La periodista y conductora abre su corazón para hablar de sus inicios, su increíble historia de amor y la maternidad
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Pura simpatía y buena onda, Josefina Ansa (35) es un torbellino de energía contagiosa, una mujer cercana a la que el reconocimiento no se le subió a la cabeza. Siguiendo el ejemplo de su mamá, cree en el trabajo y el esfuerzo, en dar pasos firmes y sostenidos. La China, como le dicen todos, es desde hace años una de las figuras más queridas de Telefe, donde forma parte del noticiero y también coconduce el ciclo de entretenimientos Escape perfecto, que este año le valió el Martín Fierro Revelación. “Por lo general, en el canal hacés noticias o pertenecés al mundo de la artística, dos caminos distintos, así que pensaba que era inviable hacer las dos cosas. El entretenimiento hizo que me encontrara con otra faceta mía”, dice mientras se desploma en un sillón de su casa de zona norte, donde vive con su prometido, Diego Mendoza (32), y su hija, India (1 y cuatro meses).
–Alguna vez te escuché contar que te crio tu mamá sola. ¿Cuál es tu historia?
–Mamá y papá se separaron cuando yo tenía 3 años. Si bien tengo relación con él, mamá me crio solita, era empleada de comercio en Once y en Flores, laburaba todo el día y se esforzó muchísimo. Pasamos cosas difíciles. Ella es mi ejemplo a seguir.
–¿Ya soñabas con lo que estás viviendo hoy?
–No, ¡de chica sólo soñaba con que tuviéramos un plato de comida! [Se ríe]. Con que llegáramos a fin de mes ya estaba, no podía ver a largo plazo.
–¿Y cuándo pudiste ver más allá?
–Cuando hice el test vocacional me preguntaron cómo me veía a 20 años, que soñara en grande y lo dibujara. Y no sé por qué me dibujé con un Martín Fierro. Ahí caí que quería ser comunicadora social: estudié en la UBA y me recibí de licenciada en Comunicación. Mientras, trabajaba en un restaurante de sushi y un día me encontré con una ex compañera del colegio [hoy una de sus íntimas amigas] que trabajaba en la gerencia comercial del Grupo Indalo. Le conté en qué estaba, me pidió un currículum y me tomó como trafficker en radio (se ocupan de la pauta publicitaria), después hice lo mismo en tele, seguí con producción y un día faltó el meteorólogo de C5N y como soy desenvuelta me pidieron reemplazarlo. A la semana me contrataron, y “Jopo” Angeli, que era el meteorólogo del canal, y Javier Díaz me enseñaron todo sobre los vientos, lo que era un huracán, un tornado y leer la información del Servicio Meteorológico Nacional.
–¿Cómo es tu día?
–Me levanto temprano, intento entrenar, me dedico 40 minutos sólo para mí, para moverme. Me ducho y mi mañana es para mi familia, juego con mi hija, que me enseña las cosas nuevas que sabe hacer. Hace poco descubrió dónde está su ombligo, su panza, es fanática de los caracoles… Después voy al noticiero. Hace muchos años que formo parte del equipo de El noticiero de la gente. Los amo y admiro, son tremendos profesionales, incansables. Estoy maravillada con Mauro Szeta, Germán Paoloski, Milva Castellini, Fernando Carlos, cada uno suma tanto... Ahí me quedo hasta las 14.40, almuerzo y me voy a dos cuadras a los Estudios Ronda a grabar Escape perfecto, que es un éxito. A Iván (de Pineda) lo admiré toda la vida, es un caballero, respetuoso del tiempo y trabajo de todos, cuidadoso con la palabra, incluso cuando me tiene que marcar algo. Y aunque tiene años de carrera, me hace sentir que estoy a la par.
UNA GRAN HISTORIA DE AMOR
Este año, cuando la China ganó el Martín Fierro (que ubicó sobre la chimenea del living junto con una foto de ella sosteniéndolo), subió al escenario y le dedicó un agradecimiento especial a su amor. Funcionan como un equipo en la vida y en el trabajo. Ex jugador de fútbol de primera, cuando Diego jugaba en la primera de Huracán, un accidente tras un partido de la Copa Libertadores le cambió la vida. “Estábamos en Venezuela y al colectivo que nos llevaba al aeropuerto e iba en bajada se le cortaron los frenos. Mi pie derecho quedó atrapado y destrozado. Estuve sin caminar seis meses y recién al año volví a la cancha y a hacer cosas como manejar, aunque todo con el pie izquierdo. ¡Hasta volví a jugar la Copa Libertadores con Huracán!”, recuerda Diego, que a pedido de ¡HOLA! se suma a la charla. Y sigue: “Después pasé a Belgrano de Córdoba y de ahí me llevó un equipo de segunda a Ibiza. Jugué siete meses y vino la pandemia, que es cuando nos conocimos con la China por videollamada”.
