Bodas de rubí. La trilliza María Emilia y Clemente Zavaleta, 40 años de casados
En Palm Beach, donde fueron a visitar a su hijo, la Trilli y el ex polista jugaron frente a la cámara para una marca de cashmere
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LA NACION
La complicidad y las miradas amorosas siguen intactas, y también las ganas de divertirse. Días atrás, María Emilia Fernández Rousse (60) y su marido, el polista Clemente Zavaleta (64), posaron para 4 Loving People, una marca de prendas de cashmere, con una visión sostenible de la moda. “Nos divertimos muchísimo. Habíamos ido a visitar a nuestro hijo, Clementito (35), que estaba jugando al polo en Palm Beach y a estar con nuestros nietos que estaban allá, y nos alojamos en la casa de Anna (Blumenfeld) y Chamaco (Guillermo Di Ciurcio), un matrimonio amigo que vive en Estados Unidos hace años. Ellos tienen esta marca maravillosa, con cashmere de Mongolia y el último día nos propusieron hacer unas fotos para sus catálogos. Lo armamos en un rato y mientras Chamaco sacaba las fotos, Anita nos daba indicaciones”, cuenta la Trix.
CUATRO DÉCADAS JUNTOS
–¿Cómo se conocieron con Clemente?
–Fue un flechazo, estuvimos de novios ocho meses. Nosotras vivíamos en Europa, trabajábamos con Julio Iglesias. Pero un día, en Argentina, fui a un partido de polo en la Asociación de Polo de Pilar con mis cuñados, Horacio Laprida y Ernesto Trotz, que ya estaban de novios con Eugenia y Laura. Terminó el partido y Clemente se sentó a comer con nuestro amigo Tatú Donovan, que después fue testigo de casamiento, y les dije a mis cuñados: “Yo quiero a ese”. Y me lo presentaron. Viajé todo ese año 81 a Japón, a Alemania, fuimos número 1 en Europa, íbamos y veníamos con las chicas y él me dijo: “Me voy casar con vos”. Y el 21 de diciembre del 81 nos casamos en Las Matreras, el campo de su familia en Irineo Portela, Baradero, donde después vivimos siete años. Yo tenía 21 y Clemente, 24.
–¿Cuál es el primer recuerdo de ese día?
–Me levanté en la quinta que teníamos en Pilar y papá y mamá me llevaron a Baradero, la ruta era de una sola mano, así que tardamos como una hora y media. Al llegar, Clemente luchaba con un toldo que finalmente se le voló, así que la ceremonia, planeada al aire libre, fue a pleno rayo de sol. Cuando papá me buscó en el casco y salimos hacia la iglesia, lo vi y dije: “Es el hombre de mi vida”. Y sí. Clemente es el hombre de mi vida. A los cinco meses quedé embarazada. Al lado del casco hicimos nuestra casita y allí nacieron mis dos primeros hijos: Mili (38) y “Corchito”. Después llegó Sonia (31). Y con el tiempo los nietos, que te matan de amor. Este año con Clemente vamos a cumplir 40 años de casados y agradecemos al cielo esta familia que formamos.
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