La periodista y conductora posa en su refugio esteño con impactantes vistas al mar, que construyó junto al amor de su vida, Pablo Santamarina, quien murió hace una década
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Periodista, conductora, apasionada del golf, madre de tres hijos y abuela. Cecilia Zuberbühler se define como una mujer superactiva. “Si te escribo la lista de todo lo que hago, te canso seguro, pero también tengo mis momentos de tranquilidad. Soy rara. Estoy feliz cuando voy a las fiestas, eventos y me reúno con amigos a comer. Pero también puedo estar muy bien conmigo misma. Me quiero, me valoro y me entiendo”, le cuenta a ¡HOLA! Argentina. Cecilia conoció al padre de sus tres hijos (Pablo y los mellizos Iván y Rodrigo) cuando eran adolescentes. Tiempo después se pusieron de novios y, tras siete años, dieron el “sí, quiero”. Estuvieron casados durante treinta y cinco años hasta que, en 2012, Pablo Santamarina murió a los 58 de un ataque al corazón en su casa de Córdoba. Cuando le preguntamos cómo transitó y transita la pérdida de su compañero de vida y si existe la posibilidad de volver a enamorarse, Cecilia reflexiona: “Pasaron muchos años… La muerte inesperada e instantánea de mi marido fue una trompada de knock out para mí. Tardé años en superar el tema. Ahora me queda la nostalgia, la idealización, los mejores recuerdos. Sólo podría estar en pareja si me volviera a enamorar. El amor de pareja no se busca, se encuentra. Desde ya que tengo amigos. ¡Muchos! Gracias a Dios”.
−¿Sos nostálgica?
−No. Mi problema es que vivo en el futuro. Mis amigos me retan. Me encanta planificar para adelante, aunque después las cosas cambien. Soy así. Ya sé lo que voy a hacer de acá a septiembre. Me armo mi futuro para que me contenga.
−Siempre te mostrás muy cerca de tus hijos, aunque los dos menores vivan en el exterior.
−Soy una madre hincha y metida. Trato de contenerme, en especial, por mis tres nueras (Pety González Álzaga, la mujer de Pablo; Ali Born, la de Rodrigo; y Nina Pulenta, la de Iván. Los mellizos se casaron en el mismo año, 2021). Ellas a veces me paran y yo retrocedo. Mis hijos y sus mujeres me quieren y saben que mis intenciones son buenas y que los amo.
−¿De qué cosas disfrutás con tus nietos, Vicente (6), Clemente (4) y Celeste (de 5 meses)?
−Soy una abuela permisiva, pero no puedo no educarlos si veo que hacen algo que no me gusta. Me encanta abrazarlos, besarlos, que duerman toda la noche conmigo. Y obvio hay momentos que me saturan… Con ellos juego, canto y les leo cuentos. Repito lo que me resultó con mis hijos.
−Y por fin con Celeste llegó otra mujer a la casa.
−Con Pablo siempre quisimos tener una hija. Tuve tres hijos varones espectaculares que, además de todas las virtudes que les veo, me adoran y están pendientes de mí. Pero quería “la nena”. ¡Llegó Celeste! Estoy feliz, pero no sé cómo será mi relación con ella porque es muy chiquita aún.
UN REFUGIO CON HISTORIA
Desde hace unos meses, la periodista vive en la casa que construyó con su marido en Punta del Este, el lugar que eligió para este momento de su vida.
−¿Cómo definirías esta etapa?
−Me encanta este momento. Lo elegí. Decidí dejar de trabajar, mudarme a mi querida casa en Punta del Este. Dedicarme más a mis hijos y nietos. Acá me despierto contenta después de mucho tiempo.
−La casa irradia colores y alegría. ¿La decoraste vos?
−Todo lo hice con Pablo y con Diego Achaval, el tío de él, y su socio Rafael Cash. Esta casa es verano. Como soy yo: con mucho color y alegría. Ya tiene casi treinta años. Me encanta trabajar en el jardín. Así que me ocupo de cada una de mis plantas y flores. Las podo, las cuido. Siempre estoy investigando qué plantas dan mejor resultado en la zona por el clima y elijo las que más me gustan. El departamento de Buenos Aires también tiene mucha luz, pero más en beige y marrón. Más formal. Mi casa de Potrerillo (en Alta Gracia, Córdoba) es de piedra y tiene colores otoñales porque me gusta pasar el invierno allá. Pero siempre hay colores. (La casa en las sierras cordobesas a la que hace mención fue el sueño de su padre, Ignacio Zuberbühler, un amante del golf que heredó ese campo de su familia y que lo disfrutó hasta los últimos días de su vida).
PRESENTE Y FUTURO
−¿Extrañás trabajar como periodista?
−Nunca dejás de ser periodista. Me doy cuenta de que veo la vida desde ese ángulo. Me despierto leyendo los diarios. Me atraen los programas periodísticos −ya sean políticos o de farándula−. LN+ con Feinmann o LAM con Ángel de Brito, para darte algunos ejemplos. Pero no veo programas de entretenimiento o realities. Estoy contenta porque hace poco empecé a publicar en mi cuenta de Instagram (@ceciliazuberbuhler) y, por momentos, siento que vuelvo a hacer mi programa de cable.
−Pasan los años y estás igual. ¿Cuál es tu rutina beauty?
−Soy metódica. Hago gimnasia con pesas con Laura Batto, mi profesora por más de veinte años. Desde la pandemia, sigo las clases por Instagram dos veces por semana. Juego al golf también dos veces a la semana. Como sano porque me encanta. Un muslo de pollo bien sequito, uvas, ¡me gustan como si fueran alfajores! Si como mucho un día, al otro me controlo. Me peso todos los días, la balanza no miente… A cierta edad las mujeres que puedan deberían consultar con un médico experto en estética. Yo tengo a la doctora Diana Chugri y también un cirujano plástico, Jorge Herrera. ¡Hay que dejarse asesorar!
−¿Cómo te imaginás en veinte años más?
−¡Me preparo para vivir sana hasta los 90! Por eso cuido mi cuerpo y mi mente. Proyecto estar activa, continuar con mis viajes. Seguir ocupándome como ahora de las cosas de las que antes se ocupaba mi marido y ayudar en todo a mis hijos. En definitiva, ser feliz. Veo el vaso siempre medio lleno.
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