Cuenta, además, cómo le costó charlar de su sexualidad con su familia, del divismo de los chefs y de la admiración por su papá médico, quien murió de Covid en plena pandemia
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Se despierta todos los días a las 6:30, desayuna –”la única comida que hago en casa”, confiesa– y se va en bicicleta a hacer ejercicio. “Vuelvo, me ducho y voy a mi restó [Coco Demaría], que se encuentra a muy pocos metros de mi departamento”, cuenta Sebastián Agost Carreño (46), conocido por todos como “Coco”. De lunes a viernes, las tardes son de Escuela de cocina, el programa que hace en Canal 9 junto con su gran amiga Jimena Monteverde, y luego regresa a su local, donde se queda hasta un rato antes de cerrar. Coco es el menor de siete hermanos. Como sus padres eran médicos y sus hermanos se iban casi todo el día al colegio, él –que todavía asistía al jardín de infantes– se quedaba con su nonna Carmela, que era una gran cocinera.
“Me dejaba ver en tele Las manos mágicas y El Zorro, pero después la tenía que ayudar en la cocina. Yo veía el trabajo que significaba cocinar, pero también la felicidad en la cara de mi familia cuando llegaban a comer. La misma felicidad que veo ahora en la gente que come en mi restaurante, eso da mucho placer. Cuando terminé el secundario les dije a mis viejos que quería estudiar cocina. ¡Casi se desmayan! Todos mis hermanos habían elegido carreras más tradicionales. Me acuerdo de que mi papá me miró y me dijo: ‘¿Realmente querés pasar toda tu vida con olor a ajo y cebolla?’. Mi respuesta fue ‘sí’”. Estudió con grandes maestros, como Alicia Berger, Osvaldo Gross y Maurice Lacharme. “Mis padres nos dieron a mis hermanos y a mí la posibilidad de hacer alguna especialización en el exterior. Cuando me tocó a mí, elegí ir a estudiar a Francia a la prestigiosa Escuela de Pâtisserie Cordon Bleu de París”, nos cuenta. “Yo iba al colegio La Salle y sentía que no encajaba mucho. En mi seno familiar no se hablaba de mi sexualidad y yo tampoco sabía muy bien qué me pasaba. En Francia se me abrió la cabeza y terminé de descubrir que era gay”, explica. Al poco tiempo de volver de Europa, una productora lo convocó para formar parte del programa Todo dulce con Maru Botana, en Utilísima.
–Maru y vos eran muy amigos. De hecho, te dicen Coco porque ella te puso el apodo. ¿Qué pasó?
–Siempre le voy a agradecer la oportunidad que me dio. Cuando me ofrecieron trabajar en América fui a su casa a contarle, porque ella no iba a estar en el programa. Me dijo que no podía dejar pasar la oportunidad. Yo trabaja también en su revista y dependía de ese sueldo. Le pregunté muchas veces si le molestaba que yo hiciera tele solo y me aseguró que no. Sin embargo, a los diez días me discontinuaron de su revista. Eso me dolió un montón. No me banqué lo que me hizo. Años después nos convocaron para hacer un programa con Jimena (Monteverde), también para América, pero Maru ya había firmado para el mismo canal… Y bue, nos quedamos sin programa.
–¿Hay mucho divismo entre los cocineros?
–Demasiado… No me lo banco. A todos les gusta ser reconocidos. Yo soy el mismo pibe que iba a hacer las compras para el programa de Maru. De hecho, si las productoras del programa que hago ahora no consiguen algo, les digo “no te preocupes, yo lo llevo”. El que tiene vocación de servicio es servicial siempre. Por eso a las nuevas generaciones les cuesta la cocina, porque no alcanza con ir a una escuela prestigiosa de cocina, hay que morirse de calor entre las hornallas, quemarse los antebrazos…
SU OTRO GRAN AMOR
Hace siete años que Coco está en pareja con el médico Andrés Fabbi, quien se está especializando en cuidados paliativos.
–¿Ya hablaste en terapia que tu pareja es médico como tus padres?
–[Se ríe]. Y de Libra, como era mi papá.
–¿Cómo compatibilizan sus agendas?
–Él es muy particular, tiene una aparente tranquilidad, y yo soy más impulsivo. Pero siempre tira para adelante, nos acompañamos en los cambios y no obstaculizamos el crecimiento del otro. Creo que eso es lo más importante. Comemos todas las noches en el restaurante y hay clientes habituales que se nos acercan y charlan mucho con Andrés. Cada tanto intentamos hacernos una escapada para poder estar más desconectados.
–¿La paternida está en sus planes?
–Sí, a mí me gustaría, pero a él no. Me pasa lo mismo con la mudanza: a mí me gustaría un lugar más grande porque la cocina es diminuta y a él no. [Se ríe]. Ninguno trata de forzar al otro. Yo tiro un tema, dejo que lo analice por unos días y después contraataco. [Se ríe]. Lo más importante es que siempre nos volvemos a elegir.
–¿Cómo tomaron tus padres la noticia de tu pareja con Andrés?
–[Hace un silencio y suspira]. Lo conocían, pero casi no le hablaban. Mi mamá no me la hizo fácil cuando se lo dije. Ahora se llevan bien, pero le costó. Recién unas semanas antes de que mi papá se muriera, me preguntó cómo estaba Andrés [porque se había contagiado de Covid] y me dijo: “Cuando termine todo esto, nos vamos a reunir”. Fue la primera vez que lo nombró, pero la reunión nunca sucedió porque papá murió. Fue ahí cuando mi mamá hizo un cambio de timón y empezó a abrirse más.
EL ÚLTIMO ADIÓS
El papá de Coco, César Agost Carreño, era médico nefrólogo. A pesar de sus 82 años, su condición de diabético y su presión arterial alta, decidió en plena pandemia que él iba a trabajar porque sus pacientes lo necesitaban. “Y se contagió. Mi mamá, también. Estaban internados pared de por medio, pero ella volvió a casa”, asegura el cocinero con la voz quebrada y los ojos llenos de lágrimas. “Cuando sintió que se podía morir, él mismo apretó un botón para que lo llevaran a terapia intensiva. Me dio su celular, su ropa, no me quiso abrazar y fue la última vez que lo vi. Nos pudimos despedir, por suerte. Después de su muerte, mucha gente vino a mi local para contarme todo lo que él había hecho por ellos. Que a tu viejo lo recuerden de esa manera es increíble. Me duele su partida y mucho más que mi mamá haya perdido a su compañero de toda la vida. Por eso, trato de disfrutarla todos los días”.•
Maquillaje: Joaquina Espínola
Agradecimientos: Belén Lanosa (estilismo), Melina González (asistente de estilismo) y Brooksfield
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