El rey Carlos tiene fama de ser un padre distante, especialmente tras la muerte de la princesa Diana. A continuación, exploramos las raíces del conflicto con sus herederos y la oportunidad dorada de reconciliación con su hijo menor que ofrece la coronación
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Fue lapidario: “por favor, chicos, no conviertan mis últimos años en un suplicio”. El pedido desgarrador del rey Carlos III (74) dio la vuelta al mundo a principios de este año, cuando Spare, la autobiografía del príncipe Harry (38), salió a la venta “por error” en España, y dejó en claro que la batalla en la que está sumido el duque de Sussex y que lo enfrenta a su hermano, el príncipe William (40), y a su padre, el soberano del Reino Unido, tiene para rato.
Según contó Harry en sus explosivas memorias, la frase fue dicha por el actual Rey en la primera reunión que tuvo con él y su hermano mayor en los jardines del castillo de Windsor, quince meses después de su muy documentada (y polémica) salida de la Familia Real Británica junto a su mujer, Meghan Markle (41), y su hijo mayor, Archie Harrison (3). La imposibilidad, por parte de Su Majestad y del hoy príncipe heredero, de comprender las razones por las que Harry había decidido abandonar su familia de origen, su casa y su patria, en aquella gélida reunión familiar tras el funeral del príncipe Felipe, fue lo que motivó al duque a contar su propia versión de la historia. Así lo dice al comienzo de la autobiografía con la que bombardeó a la Casa Windsor con sus verdades a principios de 2023… Y así lo manifestó en las múltiples entrevistas que dio en los Estados Unidos desde su huída de Londres, en enero de 2020.
Pero, ¿qué fue lo que pasó? ¿Y cuál es la salida de este triste conflicto familiar que tiñó de oscuro los primeros meses de Carlos III como monarca, tras décadas de espera? Hay quienes aseguran que detrás de las acusaciones de racismo dentro de la familia británica, de la denuncia de operaciones mediáticas orquestadas por el equipo de comunicación de Camilla para favorecer a su jefa hundiendo a Meghan, y de la difícil realidad de Harry como “heredero de repuesto”, lo que en verdad está en juego es la complicada relación de un padre con sus dos hijos… Y el inevitable conflicto que surge cuando dos hermanos son criados para dos futuros tan distintos.
UNA DINÁMICA COMPLEJA, TEÑIDA POR EL DINERO
“[William y Harry] siempre tuvieron una relación complicada con su papá”, reveló una fuente del Palacio de Buckingham a la revista People tiempo atrás, cuando el duque y su mujer —embarazada de su segunda heredera, Lilibet Diana (1)— abrieron fuego contra la Familia Real en su primera entrevista con Oprah Winfrey, tras su salida de la monarquía. “No es la típica relación padre-hijo. [Carlos] es su padre y su jefe: ellos dependen de él para financiar su trabajo y sus vidas”, continuó la misma persona. “Las tensiones entre Carlos y los chicos siempre estuvieron ligadas al dinero, porque Carlos es quien tiene todo el poder”, añadió en aquel entonces otra persona, muy cercana a la Familia Real. Lo cierto es que, a través del ducado de Cornualles —un extenso patrimonio de tierras creado en el siglo XIV para financiar la vida del heredero al trono—, el entonces príncipe de Gales sostenía su oficina en Clarence House, la oficina de su hijo mayor y Kate en el palacio de Kensington y la de Harry y Meghan cuando aún eran miembros senior de la realeza británica.
Hoy, el ducado de Cornualles, que en el último año a cargo de Carlos reportó ingresos por 30 millones de dólares, está bajo la tutela de William, el actual heredero al trono inglés, quien financiará su vida y la de sus tres hijos, los príncipes George (9), Charlotte (7) y Louis (5), con las ganancias de estas tierras. Fue el mismo duque de Sussex quien, en su charla televisada con Winfrey, dio detalles sobre el conflicto económico. “Mi familia me cortó financieramente, de manera literal”. Según Harry, esto ocurrió apenas él y Meghan anunciaron que querían dejar de trabajar a tiempo completo para la monarquía para ser “independientes financieramente”. “Todo lo que quería era dinero suficiente para pagar nuestra seguridad y que mi familia estuviera a salvo”, añadió en aquella entrevista y explicó que logró costear sus primeros años de vida en Estados Unidos con la herencia que le dejó su madre, la princesa Diana. “Sin eso, no podríamos haber hecho esto”, concluyó.
