Regresó al país hace dos años y se refugió en la música y la escritura. Cuenta sobre su nuevo amor, la maternidad a la distancia y su reciente lanzamiento como cantante
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Cuando era chica Carolina Alurralde (36) “soñaba con viajar por el mundo” y lo logró. Vivió en Alemania, Italia, Ucrania, España y Turquía acompañando a su pareja (y novio de la adolescencia), el futbolista José “Principito” Sosa (36), de Estudiantes de La Plata –también llegó a jugar en la Selección–, que fue convocado por el Bayern Múnich, donde empezó su carrera internacional y hoy juega para Fenerbahce Spor Kulubu en Estambul. “Desde los 20 armo y desarmo casas de acá y de allá, pero hace dos años tuve que romper estructuras. Pasé de ser nómade a súper nómade y hoy vivo dos meses en Turquía y un mes en Argentina”, revela la ex botinera, que después de separarse del futbolista y padre de sus hijas Rufina y Alfonsina (las mellizas que tuvo tras una larga búsqueda con doce fertilizaciones y que el 11 de enero cumplirán 6 años) viajó a Buenos Aires. “Necesitaba descubrir mi propio camino y volví a mis raíces”, le cuenta a ¡HOLA! Argentina desde su departamento en el barrio de Retiro, a días de haber lanzado su carrera como cantante de rock con la presentación de cuatro de sus canciones en Spotify y un show junto a su banda en La Trastienda, que realizó el 23 de diciembre con entradas a cambio de un alimento no perecedero para la Fundación Sí.
–¿Cómo te rearmaste tras la separación?
–Estaba desolada… Me costó muchísimo la separación, pero José sigue siendo mi familia. Siempre nos acompañamos y lo primero que decreté cuando me separé fue que mis hijas nunca iban a estar lejos de su papá. Por eso voy y vengo. Estamos separados hace tres años, pero en Turquía comparto casa con él y mis suegros -aunque tenemos otro departamento-, porque la prioridad son nuestras hijas. A veces me preguntan si siento que perdí el tiempo y no hay nada más lejos que eso: gané una vida por el mundo, dos nenas hermosas. Hicimos un camino juntos, siempre en equipo. Nunca tuvimos conflictos ni por las chicas ni económicos. Sólo era animarse a soltar, que es muy difícil, pero me abrió las puertas a otros horizontes.
–¿Qué tal fue tu desembarco en Buenos Aires?
–Vine hace dos años con la idea de incursionar en la movida del arte y ver qué hacía con mi vida, ¡pero no conocía a nadie! Soy de City Bell, La Plata, y llevaba más de una década viviendo en Europa. Sólo la conocía a Yanina Screpante, que me abrió las puertas de Buenos Aires. Y empecé a ir y venir hasta que acá me agarró el cierre de fronteras. Siempre digo que la pandemia me salvó porque aproveché el encierro para encontrarme conmigo. Empecé a escribir, al principio sin puntos ni comas, y con la práctica sumada a los talleres de literatura que arranqué por zoom con Oliverio Coelho, las palabas fueron transformándose en poesía, canciones y en un libro autobiográfico. Empecé a tomar clases de guitarra con Rafa Varela (el hijo de Adriana Varela, que es hoy el guitarrista de mi banda). Yo tocaba, pero muy básico y de oído.
–¿Cómo transitaste la distancia con tus hijas en plena pandemia?
–Estuvimos cinco meses separadas y al principio yo era un trapo de piso. Aunque la tecnología te permite estar conectado, ¡estábamos tan lejos! Pero por otro lado estaba tranquila de que las mellizas estaban con su papá, con sus abuelos, y me focalicé en estudiar, nutrirme. Y cuando en julio volví a Estambul, empecé a traducir mis temas al turco con una profe que nos da clases a mis hijas y a mí. Ahora sigo yendo y viniendo, pero la idea es no estar más de cinco semanas separada de mis hijas.
–¿Tenés alguna fórmula para la maternidad a distancia?
–Al principio lloraba y era todo un drama, pero ellas se adaptaron. Nacieron en Estambul y están acostumbradas a viajar para ver a la familia y están acostumbradas también a que su papá se vaya de pretemporada o concentre los fines de semana. Ahora se acostumbraron a que su mamá también viaja. Una vez vengo sola, la siguiente vengo con ellas… Ahora pasamos las fiestas acá y volvemos para que festejen su cumpleaños, el 11 de enero, con su papá.
–En 2022 termina el contrato de José con el Fenerbahçe de la Superliga de Turquía, ¿tiene previsto volver a radicarse en Argentina?
–José en algún momento va a venir, no sé cuándo, pero sino yo seguiré viajando.
–Con una vida tan nómade, ¿hay lugar para el amor?
–Estoy en pareja hace casi dos años con Manuel (Díaz) y convivimos hace seis meses. Tiene concesionaria de autos y lo conocí en medio de la pandemia, cuando fui a cambiar el mío. En ese momento no quería saber nada y estaba con la cabeza en otro lado, pero él empezó a hacer un trabajo de hormiga (después le dediqué el tema Pasos de hormiga) y me conquistó. Es súper caballero, detallista, buena persona, ama a mis hijas y me apoya en todos mis proyectos. También viajó a Turquía, somos muy compañeros. La vida siempre te da nuevas oportunidades.
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