La modelo y conductora deportiva nos cuenta cómo es la vida junto a su gran amor, el futbolista Darío Cvitanich y asegura: “Quiero transmitirles a las chicas que las cosas se pueden alcanzar si una le pone garra y perseverancia”
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A sus 36 años, Cecilia “Chechu” Bonelli reconoce no tener miedo de tomar el camino más difícil si eso es lo que se necesita para alcanzar sus sueños. No sólo conquistó su propio lugar dentro del mundo del periodismo deportivo –hoy se luce como coconductora en SportsCenter por ESPN y también junto a Alejandro Fantino en ESPN FShow–, sino que al momento de tener que arriesgarlo todo por amor, lo hizo sin dudarlo. Antes de casarse con el delantero de Racing Darío Cvitanich (36) –con quien tuvo a sus hijas Lupe (8) y Carmela (5)– Chechu dejó en puntos suspensivos su carrera, en 2012, para acompañar al jugador en su nueva etapa en Francia. “Había cubierto Copa América y estaba a dos años del Mundial de Brasil, pero nunca me arrepentí de bajarme de ese sueño. Dejé el trabajo de la noche a la mañana. Para mí no era sólo una apuesta a nosotros, era una apuesta a mis deseos de ser madre y a formar una familia… En mi despedida del ciclo Fútbol para todos me acuerdo que dije: ‘Dejo mi carrera que amo por un hombre que amo más’. Y fue así”.
–¿Costó el cambio?
–Y sí. Tampoco te voy a mentir y decirte que todo fue color de rosa. Al principio fue complicado, incluso tuve que trabajar un problema enorme de ego porque para mí era muy fuerte pasar de ser reconocida en mi ambiente a ser una persona más en medio de Francia. En nuestra etapa en México pude trabajar para un canal, pero después nos mudamos a Estados Unidos y ahí me dediqué de lleno a la crianza de mis hijas. Por eso te digo que disfruté cada etapa que me tocó vivir. Hoy me encanta ser mamá y me encanta ser comunicadora… De hecho, sigo estudiando y ahora estoy cursando una maestría en Periodismo en la Di Tella. Todo lo que sea conocimiento es enriquecedor. Además, nunca sabés con qué te va a sorprender la vida.
-Una manera de seguir apostando a tu carrera…
-Claro, después está en que te lo valoren en tu trabajo o no; para mí por lo pronto esto es importante. Y voy a usar una frase casi nacida en pandemia: Necesito reinventarme y encarar aprendizajes nuevos. Hoy voy hacia ese lugar, transitando una etapa de crecimiento profesional y personal…
-En el perfil de tu cuenta de Instagram pusiste una frase que te define: “En búsqueda de lo utópico”. ¿Por qué?
-Porque siento que buscar eso que muchos creen imposible me empuja a salir del estancamiento y la resignación. Por eso me parece genial tener objetivos que si bien son difíciles y a veces utópicos, son necesarios para estar en continuo movimiento; salir del lugar cómodo.
-¿Fue difícil hacerte un lugar dentro del mundo del periodismo deportivo?
-No tanto. Creo que tuve la suerte de no haber sufrido tanto ese prejuicio en un ambiente tan reservado y masculino como el fútbol. Por otro lado, sé que soy una mujer que no suele tomar el camino más fácil, un poco está en mi naturaleza y otro tanto en la educación que me dieron mis padres. En casa las cosas nunca fueron fáciles y por eso en algún punto, todos aprendimos solitos a hacer nuestro propio camino.
–¿Siempre te gustó el fútbol?
–Sí, me encanta. También es verdad que en casa se practicó deporte toda la vida. Mi papá participaba en la comisión directiva del área de fútbol del club Regatas de San Nicolás, que también representaba a mis hermanos, y mi abuelo fue presidente de ese club. De algún modo siempre estuvimos muy involucrados en ese mundo. Mil veces fui a la cancha a ver a mis hermanos jugar (uno era delantero y otro arquero). Me acuerdo que mi abuelo contaba los tickets de los partidos mientras mamá preparaba los sanguchitos para el entretiempo. El fanatismo creo que empezó un poco así, sentándome en una grada de madera con mamá agarrándome para que no me cayera.
–Una rutina familiar que seguramente después replicaste en tu vida junto a Darío…
–Tal cual. Es que al final una termina repitiendo esas experiencias que nos hicieron felices. A mí me gusta que las chicas tengan esos recuerdos de cancha con su papá. Antes de la pandemia lo hacíamos todo el tiempo. Preparábamos las mochilas y nos poníamos la camiseta. Las chicas tienen camiseta de todos los clubes por donde pasó Darío. Son su fan número uno. Y ahora que son más grandes, están muy enganchadas. Van al cuarto y se ponen solitas sus remeras para ver jugar al papá por la tele. Se ponen re nerviosas con los partidos, gritan los goles, todo… Para Darío su gran sueño era algún día salir campeón para poder compartirlo con sus hijas. El día que Racing salió campeón de la Superliga, lo primero que hizo fue regalarle las medallas. Que las chicas hayan podido estar en un festejo y lo hayan visto levantar la copa, para Darío fue su sueño cumplido.
–¿Cómo describirías a tus hijas?
–Lupe es un calco mío en cuanto a contestación, ansiedad e hiperactividad. Darío le dice “Cecilita”. [Se ríe]. En cambio, Carmela es más parecida a su papá: muy paciente, amorosa, tranquila. La verdad es que tengo dos hijas maravillosas.
–Como mujer, ¿qué buscás transmitirles?
–Trato de darles siempre un ejemplo de esfuerzo y sacrificio, que las cosas se pueden alcanzar si una le pone garra y perseverancia. Yo tenía 20 años cuando empecé a cubrir fútbol en Fox Sports. Era un ambiente muy selecto y chiquito, dominado mayoritariamente por hombres. Si bien Viviana Semienchuk y Luciana Rubinska ya habían plantado bandera, creo que entre todas fuimos aportando lo nuestro. Fuimos las que golpeamos la puerta, entramos y la dejamos entreabierta para que otras mujeres nos siguieran. Siento que supimos defender muy bien ese espacio. Y me llena de orgullo saber que mis hijas sean testigos de ese camino recorrido. Después de tanto sacrificio siento que yo también logré mis sueños.
Producción: Pau Ascurra
Peinado y maquillaje: Luli de la Vega
Agradecimientos: Minipupe, Te armo el living, LDB Tienda de Flores, Chu.Bi Club
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