Fiel al bajo perfil que mantiene en los últimos años, la ex mujer de Carlos Reutemann festejó en la intimidad familiar
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El miércoles 30, Mimicha Bobbio cumplió 78 años y lo celebró en familia junto a sus hijas, Cora y Mariana Reutemann, y su nieto, Santiago Diez (hijo de Cora). Quien fuera la primera mujer del recordado piloto de Fórmula 1 Carlos Reutemann –su nombre es María Noemí Claudia Bobbio– volvió a vivir en Buenos Aires hace varios años y mantiene un bajísimo perfil: sale poco, no habla con la prensa y tampoco participa de los homenajes y tributos a su ex marido.
COMO AGUA Y ACEITE
María Noemí y Carlos Alberto se conocieron cuando ella tenía 10 años y él, 14: mientras los Bobbio eran una familia muy influyente de Manucho, un pueblo ubicado a 40 kilómetros de Santa Fe capital, el padre de Reutemann se ganaba la vida como criador de lechones (“Lolechone”, decía él, y por eso le pusieron el apodo de “Lole”). Pasó el tiempo, se siguieron cruzando en el tedio de las tardes santafesinas y Reutemann se enamoró perdidamente de esa chica altanera y tan diferente a las demás mujeres de su edad (en esa época, él tenía un rastrojero y su llegada a la Fórmula 1 era apenas un sueño). Mimicha lo rechazó en varias ocasiones, pero la insistencia del enamorado terminó derribando sus defensas y, tras dos años de noviazgo, se casaron el 18 de mayo de 1968. Ella tenía 22 y él, 26.
El matrimonio duró doce años (aunque recién se divorciaron en 2006, se separaron de hecho en 1982) y, pese a que tenían dos hijas, Cora (1970) y Mariana (1973), la relación entre ellos siempre fue muy difícil. Según palabras de Mimicha en una entrevista, eran como “agua y aceite. Yo soy alegre, divertida, desordenada, optimista, imaginativa, locuaz. Carlos es callado, tímido, introvertido, analítico, ordenado, reconcentrado. Es un obsesivo por lo suyo. Yo me levanto cantando y él se levanta pensando”.
En 1972 y tras probarse como piloto en carreras callejeras primero y en las sierras de Córdoba después, su marido llegó a la Fórmula 1. Al principio, la familia se instaló en Londres para seguir desde Europa el itinerario profesional de Carlos Reutemann. Pero hacia 1977, con Lole convertido en piloto de Ferrari, se mudaron a Cap Ferrat, un pueblo a ocho kilómetros de Mónaco en el que tanto Mimicha como sus dos hijas fijaron residencia. Cinco años más tarde regresaron a Santa Fe, donde ella estuvo dos meses internada como consecuencia de un brote psicótico. Semejante crisis aceleró la separación de la pareja: mientras ella regresó a Mónaco con Cora y Mariana, él se instaló en el país. Recién volvieron a mostrarse juntos veinte años después, en junio de 2002, en la espectacular boda de Cora con el empresario italiano Patrizio di Guevara Fabbri, celebrada en Cap Ferrat (el matrimonio se terminó muy rápido). Y aunque el divorcio había quedado stand by desde 1982, lo firmaron en 2006 cuando Lole, que ya había sido gobernador de su Santa Fe natal, quiso casarse con Verónica Ghio, a quien conoció en 2002 por un amigo en común. Mimicha, por su parte, nunca volvió a casarse.
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