Nueve meses después de su compromiso, el príncipe y la abogada tuvieron su romántico casamiento acompañados por representantes de varias de las casas reales de Europa
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El sábado 20, con la presencia de representantes de algunas de las más antiguas casas reales de Europa, se celebró una de las bodas más esperadas del año: la de Luis de Baviera, descendiente de la emperatriz Sissí y, hasta no hace mucho, uno de los solteros más codiciados de la aristocracia del Viejo Continente. A los 41 años, el tataranieto del último rey de Baviera y tercero en la línea de sucesión le dijo “sí, quiero” a Sophie-Alexandra Evekink, una abogada mitad holandesa, mitad canadiense, de 33 años con quien mantuvo un noviazgo de tan bajo perfil que, cuando su padre, el príncipe Leopoldo, miembro de la casa real de Wittelsbach, anunció oficialmente el compromiso de su hijo mayor (Luis tiene otros dos hermanos: Heinrich y Karl), en agosto de 2022, dejó sorprendidos a todos: casi nadie sabía que el tataranieto del legendario Luis II tenía novia.
La boda se llevó a cabo en Múnich: de esa ciudad alemana es originaria esta dinastía, una de las más antiguas de Europa (gobernaron los territorios desde 1180 hasta 1918). Y contó con la participación de los ciudadanos, que salieron a las calles vestidos de gala y con trajes tradicionales bávaros y se sumaron –desfilando por la ciudad empedrada o desde los balcones– al recorrido que hicieron los novios, su familia y sus invitados desde la iglesia Theatiner hasta el palacio de Nymphenburg, donde se realizó la emotiva recepción. “Nuestra familia gobernó durante años. ¿Por qué no celebrar? Se trata de tradición y eso es algo importante”, le dijo el príncipe Leopold al diario Bild, todavía emocionado. Por expreso pedido de los novios, hubo elementos regionales en cada tramo de la fiesta: además de la música, las diferentes delegaciones de Baviera aportaron sus comidas y bebidas tradicionales.
UNA BODA DE ENSUEÑO
Cuando cerca de las 10 de la mañana del sábado Luis de Baviera llegó a la iglesia Theatiner, los músicos –enfundados con los atuendos tradicionales de la región– empezaron a tocar composiciones típicas. A pesar de que iba acompañado por la princesa Beatriz, su madre, al novio se lo notaba algo nervioso... y elegantísimo.
Sophie, que llegó al templo del brazo de su padre, Theodorus Evekink, también impactó con un vestido creado por la reconocida libanesa Reem Acra: un diseño clásico con cuello redondo y manga larga cubierto por un bordado de flores.
Además del velo de tul (con el mismo bordado que el vestido), la novia llevó una tiara con hojas de brillantes y unos pendientes largos.
Las niñas que oficiaban de damas de honor también estaban impecables: llevaban vestidos blancos con fajas celestes y diademas de flores. Para los que estuvieron allí, no hubo dudas: la pareja parecía salida de un cuento de hadas. Y, salvo porque durante la ceremonia religiosa que ofició el cardenal Reinhard Max la novia sufrió un desmayo (según los medios alemanes, después de tomar agua, Sophie se repuso y la misa pudo continuar con normalidad), todo salió a la perfección, incluso por el tiempo: según parece, hasta último momento, los novios temieron que la lluvia les arruinara el gran día.
UNA LISTA DE REGALOS ORIGINAL
No hubo lluvia, pero sí cayeron pétalos de rosas sobre los recién casados no bien terminó la ceremonia religiosa. Luego, la pareja y sus invitados se dirigieron al palacio de Nymphenburg, una imponente construcción de estilo barroco que, desde 1664, funcionó como la residencia de verano de la familia Wittelsbach.
En el palacio de Nymphenburg (tanto su interior como su jardín de más de 800 mil metros están abiertos al público), Francisco de Baviera, primo del padre del novio y actual jefe de la Casa de Wittelsbach (es quien, desde hace años, entrena a Luis en los asuntos nobiliarios), organizó la recepción para los flamantes marido y mujer.
Aún no se sabe qué destino eligió la pareja para pasar su luna de miel ni dónde se instalarán. Sí trascendió que la lista de regalos fue bien original: pidieron que se hagan donaciones para ayudar en las iniciativas humanitarias que ellos apoyan. No sólo para Ucrania, que lleva más de un año invadida por Rusia, sino para proyectos educativos en zonas rurales de África, entre otras causas.
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