La fotógrafa publicitaria y el ex piloto abren las puertas de su mundo privado y comparten los inicios del mayor de sus herederos en el automovilismo
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Constanza “Coni” Dietrich (39) y Juan “Cochito” López (42) viven rodeados de motos, autos, herramientas, simuladores, trofeos, máquinas de gimnasio, fotos de playas y paisajes, cuadros de surf. Un fiel reflejo de lo que son, tanto ellos dos como sus hijos, León (6) e India (2) –alias “Kiki”–, con quienes comparten la mayoría de los intereses. Todo se vincula con tanta naturalidad en su casa de Pilar que hasta los tres perros blancos y negros (Tuerca, Príncipe y Rifle) se parecen entre sí, sin pertenecer a la misma raza ni tener algún parentesco. La fotógrafa de moda y publicidad creció hablando de motores con su padre Guillermo –dueño de las reconocidas concesionarias de autos que llevan su apellido–, y el destino la unió a un piloto, Cochito López, hijo de otro piloto –el excampeón de TC 2000 Osvaldo “Cocho” López– y fanático de los autos. Juntos, contemplan, anonadados, la incursión temprana de León en los circuitos de kartings. El pequeño López es un hombre en el cuerpo de un chico. Serio, locuaz, de porte erguido y vocabulario preciso, llama a papá y mamá por su nombre desde que tiene un año y medio, cuida como un guardián a su hermana menor y entiende con avidez sobre motores y automovilismo. En diálogo con ¡HOLA! Argentina, la familia nos cuenta sobre sus deseos y pasatiempos, y cómo los atraviesa a cada uno este ADN fierrero.
–Llevan dieciocho años en pareja, ¿siempre tuvieron tantas cosas en común?
Coni: De personalidad somos distintos, pero nos gustan las mismas cosas. Amamos los perros, hacer deporte, la naturaleza, viajar a lugares en donde se hace surf…y, como pasamos tanto tiempo juntos, nos terminamos asimilando aún más.
–¿Se conocieron gracias a alguno de estos puntos que los unen?
Coni: ¡No! [Risas]. Nos conocimos en 2004 en Tequila y seguimos yendo bastante. Yo entonces estaba en la facultad y, él, por viajar a probarse en el exterior del país como piloto. Chateamos, a distancia, durante unos meses, y el siguiente verano nos pusimos de novios en Punta del Este.
–Hay un tema fuerte que tienen en común y que se repite en el resto de su árbol genealógico: los autos.
–Sí. De hecho, en el boliche, cuando se me acercó, no le di bola hasta que me dijo que nuestros papás se conocían. Yo muero por el mío, así que eso me cambió la cara y me hizo entrar en confianza. Fue muy loco porque pasé a conocer a alguien que le interesaba lo mismo que a mi papá, con igual intensidad.
–Las sobremesas de los López y los Dietrich deben ser largas...
–¡Casi no se habla de otros temas! No hay fútbol, no hay nada. En nuestra familia sólo se habla de autos. Y tanto Cocho como mi papá son muy personajes y charlatanes.
–Juan, ¿seguís compitiendo?
–No. Terminé mi carrera en GT2 (autos coupé) y Fórmula E en Europa. Ahora corro sólo para alguna exhibición. Desde que fui papá, me dedico principalmente a relatar competencias para ESPN.
–¿Qué te llevó a dejar?
–Competía afuera, y con una familia no me imagino esa vida nómade. Me gusta que los chicos tengan su colegio, su grupo de amigos estable… no que viajen a todos lados por mí.
–De momento, León ya empezó a correr en auto.
Juan: Compite en una categoría escuela de karting, no oficial. Yo también empecé en la misma disciplina, pero más tarde que él. Recién me probé a los 11.
–¿Lo entrenan vos y su abuelo?
Juan: Yo lo entreno y papá va siempre a verlo. Disfrutamos mucho de eso. No imaginamos que iba a arrancar de tan chico. Prepararlo me lleva mucho tiempo, pero hoy elijo destinárselo. Solemos ir a la pista una vez durante la semana y otra en el fin de semana. Léon acota: Vamos a Zárate y a otra pista en Ciudad Evita.
–¿Te gustaría que siguiera el camino de los López?
