sponsor, siempre quise un compañero, una “pareja”. Siento que Santiago llegó en el momento indicado.
–¿Bianca se adaptó bien a tu nueva relación?
–Perfectamente. Él es muy respetuoso. Jamás aceptaría a alguien que trate de imponerse. Mi hija y yo somos mujeres que levantamos la bandera del empoderamiento.
–¿Te hubiese gustado tener otro hijo?
–Sí, pero nunca encontré la persona indicada. Tal vez hoy sí podría ser con este amor, pero ya pasó ese momento.
TANGUERA EN CUERPO Y ALMA
–¿Debiste pelearla mucho para triunfar en tu profesión?
–Yo no puedo creer la fuerza que tenemos las mujeres. Los malabares que hacemos porque, además de nuestra profesión, muchísimas cosas de la casa recaen sobre nuestros hombros. En mi caso, las giras por el exterior con una beba de 9 meses, de un avión en otro en tierras lejanas, como China. Hacía un show por día, iba cinco horas antes al teatro para las pruebas de sonido, llegaba al hotel y le daba de comer a Bianca o lavaba su ropa. Porque si bien me acompañaba una niñera, de sus cosas me encargaba yo. Cuando creció, se complicó por el colegio y ella dejó de acompañarme.
–¿Alguna vez te dieron ganas de patear el tablero y decir basta?
–¡Obvio! Pero a los tres días y después de hacer catarsis vuelvo al ruedo y la peleo con un escarbadientes mientras que algunos empresarios te atacan con armas nucleares. Cuando los empresarios para los cuales trabajaba con la compañía abusaron económicamente, ahí que dije basta. Hoy elijo qué batallas pelear y cuáles no. Hice un trabajo de introspección muy grande en estos dos últimos años, pude analizar el abuso económico que sufrí con los contratos. Para mí la pandemia hizo más solidaria a la gente que ya lo era, pero los complicados no cambiaron.
–¿Cómo te definirías en tu trabajo?
–Jamás puedo tomarme vacaciones largas, me aburro. Necesito estar productiva. Soy Embajadora Marca País (fue nombrada a fines de 2021 por el Ministerio de Turismo y Deportes) y hay mucho por hacer con el tango por el mundo. Es una pena que muchos funcionaros tomen el tango, que es patrimonio cultural, como algo frívolo. Me gustaría hacer un documental sobre todo lo que viví con un mensaje motivador. Transmitir que, aunque cueste, se puede llegar. Lo que trasciende es el amor y la pasión que uno siente y le pone a lo que hace.
Producción: Consuelo Sánchez Maquillaje: Joaquina Espínola. Agradecimientos: Ferragamo, Clara Ibarguren, Furzai, Cruz Esquivel, Chimu
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