EL AMARGO DESENLACE, TRAS AÑOS DE SILENCIO Y DOLOR
Los conflictos, sin embargo, trascienden la cuestión económica, y hay quienes especulan que, de estar viva Diana, no existirían. Además de procurar que sus hijos tuvieran una infancia lo más normal y feliz posible, la madre de William y Harry hizo todo lo que estuvo a su alcance para que los chicos fueran amigos íntimos, además de hermanos. Durante años, de hecho, los príncipes tuvieron un vínculo inquebrantable. Se sostuvieron mutuamente luego de la pérdida de su madre, fueron protagonistas de cientos de compromisos oficiales y viajes juntos y nos regalaron instantáneas soñadas de su complicidad en sus respectivas bodas, en las que ambos oficiaron de padrinos.
Según cuenta Harry en sus memorias, ambos le suplicaron a su padre que no se casara con Camilla y los dos sufrieron, durante su infancia y juventud, el estilo distante de Carlos. El pasaje en el que el duque comparte el momento en que, con tan sólo 12 años, su padre le informa que su madre ha muerto, es particularmente desolador. Harry revela que se sentó en su cama y, llamándolo “querido hijo”, le explicó que había habido un accidente de autos y que su madre, de quien se había divorciado el año anterior, no sobrevivió. El príncipe cuenta que, en vez de abrazarlo, Carlos puso una mano sobre su rodilla y le dijo que todo iba a estar bien. Ninguno de los dos lloró.
El reconocido historiador inglés Robert Lacey exploró la relación de William y Harry con su papá y entre ellos dos en su libro Battle of Brothers. Su tesis es que la grieta entre los hermanos reales comenzó cuando William le advirtió a Harry que estaba avanzando demasiado rápido en su relación con Meghan y, que, desde entonces, el vínculo “cambió para siempre”. “Me asombraron y a veces me hicieron llorar los detalles que descubrí al investigar esta historia de conflicto familiar. [...] Estos dos hermanos, antes inseparables y ahora alejados por mucho más que la mera distancia, representan las contradicciones que se remontan a su infancia e incluso antes, al malogrado matrimonio de sus padres…”, explicó el historiador —uno de los consultores de The Crown—, cuando lanzó su libro unos años atrás.
LA CORONACIÓN COMO “OPORTUNIDAD DORADA”
Buckingham y Kensington se abroquelaron en el silencio cuando las declaraciones incendiarias de Harry tomaron estado público en enero último, pero conforme pasó el tiempo, fuentes cercanas al Rey Carlos y al príncipe William se animaron a dar algunos detalles sobre el impacto de las revelaciones. Hoy, es vox populi que Su Majestad quiere a su hijo menor de vuelta en la Familia Real y prueba de ello es el esfuerzo que puso para que Harry esté presente cuando sea ungido Rey, en la Abadía de Westminster. “Es un momento muy importante para Carlos y le gustaría que su hijo estuviera en la coronación”, se ocupó de revelar una fuente oficial de Buckingham cuando la presencia del duque de Sussex aún era incierta. “Si no solucionan [el conflicto], esto siempre será parte de su legado, de cómo él, como Rey, dejó que su familia se desuniera. [Carlos] siempre ha tenido una reputación de padre distante y sería horrible que eso continuara…”, concluyó. William, por su parte, le mandó un mensaje a su hermano a través de Roya Nikkah, la editora de realeza de The Sunday Times, quien contó al aire que el príncipe de Gales quedó “devastado” tras la publicación de la autobiografía de Harry, pero que había elegido “no enfrentarse con su hermano, ni tomar represalias”.
Si bien no sabemos qué pasará el próximo 6 de mayo, cuando Harry se reúna con su familia para presenciar la tan esperada ceremonia de consagración de su padre como Rey, ni qué posibilidades se abrirán (o no), el historiador Lacey le recuerda al pueblo británico que “uno de los trabajos de la familia real es mostrar cómo hacerles frente a los problemas que todos tenemos de una manera humana y reflexiva”. Y concluye: “Quizás el éxito para la familia [real] no necesariamente sea la reconciliación, sino la aceptación mutua de ideas, y prioridades, diferentes”.
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