En su reportaje más íntimo, repasa su pasado y su presente y revela como convirtió el dolor en un renacimiento
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Benjamín Vicuña (42) es un hombre de una sensibilidad especial. Atento, sabe escuchar, mira a su alrededor con ojos piadosos y, siempre conectado a sus emociones, aprendió a perdonar y perdonarse, a dar vuelta la página y enfrentar el futuro de frente. Actor, empresario teatral, modelo, feliz papá… (Bautista -13-, Beltrán -8- y Benicio -6-, los hijos que tuvo con Pampita, y de Magnolia -3- y Amancio -10 meses-, fruto de su amor con China Suárez), Benjamín, que vivió una tragedia de tal calibre que para muchos hubiera sido un golpe definitivo, –la muerte de Blanca, su primogénita, en septiembre de 2012-, y supo convertir ese tremendo dolor en una experiencia transformadora, se confiesa en una charla a corazón abierto con ¡Hola! Argentina.
-¿Qué te hace reír?
-Me hacen reír la ocurrencia, los apodos, el teatro, me hacen reír mucho mis hijos con sus ocurrencias infantiles pero que son tan profundas y lúcidas, me hace reír también mi pareja, la China, que tiene un sentido del humor muy ácido y agudo, y creo que es clave el humor.
-Cada vez que vos o la China viajan, empiezan los rumores de crisis y separación. ¿A qué crees que se debe tanto interés por la pareja de ustedes?
-Llevamos casi siete años juntos, es raro. Igual, yo creo que a la gente real no le interesa. La gente que tiene dos dedos de frente se da cuenta de que estamos al borde de una guerra en Gaza que realmente puede desestabilizar el mundo, que estamos en medio de una pandemia con cientos de muertos en todos nuestros países, bueno, qué te puedo decir, hay problemas reales mucho más importantes. Creo que la gente no le da bola a este tipo de cosas y las razones por las que salen los rumores efectivamente tienen que ver con los viajes, con que a veces pasamos algunas semanas separados por trabajo. Son conjeturas que no entiendo y que tampoco voy a salir a responder cada vez, porque es agotador y tendría que tener un vocero nada más que para responder ese tipo de rumores.
-¿Hay planes de casamiento en el corto plazo?
-Más adelante, por ahora no es tema.
-Ahora que tus hijos varones están más grandes, ¿en qué advertís que se te parecen?
-No soy tan autoreferencial, los veo con sus personalidades muy marcadas. Y ahora empiezan a aflorar sus vocaciones. Está el que quiere ser arquitecto, le gustan las matemáticas, el diseño y la construcción, está Bauti, que le gusta el tema de las aplicaciones, que para mí es difícil de entender porque no las comprendo bien, la computadora, gamers y youtubers, y trato de entender y ver que los niños tienen sus propias personalidades. Y también van mutando, porque van cambiando con los años, y uno tiene que ir acompañando esa formación, y acompañando desde un costado libre. Si bien tienen el colegio y todo, hoy más que nunca tienen que tener un gran nivel de amor, contención y cariño, pero también hay que invitarlos a que sean libres.
-Bautista ya es un adolescente, ¿tienen charlas de hombre a hombre?
-Sí, y es difícil también, porque te va replegando a otro lugar. Antes yo me jactaba de ser su mejor amigo y ahora me doy cuenta de que él tiene sus pares, sus amigos, con los que disfruta y se mata de risa, y yo soy el papá, que también le está poniendo límites, entonces el viejo ya no es tan copado en algún momento, porque si fuera por él estaría jugando en la computadora dieciocho horas seguidas. Todo eso puede ser difícil de entender. Y bueno, en ese sentido, estoy a su lado, lo banco, lo acompaño, pero también reconozco que estoy mirando con mucha tensión los pasos que va dando, porque es una etapa clave. En general yo veo a mis hijos como que son de buena madera, son tipos con una sensibilidad social marcada, saben dónde están ubicados, tienen una inteligencia emocional, son niños muy queridos, son inteligentes, sanos, divertidos, yo con eso estoy muy feliz y orgulloso.
-Fuiste papá a los veintipico y a los cuarenta. ¿Se vive distinto la paternidad a una edad y a otra?
-Hay cosas en común, como que nuevamente uno como hombre se instala frente a la maravilla y el misterio de la vida, de ver cómo una mujer puede quedar embarazada, ver cómo recorre el embarazo, luego el parto, la vida, es algo muy muy bonito y por momentos siempre es como la primera vez, porque no deja de ser sorprendente y maravilloso. Pero cambia la forma de educar a los hijos por ahí. Yo me acuerdo de que en mi primera experiencia como padre tenía muchas aprensiones, viví de forma muy radical el tema del apego, de no despegarme de mi hija, después con mis otros hijos fui mucho más estricto y duro para educar, más ansioso con los tiempos y todo eso, en cambio ahora, de más grande, estoy como más sabio, más tranquilo, entendiendo que lo importante pasa por otro lado. No está esa desesperación de si no se sienta a los tantos meses o si no gatea en tal momento, es un problema de Estado. Lo tomo con otra sapiencia.
Agradecemos a Camilo Díaz y Jose Bravo (asistentes de foto), Maia Rohrer (peinado y maquillaje), estilismo (Florence Arguello, dirección creativa (Duoido), producción (Cata D’Andreiz), Celeste Santo Domingo (asistente de producción) y Grupo Mass
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