–¿Vos pediste su teléfono?
–Sí, hablaba con muchos periodistas y le pregunté a Fernando Carlos por ella. Le mandé un video, empezamos a hablar y fuimos novios virtuales ocho meses. Después volví de España un tiempo y cuando ya estábamos conviviendo me volvieron a llamar de España. Fui, pero me quedé sólo semanas porque volvieron los dolores. Me mató la decisión de retirarme del fútbol, pero la China fue mi gran apoyo. Nosotros primero fuimos amigos, eso suma un montón.
–Y a vos, China. ¿Enseguida te interesó Diego?
–¿Me estás cargando? ¡Miralo! Yo enseguida me metí en su Instagram y me encantó en el acto. No tengo palabras para explicar lo enamorada que estoy y creo que cuando lo miro él entiende de qué se trata. A veces está durmiendo y me quedo mirándolo. Un día se despertó y se asustó. [Se ríe]. El día que nos conocimos estuvimos juntos sólo 20 minutos porque él llegaba de España y tenía que irse al toque a hacer el aislamiento obligatorio a su casa, en Madariaga. Y después se agarró Covid dos meses y no nos vimos más por un mes y medio. Eso sí: después no nos separamos más.
–¿Sos una madre culposa?
–Siento que estoy viviendo el sueño de mi vida, que era formar una familia con una persona que amara y tener a mi hija, porque siempre quise ser mamá. Me gustaría que crezca la familia, aunque no en lo inmediato. [Se ríe]. Diego es el mejor compañero que podría haber encontrado: me potencia, me ayuda, me guía y me sostiene. Mi mejor versión es siempre a su lado. Él confía en mí más que yo misma. Todos los días se encarga de recordarme lo buena que soy laburando, como madre, como compañera… Porque a veces entro en un autoboicot imparable. Si te va bien profesionalmente sentís que estás fallando en la maternidad, o como pareja. Son muchas tareas paralelas que conllevan la misma demanda.
–¿Y cuándo decidieron trabajar juntos?
Diego: Cuando dejé el fútbol, fue una decisión de los dos. Me encargo de todo: desde el abogado, el contador, o las redes sociales hasta las reuniones, la pre y post producción de contenidos para las marcas, yo mismo los edito.
–El año pasado hubo propuesta de casamiento. ¿Ya tienen fecha?
China: Estamos esperando a tener un hueco, la idea es poder disfrutar del proceso, ir juntos a ver salones, por ejemplo. Diego me lo propuso acá en casa, para mi cumpleaños, cuando la beba tenía tres meses.
–¿Cuál es la clave para convivir y trabajar juntos en armonía?
China: Nuestro día no termina bien si no nos damos un rato para hablar de nuestra familia. Y no se habla de trabajo delante de nuestra hija, esos momentos son de ella. Además, una vez a la semana salimos solos a comer y hacemos como un balance semanal. Tenemos nuestras discusiones, por supuesto, pero pactamos que todo se habla y resuelve en el mismo día.
–¿Cómo dividen tareas en la casa?
China: Cocina Diego. ¡Es muy completo! [Se ríe].
Diego: Me gusta cocinar, hago cosas simples. Por ahí pongo un pollo y una carne para varios días. Aprendí a organizarme, porque si no era una pelea. Ella trabaja un montón, es su momento, y yo trabajo con el teléfono. Y entre reunión y reunión paro en una verdulería, hago la compra, vengo a casa y meto unas pata-muslos y un poco de cebolla, zanahoria, morrón. Ella se ocupa de las ensaladas porque yo sólo como papas. Y tiene en la cabeza cómo funciona la casa, lo que se necesita, lo que le falta para India.
China: Y me ocupo de los vínculos. No se me escapa ni el cumpleaños de la prima hermana, ni la internación del primo del mejor amigo… Soy muy sensible. [Piensa]. Si hay algo que nos caracteriza es la intensidad. Y vamos por todo.
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