–Me gustaría porque es lo que hice toda la vida y es lindo que compartamos esa pasión. Por otro lado, soy consciente de que el automovilismo es un deporte de riesgo y me da un poco de miedo ver correr a León, algo que nunca sentí como corredor, y entiendo que es lo que le pasaba a mi viejo conmigo. También tengo claro que es un deporte muy caro y que el triunfo depende mucho de lo económico, más allá del talento, algo difícil de explicarle a un chico de 6 años, que está tan enganchado. Además, en caso de convertirse en profesional, el desarraigo es complicado. Yo me fui a Europa a los 17 y no fue fácil ni para mí ni para mi familia.
–Coni, tu hermana también se vinculó al mundo fierrero e incentiva a las mujeres a manejar, a través de su comunidad “Mujeres al volante”. ¿Alguna vez pensaste en llevar esto al extremo y correr, como tu marido?
–Ni loca. Me hubiese encantado hacer cualquier tipo de deporte profesional: ser futbolista, jugar al hockey, competir crossfit, pero no automovilismo. Recuerdo las veces que subí con Juan de copiloto y me da miedo.
–Y, desde la tribuna, ¿te da miedo verlos?
Coni: A León más que a Juan. Con el karting tiene el cuerpo bastante expuesto y antes de largar me agarra una sensación rara.
León: A ella le da miedo cuando estamos uno al lado del otro.
Coni: [Risas]. Sí, cuando están todos los corredores pegados no me divierte nada.
–Entre ustedes y tu hija Kiki, León tiene la mejor hinchada…
Coni: Vamos un montón a verlo correr. Nosotros, los tíos y los abuelos. Kiki es su fiel seguidora. Es una sacada. Siempre anda atrás de él. Dice que cuando deje los pañales va a tener su propio auto.
India: Mi karting va a ser violeta y mi casco con calcomanías, de Kristoff, Elsa y Anna [personajes de la película Frozen, de Disney].
–¿Comparten algún otro deporte en familia?
Coni: Los varones hacen jiu-jitsu. Juan entrena dos veces por semana y le da clases a León y sus amigos afuera de casa.
León: También entreno con Coni y me gusta esquiar. Kiki todavía no sabe, va a aprender este año.
–Coni, tu trabajo y el de Juan son distintos. Vos te dedicás a hacer fotos y producciones, y, cada tanto, viajás. Él está en televisión; a veces, de madruga. ¿Cómo congenian sus agendas?
–Juan siempre me bancó en todo. De los chicos nos ocupamos 50-50. Y estamos mucho tiempo juntos, de hecho están mal acostumbrados. Salimos a andar en bici, en jeep, en moto, jugamos con los perros…
–En esos ratos siguen las fotos. ¿Te gusta retratarlos?
–Me encanta. Además, en las redes genero contenido del día a día con ellos [@conidietrich]. Todas las marcas con las que trabajamos se hacen parte de nuestra rutina, es como muy natural y genuino.
SUEÑO CUMPLIDO
–¿Están construyendo una casa en Chapadmalal?
Juan: Ya está hecha porque la prefabrican en un galpón, es modular. Están terminando de acomodar el terreno para instalarla.
–¿Cómo surgió el proyecto?
Coni: Íbamos siempre a Uruguay. Pero cuando yo estaba embarazada de León, nos pintó ir a conocer los spots de surf de la costa argentina y nos volvimos locos con Chapa. Queda cerca, tenemos amigos. Nos pusimos a buscar terreno, paveando, hasta que apareció uno a buen precio y Juan, pese a ser más racional, me dijo: “Si vos querés, yo te banco”.
–¿Se imaginan viviendo ahí?
–No. La idea es usarlo de marzo a diciembre; no en verano, que explota. También, la casa nueva de Chapadmalal es una excusa para poder escaparnos a surfear solos cada fin de semana que queramos.
–Acabás de cumplir años.. ¿Al soplar las velitas pediste algún deseo?
–En el campo profesional estoy muy bien, feliz con mi trabajo y con mi emprendimiento “Cuadritos del amor”, que nació en pandemia cuando una seguidora me sugirió que vendiera las fotos que saco. En lo que a mi familia respecta, quiero que empecemos a viajar los cuatro. En dos años, cuando India crezca, queremos hacer un viaje en motorhome por Australia o California, todos juntos, durante un mes. Aunque implique que falten al colegio, aprenderían muchas otras cosas.
–¿A vos, Juan?
–También, hacer todos un viaje de surf. Somos muy amantes del mar y de la nieve, pero tienen que ser un poco más grandes para aprovecharlo mejor. No me gusta la idea de tirarnos en la playa sin hacer nada.
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